Una noche salvaje con Charli XCX

Resulta que una chica punk es la popstar más excitante de la música actual



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Resulta que una chica punk es la popstar más excitante de la música actual




Son las tres menos cuarto de la mañana en Allston, Massachusetts, y Charli XCX es el centro de atención del tipo de fiesta en que cada uno de los vasitos de plástico ya fue usado varias veces y sólo queda una botella triste y semivacía de licor St. Germain. La estrella pop de 22 años ya tuvo una noche agitada. Tocó a sala llena, tomó champagne mientras se fumaba un cigarrillo a escondidas en el baño del local, y cogió. («¿Estuvo bien el show?», había preguntado en el camarín después del recital. «Porque antes había cogido.») × Ahora, el artista pop de exportación más caliente en Inglaterra está bailando con unas plataformas blancas de diez centímetros y una tiara de diamantes falsos, acertando cada una de las líneas de la letra de «Without Me» de Eminem, mientras los estudiantes del Berklee College of Music intentan no quedársele mirando de manera demasiado obvia. «¡Esta canción es una leyenda!», exclama ella.

Charli fue invitada por un productor local y está aprovechando cada minuto. Sigue recitando, ahora una letra de «Hot in Herre» de Nelly, y le saca fotos a su equipo -una mezcla de amigos de la infancia de bajo perfil y un par de personas glamorosas del ambiente de la música- mientras se disponen hacer pogo con «Mr. Brightside» de The Killers. «¡Nunca más en su vida van a volver a ser tan lindos como ahora!», les grita.

En un momento, después de salir a fumar, se trepa por la ventana trasera, sobre el alféizar, para intentar asustar, sin éxito, a la gente que está adentro. Ella y su maquilladora -una secuaz divertida e irónica llamada Colby, que tiene una cartera Moschino con la forma de una cajita feliz de McDonald’s- se entusiasman con Britney Spears y Charli saca la lengua para una Polaroid que al día siguiente terminará en su Instagram (con el comentario «fiesta universitaria de los 80»).

A medida que la noche va terminando, Charli se inclina hacia adelante para darle un beso a un amigo en la puerta del lugar. Una amiga de Nueva York llamada Luce le acomoda la pollera a cuadros naranjas desde atrás para que no muestre tanto. «El otro día mi baterista se estuvo quejando toda la noche de que se me veía la concha», dice con un suspiro. Después, llega su auto y desaparece en la noche de Boston.

Si el pop de hoy en dia tiene un sonido definido, Charli XCX ayudó a crearlo con «I Love It», de 2012 -la canción de despedida palpitante que compuso para Icona Pop- y con «Fancy» de Iggy Azalea, sin dudas el tema del verano boreal de 2014. Esos hits, junto con «Boom Clap», que canta ella misma, la convirtieron en una de las compositoras más solicitadas del momento. Lorde la convocó para su reciente soundtrack de Los juegos del hambre, y Azalea le pidió que se pusiera a trabajar con ella en «Beg for It», una especie de continuación lógica de «Fancy»; Rihanna y Gwen Stefani también la han contactado. «Es muy capaz», dice Jack Antonoff, músico de fun. y The Bleachers, que es su admirador. «Es difícil encontrar a alguien que pueda llegar a tanta gente y que al mismo tiempo sea interesante.»

Sucker, su nuevo disco, que salió en diciembre, podría llegar a convertirla en una estrella con todas las letras: es una explosión intrépida de pop-punk con partes iguales de The Clash y Katy Perry. Charli dice que su mensaje es «el poder femenino: directo, atrevido, rojo y rosa brillantes». (Siempre dice que ve la música en colores.) Actúa como si no la sorprendiera toda la atención que está recibiendo gracias a sus exitazos en los rankings: «Apenas me empezó a ir bien, todo el mundo me decía: ‘Dios mío, ¡a Dr. Luke le encantan tus canciones!’, dice con un chillido falso. Yo pensé: ‘¿Qué se supone que significa eso? ¿Será el santo grial de los elogios?'»

Bajo esa fachada displicente hay una cantante y compositora que ha estado trabajando para tener éxito en el negocio de la música desde la adolescencia. (Charli una vez se lamentó frente a su padre de que «su carrera no estaba yendo para ningún lado». Tenía 14 años.) Su nombre verdadero es Charlotte Aitchinson y se crió en el suburbio acomodado de Bishop’s Storford, una pequeña ciudad con muchos trabajadores que viajan todos los días al distrito financiero de Londres. Su padre, escocés, tenía un negocio de serigrafías pero también aspiraciones musicales: una vez reservó un boliche en Stortford y lo llenó aduciendo que tocarían los Sex Pistols, pero después anunció que habían cancelado a último momento.

Charli dice que adoraba a Britney Spears y a las Spice Girls, y se confiesa fanática de películas como Escuela de rock («Cuando la vi pensé: ‘Wow. ¡Quiero aprender eso!'»). Pero se empezó a tomar la música en serio cuando se abrió una cuenta en MySpace y descubrió la escena electro-pop europea de mediados de la década del 2000, en particular el sello francés Ed Banger y su lista de artistas, como Justice y Uffie. Su padre se interesó por la pasión de su hija única y le ofreció financiarle un disco, 14, su primer LP grabado de manera independiente.

