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Las represión de las protestas pro democráticas en Hong Kong desató la indignación general.

«La policía de Hong Kong se volvió loca hoy, al ejecutar su propio castigo privado (…) Los valores y las leyes de Hong Kong fueron completamente destruidas por los jefes de policía», denunció ante la prensa el legislador cercano a las protestas, Lee Cheuk-yan.

En los 19 días que llevan las protestas y la ocupación de los barrios neurálgicos de la isla china, la policía hongkonesa reprimió una sola noche a los manifestantes que reclamaban elecciones libres y el resultado fue una inmediata movilización de cientos de miles de jóvenes estudiantes y militantes.

Desde entonces, la policía había mantenido una actitud cautelosa y había evitado cualquier tipo de confrontación.

Sin embargo, anoche más de un centenar de agentes anti disturbios avanzaron agresivamente contra un número similar de manifestantes que poco antes habían retomado un paso subterráneo de una calle estratégica, a sólo metros de la sede de gobierno y del Parlamento de esa región autónoma china.

Los sindicatos de estudiantes denunciaron inmediatamente la represión y las detenciones de decenas de sus compañeros, pero no fue hasta que la cadena de noticias local Now mostró imágenes de seis policías vestidos de civil arrastrando a uno de los manifestantes a una esquina y luego pateándolo mientras estaba esposado en el suelo, según reprodujo la agencia de noticias EFE.

El joven fue más tarde detenido y trasladado a una comisaría.

Una vez que fue liberado, Ken Tsang, un joven militante de un partido de oposición, denunció que los policías continuaron pegándole en la comisaría. Para demostrarlo, se levantó la remera frente a un grupo de periodistas y mostró su torso lleno de moretones y lastimaduras.

La reacción ante las imágenes de una nueva represión fue tan importante que el propio gobierno hongkonés tuvo que reconocerlo públicamente.

«Hay una preocupación por un video que muestra a agentes de la Policía empleando una fuerza inapropiada contra una persona arrestada», aseguró el secretario de Seguridad, Lai Tung-kwok, quien aseguró a la prensa que los agentes involucrados fueron reasignados y que se está investigando el hecho.

Desde Washington, el gobierno de Estados Unidos tomó nota de esa promesa y pidió «una investigación rápida, transparente y completa», según explicó la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki, en su conferencia de prensa diaria.

Hace una semana las masivas protestas estudiantiles que supieron reunir a cientos de miles de personas comenzaron a diluirse. Muchos manifestantes y jóvenes creyeron que debían responder a un llamado al diálogo hecho por el gobierno hongkonés y replegarse.

Los manifestantes reclaman dar marcha atrás con la reforma electoral que aprobó a fines de agosto el Parlamento chino, que autorizó a los hongkoneses a elegir por primera vez en la urnas a su gobierno regional, pero reservó el derecho de preseleccionar a los candidatos a un «un comité de expertos» designado por Beijing.

Sin embargo, cuando las protestas comenzaron a perder fuerza en las calles, el jefe del gobierno, Leung Chun-ying, quien ya había rechazado la exigencia de los manifestantes de que renunciara, suspendió las negociaciones, y desde entonces el movimiento de protesta no ha conseguido recuperar su poder de movilización.

De todas maneras, varios cientos de estudiantes y militantes continúan instalados en improvisados campamentos en los tres principales barrios de la isla, que incluyen la zona de edificios gubernamentales y los centros comerciales más importantes.

Por eso, a principio de esta semana, el gobierno había desplegado unos 1.700 policías para comenzar a quitar, de forma pacífica, suficientes barricadas para restablecer la circulación en el centro de la ciudad.

Hoy ese operativo parecía haber sido temporalmente suspendido por la tensión provocada por la represión nocturna. Sin embargo, el gobierno chino reiteró que las manifestaciones son «ilegales» y, por eso, deben terminar.

Fuente: telam.com.ar