Sin salida, la Unión Europea se reúne de urgencia por la crisis migratoria

Una paradoja dramática preside este fin de semana, entre el mar Mediterráneo y la sede central en Bruselas de la Unión Europea, el escenario de la lucha contra la gran oleada de la inmigración de pobres y desesperados del sur del mundo. En aguas de la isla de Malta flota casi inmóvil el barco “Lifeline” […]



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Una paradoja dramática preside este fin de semana, entre el mar Mediterráneo y la sede central en Bruselas de la Unión Europea, el escenario de la lucha contra la gran oleada de la inmigración de pobres y desesperados del sur del mundo. En aguas de la isla de Malta flota casi inmóvil el barco “Lifeline” de una organización humanitaria alemana con bandera holandesa, calificado como nave pirata por el gobierno populista italiano. A bordo hay lugar para 50 migrantes, pero son 233 y , por tanto, corren graves riesgos para sus vidas si no los desembarcan en un puerto seguro. No saben dónde ir.

En esa zona del Mediterráneo, o te salva Italia o te salva Malta. Ninguno de los dos países aparecen dispuestos a cometer este acto de humanidad. Se tiran unos a otros a los pobres negros que llegan desde las remotas entrañas del Africa y que pese a todo siguen soñando Europa. Desde 1993, casi 35 mil personas han muerto ahogadas. En el barco hay víveres hasta este lunes. El ministro del Interior y hombre fuerte del régimen populista, Matteo Salvini, 45, afirma que “la diversión” de los desesperados se acabó. Italia no acepta abrir sus puertos a las naves humanitarias, Hace dos semanas hubo un drama parecido que no terminó en tragedia gracias a la España del nuevo gobierno socialista de Pedro Sánchez, que aceptó acogerlos. Tras un viaje de casi una semana hasta Valencia, escoltado por dos barcos militares italianos, el “Aquarius” llegó a al puerto español, acogido con ovaciones por los valencianos, que se merecen un ¡hurra! prolongado, por haber salvado a 630 seres humanos.

Salvini que es un ultraderechista que todos los días lanza una nueva provocación y, según muchos, también un neofascista, insiste en que ningún puerto italiano aceptará la nave “Lifeline”. Y punto, porque la historia oficial del drama se traslada ahora a Bruselas, adonde viaja el primer ministro Giuseppe Conte que promete usar las maneras fuertes.

Dieciseis de los veintiocho países de la Unión Europea, que se contorsiona en el momento más débil de su historia por profundas y caóticas divisiones internas, además de la escasez de ideas claras sobre el futuro, se han citado para la tarde del domingo a fin de consultarse sobre la pesadilla de problemas que causa la “invasión” de migrantes, que en realidad no constituye una emergencia como hace dos años. Entre 2016 y 2017 la llegada de refugiados e irregulares ha bajado casi un 80%, pero a las derechas que hoy marcan el paso ideológico, xenófobo y egoísta de Europa les conviene mantener alto el nivel del miedo y después adjudicarse victorias inexistentes. Total los que pagan realmente esta tragedia indignante son los pobres, negros y no negros, que llegan tumultuosamente desde el Tercer Mundo, perseguidos por las guerras y el hambre.

Este encuentro del domingo es importante pero informal, previo a la Cumbre de los 28 miembros (todavía está Gran Bretaña), que debe tratar el tema inmigración y otras cuestiones fundamentales en un clima de gran incertidumbre, el jueves y viernes próximos.

El personaje clave es sin dudas la primera ministro alemana Angela Merkel, que defiende una línea intermedia y sufre la acusación de haber facilitado la llegada de 700 mil refugiados en 2016-17 a territorio germano. Consecuencia de ese gesto que la historia demostrará ha sido positivo porque Alemania padece problemas demográficos muy importantes para sostener un nivel de población de 80 millones de habitantes, es el crecimiento impetuoso de las derechas alemanas, que en el recuerdo de lo que fue el nazismo y el desastre mundial que causó, mete miedo a cualquiera.

El partido ultraderechista “Alternativa para Alemania” está tercero en el consenso popular y aprovecha el espectro de la “invasión” coloreada terzomundista para aspirar a mejorar su performance electoral. El ministro del Interior alemán es el ultraconservador Host Seehofer, líder de la CSU, el ala autónoma de los cristianos sociales germanos que lidera Angela Merkel. Seehofer sigue una línea intransigente, entre otras cosas por el temor de que los neofascistas de Alternativa le birlen las elecciones en Bavaria.