Charli hizo un contacto online con un productor que la invitó a tocar en una rave, en un lugar llamado Peanut Factory, en el este de Londres, que resultó ser su primer recital en serio. Esto no se parecía nada a la pacífica ciudad donde cursaba el secundario en una escuela privada elitista, con apenas 20 compañeros de clase. «Todo el mundo estaba drogadísimo», recuerda sobre ese recital, y señala que estaba vestida como Lady Gaga en el video de «Paparazzi», pero tres años antes de que ese video se estrenara («Anteojos enormes blancos, peluca rubia, calzas amarillas y negras»). «Me paré arriba de un cajón de mierda y tuve que cantar sólo con el iPod», dice riéndose. «Fue bastante rudimentario, había un montón de gente vestida con cat suits de cebra.» Su madre, una enfermera de Uganda, la llevó al recital y esperó pacientemente en la parte de atrás. (Sus padres la van a ver cada vez que Charli toca en Londres y la llaman para mantenerla al tanto de sus estadísticas, como por ejemplo cuánta gente vio sus videos en YouTube. Cuando conozco a su padre en Londres, me pide que prenda el grabador para corregir un pequeño detalle: Wikipedia informa el nombre de su ciudad natal incorrectamente, y eso lo vuelve loco.)

Charli viajaba con frecuencia a Londres para tocar, y en 2008, cuando tenía 16 años, un cazatalentos de Atlantic vio uno de sus shows nocturnos en un pub y le ofreció un contrato. Grabó un EP y salió de gira con dos músicos. Tocó en eventos como SXSW con su atuendo característico: pollera a cuadros, top cortito, pelo larguísimo y ondulante. Dice que el sello no se metió demasiado con su música, pero que tuvo que soportar críticas irritantes a su apariencia de parte de los ejecutivos de mediana edad. «Onda: ‘Tu look no está bien, no parecés una estrella pop'», dice, imitando el tono burlón con un gesto de hastío. «Y yo les decía: ‘Bueno, será porque no lo soy, y me importa un carajo lo que ustedes piensen de cómo debería verse una estrella pop’.»

Dice que bajó un poquito los decibeles de su actitud belicosa en su primer disco, el encantador True Romance, «porque tenía miedo de lo que fuera a decir la gente». A pedido del sello, dejó «I Love It» afuera del LP porque pensó que no iba a encajar. «Cuando compongo mis canciones, primero visualizo los videos», dice. «Si no veo el video, sé que es una canción que no quiero para mí. No podía visualizar ‘I Love It’, y por eso la vendí.»

Tuvo que observar cómo Icona Pop, el dúo de suecas que parecen modelos, transformaron el track en un éxito mundial: la canción obtuvo el doble platino en Estados Unidos, llegó al tercer puesto en el Hot 100, y musicalizó una memorable noche de cocaína en Girls, la serie de HBO. Charli dice que a ella y al productor Patrick Berger los hicieron «sentir para la mierda, además de que no nos dieron el crédito suficiente por lo que habíamos hecho». Pero con «I Love It» ganó dinero como para comprarse un departamento nuevo que está decorando «como si fuera el palacio del porno» y, aún más, le dio libertad para crear. «La canción ‘I Love It’ definitivamente logró que mi compañía discográfica se sentara conmigo y me escuchara», dice. «Pero me enojé mucho con la industria de la música, porque todo el tiempo me pedían que compusiera otra igual.»

Para cuando Charli y Berger se sentaron a trabajar con Sucker, «estábamos muy enojados», dice mientras come pollo frito en Londres, unas semanas antes de su gira por Estados Unidos. Llevó su frustración al estudio de Berger en Suecia y terminaron con un disco de punk puro y duro. Después, atemperó la mezcla con colaboraciones con Rivers Cuomo, Greg Kurstin (el arma secreta de Lily Allen), Rostam Batmanglij de Vampire Weekend y Justin Raisen, un colega de toda la vida. El resultado es pop femenino y empalagoso, punk estridente y electrónica innovadora: todo eso en un mismo track.

Hoy, Charli sale de gira con una banda de chicas que se visten con uniformes de porristas que dicen SUCKER adelante, un guiño a los grupos femeninos de los 60, a las pandillas de chicas malas de sus películas preferidas (Los ángeles de Charlie, Bromas que matan) y a la escuela secundaria, donde la norma es sentirse desclasado, extraño y angustiado. Su último video, para el tema «Break the Rules», la canción caprichosa de Sucker, lleva esa visión un paso más allá: en él es una adolescente rebelde que va a la fiesta de graduación con un vestido de breteles finitos y termina empapada de pintura, al estilo Carrie, por una chaperona desagradable interpretada por la actriz Rose McGowan. Charli filmó el video en una escuela de Los Angeles mientras los alumnos tomaban clases, así que tuvieron que silenciar la parte de la letra que dice «drogarme y hacerme mierda» durante los playbacks.

