Jason Pierce, el capitán del espacio

Antes de su show en Vorterix el 24 de agosto, el cerebro creativo de Spiritualized explica por qué readaptar sus canciones a un formato acústico era un paso lógico para su banda.



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Antes de su show en Vorterix el 24 de agosto, el cerebro creativo de Spiritualized explica por qué readaptar sus canciones a un formato acústico era un paso lógico para su banda.




A través de su carrera, Jason Pierce creó un universo propio en donde el rock espacial funciona como plataforma de apoyo para un imaginario en el que conviven el consumo recreacional de drogas y pastillas, el temor a la finitud y las proclamas a alguna entidad superior ante la falta de respuesta a las preguntas existenciales. Aun siendo dos proyectos distintos, puede verse una línea de continuidad entre sus comienzos con Spacemen 3 y su largo presente al frente de Spiritualized. En ambos casos, la repetición binaria de ideas mínimas (en ocasiones atenuada por cuerdas y coros gospel, pero casi siempre con el ruido blanco como denominador común) busca generar el mismo efecto narcótico del trance químico de quienes están tocando, en busca de un estado de levitación. Hasta los títulos de sus discos guían el recorrido, desde su compilado de demos Taking Drugs to Make Music to Take Drugs To hasta el laureado Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space.

Pero no existe la idea de jugar con fuego sin la mera posibilidad de quemarse. A falta de una, Pierce estuvo al borde de la muerte en dos ocasiones en la última década. Primero, una neumonía llenó sus pulmones de líquido y detuvo su corazón dos veces en 2005, una experiencia que devino en el título del siguiente disco de Spiritualized, Songs in A&E (un juego de palabras entre «Canciones en la sala de emergencia» y «Canciones en La y Mi»). Siete años después, Pierce se sometió a un estudio para ver cuán preparado estaba su cuerpo para seguir aguantando el uso recreacional de drogas. Así fue como descubrió que tenía una afección severa en el hígado que le demandó someterse a una quimioterapia experimental, que afrontó mientras trabajaba en su último álbum hasta la fecha, Sweet Heart Sweet Light. Quizás como consecuencia de eso, Pierce decidió abandonar la catarsis sónica de su grupo para rebautizarlo como Spiritualized Acoustic Mainlines, y traducirlo a un formato desenchufado, pero también expandido con un coro gospel y una sección de cuerdas. Su segundo show en Buenos Aires será entonces la antítesis de los cimbronazos eléctricos de su debut porteño del 2008. Despojado, pero con las mismas intenciones de levitación.

Normalmente los shows de Spiritualized suelen ser ruidosos y caóticos. ¿Qué te llevó a plantear un formato acústico?

Estuve mucho tiempo postrado en una cama de hospital, y cuando salí de ahí no podía volver a subirme a un escenario. Alguien me sugirió hacer un show chico con Daniel Johnston tocando algunas de sus canciones y algunas mías. Fue algo muy especial, como un nuevo comienzo y pensé: «Si pude hacer esto, tal vez pueda recuperar un poco de confianza». Me pareció muy apropiado, porque cuando hago música me resulta muy difícil mantener libres los espacios, porque me empiezan a surgir ideas y las incluyo a todas juntas. Esta manera de tocar en vivo me permitió recuperar ese espacio. Estuve intentando volver a Sudamérica desde hace mucho tiempo, y cuando surgió la posibilidad de regresar, me pareció que era un modo de hacer algo nuevo sin tener un disco para presentar. Es extrañamente hermoso esto, porque es el opuesto de lo que hicimos allá la última vez, así que tiene sentido.

En 2011 celebraste el aniversario de Ladies & Gentlemen We Are Floating in Space con una reedición y una serie de shows. No parecés una persona nostálgica, ¿qué te llevó a hacer eso?

No creo que fuera una celebración. Nos ofrecieron reeditar el disco y hacer unos recitales. En este caso, era algo que no había podido hacer en su momento. Es muy difícil trabajar con orquestas y coros bajo circunstancias normales, es una cosa muy cara, pero también es algo glorioso estar al mando de eso. Fue difícil seguir después de esa serie de shows para decir «Esto es lo que hacemos ahora». Cuesta mucho lidiar con la nostalgia de la gente, porque empiezan a escuchar música casi como si fuera una máquina del tiempo, se transportan a otra época que les recuerda esa música. Creo que trascendimos eso, porque nuestros discos siempre estuvieron pensados no como una colección de canciones que surgieron en ese momento, sino como sinfonías. El primer disco tiene cuatro movimientos porque nunca estuvo pensado como si fueran doce canciones (N de R: Lazer Guided Melodies tiene doce temas repartidos en cuatro tracks), así que creo que esto también encajaba con la manera de trabajar de la banda.

Descubriste que tenías una afección severa en el hígado, y afrontaste un tratamiento experimental mientras terminabas tu último disco. ¿Fue difícil lidiar con estas dos cosas al mismo tiempo?

Demasiado, pero no se me ocurrió ninguna otra manera de afrontar la situación. No se puede decir nada bueno sobre la medicación a la que me sometí, excepto que es para combatir una enfermedad, no existe un uso recreacional de eso, ja. No sé cuánto influyó en el disco, pero seguramente hubiera hecho alguna cosa que sonase completamente distinta si no hubiera estado bajo el efecto de esas drogas. A veces cuando estás muy enfermo y te mejorás, esperás un cambio. A menudo leés historias de personas que vuelven y cambiaron sus vidas. Lamentablemente, yo volví siendo la misma persona de siempre. Quizás haya modificado algunas cosas, pero quizás eso tenga que ver con la edad, con envejecer.

Tu sociedad artística con Peter Kember en Spacemen 3 terminó muy mal. ¿Creés que eso influyó en que terminases siendo el único miembro constante de Spiritualized?

Sí, puede ser. Sentí que perdí mucho de lo que yo era con esa banda. No soy una persona agresiva ni violenta, pero actué así al final de mis días ahí. Además, no volví a encontrar alguien con quien escribir canciones. No creo que necesite ayuda para hacerlo, y sentí que teníamos un pacto de caballeros en el que coincidíamos en compartir canciones entre nosotros. Simple, como Lennon y McCartney. No nos sentábamos a decir «Este es mi porcentaje o mi parte», pero no quería volver a pasar por esa situación nunca más.

¿Y qué hace que Spiritualized sea una banda y no tu proyecto solista?

¿El nombre? No sé, pasé los tres últimos álbumes intentando hacer una banda. No puedo pararme solo en un escenario, necesito pistoleros de alto calibre siempre. No puedo librar esa batalla por mi cuenta así que necesito tener a esta gente a mi lado. Son cosas básicas robadas a Chuck Berry y al rock and roll más minimalista, pero cuando encastran todas juntas, es como si algo superior sucediera. Vi a Prince hace poco, y hubo dos momentos en el show en donde pasó algo mágico. Una parte de mí dice que es un gran performer, pero también quiero pensar que ni él mismo se los vio venir. A eso aspiro, a que se creen esos momentos que ni uno mismo puede entender, que le hacen decir a uno «Nunca pensé que llegaríamos tan alto como para alcanzar esto que está pasando».

Fuente: Rolling Stone

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