El gran rabino sefaradita exige que judíos dejen de provocar el odio árabe entrando a la explanada de las mezquitas

La ola de violencia que azota a Jerusalén desde hace dos semanas provocó una dura crítica del alto rabinato sefaradí a los clérigos nacionalistas religiosos.



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La ola de violencia que azota a Jerusalén desde hace dos semanas provocó una dura crítica del alto rabinato sefaradí a los clérigos nacionalistas religiosos.




Los nacionalistas israelíes religiosos de extrema derecha exigen que se permita a los judíos orar en el área donde 2.000 años atrás se alzaba el antiguo templo de Jerusalén, aunque la religión judía lo prohíbe para no profanar el sitio del Sancta Sanctorum.

Hoy, el principal rabino sefaradita de Israel, Yitzjak Yosef, pidió que se detengan las incitaciones a subir a la Explanada de las Mezquitas.

Yosef habló ante cientos de personas durante el funeral de Shalom Aharon Badani, un joven de 17 años que murió por las heridas que sufrió en un atentado el miércoles, y acusó a los rabinos que incitan a los judíos ingresar al sitio sagrado de «tirarle nafta al incendio».

La alta autoridad religiosa recalcó que los judíos tenían prohibido ingresar a ese recinto, y que «se derramó sangre judía porque subieron al Monte del Templo».

«Éste es el lugar», declaró durante el funeral de Badani, «desde donde llamar al estimado público a detener esas incitaciones, para que se oiga desde aquí un llamado a los judíos a no subir al Monte del Templo».

Badani era el nieto de un integrante de la conducción del partido religioso sefaradita ortodoxo Shas, y Yosef habló ante el alcalde de la ciudad, Nir Barkat, a quien acompañaban numerosos rabinos, entre ellos los dos nuevos rabinos en jefe de Jerusalén, informó el diario Haaretz.

Yosef denominó a los agitadores «descendientes de Esaú» (un modo de decir que son enemigos) y los acusó de provocar «odio entre los árabes que ya nos odian, y agregar nafta al fuego». Agregó que ingresar al recinto del antiguo templo era un sacrilegio que podía atraer la muerte a manos del Cielo para quien lo cometiera.

En la más dura de las múltiples críticas que los ultraortodoxos vienen haciendo a esos rabinos ultranacionalistas, definió a los rabinos que permitían cometer esas acciones como de «último nivel», y los mencionó con nombre y apellido.

Inmediatamente, el sefaradí fue denostado por el partido Habait Hayehudí, favorable a los colonos de los asentamientos ilegales.

El presidente del partido y ministro de economía de Israel, Neftali Bennett, declaró en su página de Facebook que los judíos no murieron por haber entrado al recinto sagrado sino porque «los árabes los asesinaron», informó el diario Jerusalem Post.

Un integrante del mismo partido, el parlamentario Orit Struck, rechazó por «desafortunadas» las observaciones del rabino y rechazó «la culpabilización de los judíos».

Los barrios árabes de Jerusalén Este son escenario desde el principio de verano de incidentes violentos y enfrentamientos casi diarios entre jóvenes palestinos, policías israelíes y colonos judí-os.

La tensión se ha multiplicado en las últimas tres semanas después de que dos kamikazes palestinos mataran a cuatro personas al atropellar a viandantes en las vías del tranvía que corre por la antigua «línea verde», que divide las dos partes de Jerusalén, recordó la agencia de noticias EFE.

La violencia se ahondó hace una semana, cuando Israel decidió cerrar al culto musulmán, por primera vez desde 1967, la explanada, en respuesta al intento de asesinato del rabino Yehuda Glick, uno de los promotores del cambio del «statu quo» en la explanada que tanto temen los musulmanes.

Hoy hubo protestas y choques en múltiples puntos de la ciudad, mientras las nuevas limitaciones israelíes al acceso de musulmanes a la explanada de las mezquitas -donde está la mezquita de Al Aqsa, la tercera más sagrada del Islam- encendía cada vez más los ánimos en la población árabe palestina, según la agencia de noticias Maan.

Miles de jóvenes palestinos rezaron en las calles en respuesta a la prohibición de ingreso al complejo para todos los varones de menos de 35 años. Más de mil policías custodiaban, vigilaban y fotografiaban a la multitud, y dentro de la mezquita de Al Aqsa las mujeres protestaban y entonaban cánticos.

Fuerzas israelíes de seguridad reprimieron manifestaciones palestinas en Jerusalén Este y zonas cercanas en Cisjordania, e hirieron al menos 30 palestinos que les arrojaban piedras en el campo de refugiados de Shuafat, el arrabal más miserable de la ciudad.

La protesta había comenzado como un simulacro de funeral en la casa de Ibrahim Al Akkari, muerto el miércoles por la policía después de que incrustó su auto a gran velocidad contra un grupo de israelíes, dos de los cuales ya murieron, en lo que las autoridades definieron como un «atentado terrorista».

Agravaron la tensión funcionarios municipales con custodia armada que allanaron las casas de los tres palestinos que embistieron israelíes desde agosto pasado, incluida la de Al Akkari, horas después de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, informó la decisión gubernamental de demolerlas.

Fuera de Jerusalén, las fuerzas israelíes reprimieron marchas de protesta en varias aldeas de la cercana región de Belén, como Husan, Al Masara y Tuqu.

Hasta ahora, según el acuerdo con Jordania posterior a la conquista de Jerusalén oriental por Israel en 1967, los rezos judíos se efectúan en una explanada que se construyó fuera del complejo, al costado del Muro de los Lamentos, arrasando un barrio palestino de 800 viviendas.

Toda la región de la ciudad santa -ilegalmente unificada por Israel- está en tensión desde la operación «Filo Protector» sobre la Franja de Gaza que dejó 2200 muertos palestinos y una devastación que costará 5000 millones de dólares reconstruir.

Fuente: Telam



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