River pasó de campeón a sensación: las claves de la transformación

El modelo de Gallardo asume riesgos y marca diferencias con el del Pelado que logró el título; vértigo, presión y cero privilegios; afirmó a Funes Mori y a Sánchez, encontró en Pisculichi al armador ideal y sacó la mejor versión de Teo



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El modelo de Gallardo asume riesgos y marca diferencias con el del Pelado que logró el título; vértigo, presión y cero privilegios; afirmó a Funes Mori y a Sánchez, encontró en Pisculichi al armador ideal y sacó la mejor versión de Teo




Más allá de los resultados positivos, de haber alcanzado la punta en soledad y de la ratificación en poco tiempo de la idea de Marcelo Gallardo , este River plantea un marcado diferencial con el que salió campeón de la mano de Ramón Díaz . Deja en el aire una sensación de conformidad en sus hinchas por cuestiones que, de tan sencillas, parecen olvidadas: pasarse bien el balón, mirar el arco de enfrente y establecer sociedades. El futuro de los ciclos siempre son un interrogante, pero es una realidad palpable que este conjunto millonario no es el mismo desde que el Muñeco desembarcó en Núñez.

En lo que va del torneo de Transición 2014 , River tuvo fútbol, toque, intención y goles. La última demostración fue nada menos que ante San Lorenzo, el último campeón de la Copa Libertadores, y en el Nuevo Gasómetro, donde dio vuelta el partido con una prueba de carácter para consolidar una idea, un pensamiento, un estilo. Puede ser que los rivales lo compliquen, algo tan cierto como que su entrenador prefiere «correr riesgos» con tal de afirmar una filosofía como la que hace tiempo se espera por Núñez. Los rendimientos y las producciones ante Rosario Central, Godoy Cruz, Defensa y Justicia y el Ciclón proponen un juego de comparaciones y de evaluaciones con respecto a ese pasado reciente que lo tuvo a Ramón Díaz como conductor y hacedor del último título.

¿Cambió desde lo táctico o desde la intención? Por momentos, con Ramón el esquema, con Lanzini de enganche, se transformaba en un 3-5-2 y por otros mutaba a un sistema 4-4-2. Pero la prioridad pasaba por atacar sostenido en una defensa y una táctica sólida, y utilizaba la presión en la zona de los medios, lo que hacía que los rivales no encontraran tantos espacios para generar situaciones. La línea de volantes del Muñeco se ubica -de local y de visitante por igual- más arriba y acompaña -casi que obliga- a la presión alta, con los delanteros como eslabones vitales. Los volantes externos Carlos Sánchez -en tándem con Mercado- y Ariel Rojas colaboran en la recuperación, pero, apenas el equipo tiene posesión, pasan velozmente la línea del balón hacia adelante y es una de las razones por las cuales están ellos y no otros. Antes era la pisada y la elaboración de un triángulo conformado por Ledesma, Carbonero y Lanzini, mientras que hoy se conecta en velocidad con las sociedades construidas por Pisculichi como enlace. Y con una rapidez y precisión -directa y voraz- que supera a los rivales de turno.

¿Qué cambió el Muñeco desde los nombres? Puede decirse que jamás tuvo dudas en la última línea, pero si tomó como iniciativa recuperar a Funes Mori, que le ganó el puesto nada menos que a Éder Balanta -uno de los pilares de la campaña anterior- y que crece en confianza en la zaga central con Maidana. En el medio encontró en Kranevitter la seguridad que no le dio Ponzio en el comienzo, pero principalmente impulsó los rendimientos de Rojas y de Sánchez, siendo piezas fundamentales para la filosofía millonaria de llegar al área rival con tres pases.

La venta de Lanzini hizo que el N° 10 sea Pisculichi, al que potenció poniéndole gente cerca, tanto con los volantes, como con los delanteros, pues Rodrigo Mora hace de pivote para el enganche y también para Teo Gutiérrez. En definitiva, Pisculichi es el fiel reflejo del equipo por su pase bien pensado y certero, por ejemplo en el gol segundo gol de Teo ante el Ciclón.

Y justamente el delantero colombiano es uno de las puntos más fuerte de este torneo, pues es el goleador con 6 (en 357 minutos) y convirtió en los cinco primeros partidos del certamen (no sucedía desde 1999, con Javier Saviola). En este River contundente, de búsqueda permanente y que abrevia los caminos al gol, Teo se siente más influyente que antes, ya que repartía con Fernando Cavenaghi el protagonismo y la preponderancia en el área. Es importante para anotar tanto como para asistir. Las sociedades en diferentes sectores del ataque están dadas a partir de un juego más ofensivo. En este River son más los que llegan en posición de ataque y de frente al arco.

Sabe Marcelo Gallardo que el equipo se expone y que debe «corregir algunas cuestiones». Y sostiene con convicción: «Vamos a correr riesgos, porque es la idea que elegimos». Diferente a la que Ramón Díaz llevó adelante para devolver a River a un título. El campeón, ahora también es sensación.

Fuente: canchallena.com.ar

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