Seehofer mantiene una batalla constante con Merkel, que puede terminar con las espaldas contra la pared y para salir del corner deberá echar a Seehofer. Si esto sucede serán desastrosas las consecuencias políticas internas para Merkel, ya debilitada después que necesitó seis meses para negociar un acuerdo de gobierno tras los malos resultados de las elecciones generales.

Este problema interno alemán es fundamental para entender cómo están verdaderamente las cosas en la Unión Europea. Merkel echa mano a la alianza sobreviviente con la Francia de Emmanuel Macron, quien llega a Bruselas fresco de una polémica muy dura con Salvini. El presidente francés dijo que el populismo de sus vecinos es “una lepra” y naturalmente ardió Troya, convirtiendo en cenizas el proyecto de alianza entre Francia e Italia.

El hombre fuerte Salvini daba la impresión de haber tejido una estrategia inteligente con otras fuerzas de extrema derecha, pero las cosas no están así en el terreno concreto. Italia quiere cambiar el tratado de Dublin que establece que el país por donde entra un refugiado debe registrarlo y tenérselo. La Unión Europea estableció hace dos años un sistema de repartición para distribuir 160 mil desesperados en los países de la UE y aliviar así el peso que soportan Italia y Grecia. Todos firmaron y nadie cumplió ni remotamente.

Salvini proyectaba en función de las afinidades derechistas, lograr una ayuda de sus camaradas “soberanistas” y “patriotas”, como gustan llamarse. Habló de un eje con la también ultraderechista Austria y el ministro del Interior Alemán Seehofer y se trabajó a los cuatro gobiernos del grupo Visegradad: Hungaría, Polonia, República Checa y Eslovaquia. Los cuatro gobiernos son derechistas hasta la médula, ex súbditos del pacto de Varsovia con los que la comunista Unión Soviética mantenía a raya a los países satélites hasta comienzos de los ’90, cuando se hundió y evaporó el comunismo del Este europeo y la URSS se disolvió.

Pero los interlocutores fraternos mandaron al traste las pretensiones italianas. Todos se niegan a aceptar que entren refugiados en sus territorios. Es más, exigen que Italia se lleve de vuelta a aquellos que entraron en sus respectivos países provenientes de la península.

Los populistas italianos se encuentran en un laberinto sin salida y tienen medio millón de refugiados que llegaron por el Mediterráneo y que Salvini ha prometido sacarse de encima en nombre de su lema: “Los italianos primero!”, inspirado en el “America first” del norteamericano Donald Trump.

Italia pide un acuerdo para defender las fronteras externas de la Unión Europea. Todos de acuerdo, pero solo en la parte terrestre. En las áreas marítimas, cada uno debe arreglárselas como puede, con la ayuda que llega con cuenta gotas de los otros socios europeos.

Esta es la realidad concreta, que seguramente será disfrazada con muchos palabreríos en la reunión de este domingo y en la Reunión Cumbre del jueves y viernes próximos. Salvini tratará de crear nuevas situaciones con gestos extremos, dramáticos, pero es muy difícil que logre asustar a los otros líderes ultraderechistas como él que gobiernan a sus respectivas patrias, hasta hacerles aceptar cuotas de migrantes transferidos desde Italia a sus territorios.

Como epílogo, los datos demográficos demuestran cuanto empeorarán las cosas en el futuro para la vieja Europa. Para 2050, cuando la población mundial crecerá de los 7300 millones de habitantes de hoy a 9700 millones, en los 27 países más pobres de Africa los habitantes se quintuplicarán y el continente negro contendrá 3000 millones de personas.

Mientras tanto Europa envejece rápidamente. En 2050 el 34% de la población tendrá más de 60 años. Por otro lado, India y Nigeria pueden llegar dentro de 35 años a la mitad del crecimiento mundial. En 2022, la India superará a China con 1400 millones de habitantes. No habrá una Fortaleza Europa capaz de resistir a la avalancha que se avecina: la “invasión” de estos tiempos será recordada como una caricia, o un momentáneo dolor de cabeza.

Fuente: Clarín

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