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Si bien Trump en el último tiempo había evitado volver al ruedo con el muro, la estructura de 3200 kilómetros que quiere levantar entre los dos países para impedir el paso de inmigrantes ilegales y drogas, ahora insistió con el tema en medio de la difícil renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y cuando se aproximan las elecciones intermedias de noviembre en Estados Unidos y en México, las presidenciales.
En marzo pasado, el estadounidense viajó hasta Otay Mesa, en San Diego, colindante con la mexicana Tijuana, para revisar los prototipos de la nueva muralla que se erigieron en el lugar.
El tema del pago del muro es un asunto de tensión entre las dos naciones e impidió incluso que se concretara una reunión entre los dos presidentes. Estados Unidos comparte con México una frontera de más de 3000 kilómetros, una de las más transitadas del mundo: todos los años se trafican armas hacia el sur, toneladas de drogas y miles de migrantes indocumentados pasan hacia el norte.