Charli tiene un lema: «La primera idea es la mejor idea». Compone rápido y no elabora demasiado la letra ni se queda dándole vueltas a un estribillo: en sus sesiones, no existen las reescrituras a lo Max Martin. «A Charli le importa un carajo todo salvo lo que ella siente, y eso es lo más copado que existe», dice Antonoff. Se le ocurrió «Break the Rules» en el estacionamiento del estudio de Quincy Jones en Los Angeles, durante un descanso de las sesiones. «Salí a fumar y se me ocurrió esta idea, así que la canté en el teléfono», dice. «Entré de vuelta y les dije: ‘Chicos, ¿qué les parece esto? ¿De tan tonta termina siendo lo mejor que escucharon?'»

De hecho, ya dejó atrás a Sucker, porque hace un año que está con esas canciones, y tiene muy adelantado su próximo disco. «Es super-hiper-realista, inspirado en el J-pop, pero también más urbano que todo lo que hice hasta ahora.»

La inspiracion para el video de «Break The Rules» provino de la fuente preferida de Charli: los 90, la década en que nació. «Hay una foto que le sacó David LaChapelle a Marilyn Manson en la que él es el preceptor y tiene un cartel en la mano que dice: ‘Stop'», dice Charli, y añade que cuando McGowan aceptó participar del video, «casi me hago pis encima».

Charli puede dar cátedra de casi cualquier aspecto relacionado con la cultura de los 90. Es experta en las películas de esa década (Jóvenes brujas), desfiles de moda (Versace) y la guerra del brit-pop («¿A quién elegiste? ¿A Oasis? ¡No! ¡Blur!»). «Me encantan los 90 porque, a diferencia de otras décadas, hubo una mezcla muy ecléctica de estilos», dice. «Mucho más que en los 60 o en los 70, cuando la onda y el sonido eran mucho más uniformes. Para mí, los 90 son las Spice Girls y Britney. Para vos, es Nirvana y el grunge. Para otros, es MC Hammer. Todas esas cosas eran muy populares y todos los looks eran diferentes y muy prominentes.»

Adentro de un auto que avanza muy pero muy despacio entre el tráfico de Camden un sábado a la noche, se lanza con una diatriba contra el aburrimiento de la cultura pop. «¿Por qué, en los últimos diez años, la gente cree que los músicos tienen que ser aburridos para tener éxito? ¿Por qué la gente quiere gustar? ¡Es una estupidez!», dice. Su voz se pone todavía más aguda y se acomoda en el borde de su asiento. «¡Es tan aburrido! ¡No te puede gustar todo el mundo! ¡Odiás algunas cosas! ¡Decí qué es lo que odiás! Por ejemplo, yo odio a Pitbull, ¡y me importa un carajo! ¡Es una mierda! ¡Y está bien! Tal vez él odie mi música, ¡está todo bien!» No sorprende que el sello de Charli le haya pedido que se entrene para aparecer en los medios; después de terminar, su instructora les dijo a los ejecutivos que nunca había tenido una alumna peor. «Pensé: ‘¿Qué mierda fue lo que hice mal?'», dice Charli.

A pesar de su confianza radical, durante los últimos años Charli ha sufrido ataques de pánico que parecen agarrarle en los peores momentos. «Tuve uno muy feo cuando estaba en el estudio con Benny Blanco y Cashmere Cat», dice. «Salí corriendo a través de la ventana del primer piso y me llevé puestas casi todas las cortinas.» ¿Por qué esa salida tan poco convencional? «Era eso o tener que pasar por al lado de ellos y soportar una conversación larguísima sobre qué me estaba pasando, así que pensé: ‘La ventana’.»

Charli dice que no le da ansiedad que sus fans la reconozcan, cosa que ha comenzado a suceder cada vez con más frecuencia desde su participación en el video de «Fancy», de Iggy Azalea (inspirado en el film Ni idea; Charli hace el papel de Brittany Murphy). «Para ser honesta, lo que disparó los ataques fue un festival en Brasil donde me drogué demasiado», dice. Durante diez días, salió de joda como una estrella de rock, y volvió a Inglaterra cuando «Fancy» estaba por la estratósfera. La realidad le pegó duro. «Me estaba volviendo loca», dice. «En mi casa empezó a sonar ‘I Love It’ y destrocé la radio contra la pared. Me sentía como Hulk.»

Pero dice que la chica un poco rara de su primer disco sigue ahí. Su círculo íntimo es muy pequeño: una amiga de la infancia es su asistente y otra maneja la mesa del merchandising durante las giras. «No es muy fácil hablar conmigo la mayor parte del tiempo», dice. «Soy un poco extraña. A menos que esté borrachísima: ahí soy muy simpática.»

Sucker la ayudó a liberarse. «Antes me preocupaba por ser cool», dice Charli. Deja su vodka con soda y me mira a los ojos, parafraseando sin darse cuenta uno de los versos de su letra más famosa: «Ahora me doy cuenta de que en verdad no me importa».

POR CARYN GANZ – FOTOGRAFIA DE TERRY RICHARDSON

Fuente: Rolling Stone

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