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Son seis obras realizadas sobre medianeras de seis edificios porteños; participaron doce artistas.

A varios metros de altura, entre publicidades de productos y políticos en campaña, hace pocos días emergieron seis murales pintados en medianeras de edificios por doce artistas referentes del street art y convocados por el gobierno de la ciudad. Las obras se pueden ver en distintas zonas de Palermo, donde se aplicó la primera experiencia de este tipo, que podría llegar a otros barrios en los próximos meses.

«Los murales de altura son una tendencia en todo el mundo y Buenos Aires tiene todas las condiciones para pintar porque existe un gusto por ello», contó a LA NACION Luis Blasco, de la productora Underground, a quien le fue encargado el proyecto. «Nunca se había realizado una intervención a tanta altura. En la ciudad, hay mucho muralismo, pero no tan grande. Fue un gran reto para nosotros y los artistas», agregó.

El último de los murales se terminó de pintar hace pocos días en la esquina de Scalabrini Ortiz y Soler. Fue el más grande de todos, con 25 metros de alto por 10 metros de ancho, realizado por los artistas Martin Ron y Nase, de origen holandés. Los otros están situados en Malabia y Córdoba (Lean Frizzera y Spok), Honduras y Humboldt (El Marian y Roma), Niceto Vega y Godoy Cruz (Alfredo Genovese y Gordito), Niceto Vega y Uriarte (Pant y Paul Loubet), y Cabrera y Humboldt (Grolou y Dame).

«La práctica del muralismo es una tendencia europea y brasileña, donde está el point del arte contemporáneo latinoamericano. En Brasil, hay una explosión de la actividad que es impulsada por el gobierno. Acá ocurre algo similar, pero sin apoyo estatal», explicó Lean Frizzera, quien pintó el dragón de tres cabezas que puede verse en el edificio de Malabia, a pocos metros de la avenida Córdoba. «La devolución de la gente fue muy copada. Se viralizó por toda la Web y significó un gran impacto», aseguró. Para poder pintar en las medianeras, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público solicitó el permiso correspondiente a los consorcios.

Fuente: La Nacion