El abogado penalista de las causas más polémicas afirmó que «todo el mundo merece tener una defensa»

Entre sus clientes estuvieron los acusados por el crimen de Matías Bragagnolo y el primer absuelto en una causa por delitos de lesa humanidad. 



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Entre sus clientes estuvieron los acusados por el crimen de Matías Bragagnolo y el primer absuelto en una causa por delitos de lesa humanidad. 




El penalista Carlos Broitman cuenta que le gustan los «desafíos» y esa es su motivación para aceptar causas que otros abogados descartarían, como la defensa de Henry López de Jesús Londoño, alias Mi Sangre, sindicado por la policía de Colombia como el mayor proveedor de cocaína del cartel mexicano Los Zetas y «el narco más importante del mundo», según lo definió el secretario de Seguridad, Sergio Berni.

«La estrategia de la defensa es demostrar que es un perseguido político de Estados Unidos y Colombia, él quiere vivir acá», explica Broitman en referencia a «Mi Sangre».

Sin embargo, en una entrevista con minutouno.com contó que esa no es la única causa de narcotráfico en la que interviene: se hizo cargo del caso de los hermanos Eduardo y Gustavo Juliá, presos en Barcelona por tripular un avión cargado con una tonelada de cocaína; también de la causa de Carlos García, un despachante de aduana imputado por traficar 100 kilos de droga en filtros de pileta; defendió al colombiano Ignacio Álvarez Meyendorff, extraditado a los Estados Unidos, y luego a otrod miembros de esa familia en la investigación por la operación antinarcóticos «Luis XV».

«Todo el mundo merece tener una defensa. Hay causas armadas, gente a la que le pusieron droga. Yo no asesoro a los narcotraficantes, no soy parte de ellos. Combato al narcotráfico y con mi experiencia me gustaría formar parte de una organización gubernamental o dentro del Congreso para ayudar a erradicar la droga del país. Hasta utilizaría gente que fue condenada, porque de lo contrario, ¿dónde queda la resocialización?», explica.

La causa más «polémica»

Matías Bragagnolo murió en 2006 a los 16 años. Él y unos amigos salieron de una fiesta en un departamento en el barrio de Palermo para comprar bebidas en un kiosco, cuando pelearon con un grupo de adolescentes: el joven recibió un golpe en la cabeza, fue maltratado por el policía Luis Villegas y falleció horas después.

Broitman defendió a tres de los acusados, que en ese entonces eran menores. «Fue el caso más polémico que tuve, por lo que representó. Uno de mis defendidos era el hijo de un amigo y yo sabía que no tenía nada que ver con la muerte de Matías», relata el penalista, quien opina que «Bragagnolo puede haber tenido una muerte súbita y ya se verá lo que fue la causal real del deceso, pero no fue por la participación de todo un grupo, hubo una pelea mano a mano».

«El juicio de mi vida fue el caso Timarchi»

El comisario de la Policía Federal Miguel Ángel Timarchi estaba acusado de haber intervenido en la Masacre de Fátima. «Fue el primer absuelto en una causa de este tipo, como caso emblemático a un nivel importante de jerarquía. Demostramos que no fue partícipe, todos fueron condenados a perpetua menos él. Fue el único absuelto. Ese caso fue mi mayor victoria como abogado».

Broitman conoció a Timarchi en 1997, cuando el comisario lo contactó con el fin de hacer una querella contra Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, la agrupación HIJOS y Quebracho que le habían realizado un escrache. «Los acusamos por calumnias e injurias, porque a él lo querían sindicar en algo que no era. Años más tarde, de querellante terminó en acusado. Sabiendo el día que lo iban a detener, él esperó y se presentó. Trabajó codo a codo conmigo en la defensa. Se enfermó de cáncer y descuidó su salud en pos de limpiar su nombre, defender a su familia. En libertad, a los dos años murió de cáncer. No pudo disfrutar», se lamenta el penalista.

En cuanto a los motivos que lo llevaron a asumir la defensa de Timarchi, argumenta: «Lo hice por convicción. Fue una pelea a capa y espada, al mejor estilo Hollywood. Las familias de las víctimas me querían masacrar, había más de mil personas esperándome cuando salía del tribunal. Pero yo no sólo creía en la inocencia del comisario sino que también otros abogados cuando vieron mi empeño se pusieron a mi disposición. Llegamos a ser un equipo de 17, todos trabajando, hasta gente que me traducía y me enseñaba alemán. Ese fue el juicio de mi vida».

Consultado sobre cómo se sintió al tener a los organismos de derechos humanos en contra, Broitman respondió: «Todos los extremismos son malos. No hay que poner a todos en la misma bolsa. Hay que ser objetivo. Yo lo dije en mi alegato: no me vengan a mí a hablar de lo que es una represión porque yo fui víctima: fui secuestrado y torturado en 1977».

«No sólo me vino a pedir explicaciones gente de organismos de derechos humanos, se me vino encima gente de la colectividad. Tuve que aclarar a la DAIA y a la comunidad judía de Nueva York qué estaba haciendo, si defendía represores… yo decía que tenía la convicción», recordó el abogado y subrayó: «Fue mi mayor logro profesional. Derrota, lo que se puede decir derrota, no he tenido. Dentro de las circunstancias siempre me fue muy bien».

Su límite: «Yo a Mangeri no lo defiendo ni por todo el dinero del mundo»

Consultado sobre qué prioriza a la hora de aceptar un cliente, Broitman responde: «No me fijo si es inocente o no, de ese modo no lo podría defender. Yo me fijo si ese caso lo voy a poder defender con mis convicciones como si fuera inocente. Pero si es inocente o no, no me interesa. Si yo puedo asumir una defensa plena, como si fuera la persona más inocente del mundo. Si puedo asumir ese rol interno me concientizo y creo puedo hacer lo mejor. No me importa su inocencia».

Sin embargo, aclara con énfasis: «Yo a Jorge Mangeri no lo defiendo ni por todo el dinero del mundo ni aunque me lo pidan las personas que yo más quiero. Violencia de género, abusos sexuales, no acepto. Me han llegado clientes por delitos sexuales y los rechacé. Me juraron inocencia, pero no quise. Va contra mí. No prejuzgo, pero me abstengo, sé que no puedo llevar adelante una defensa técnica limpia y sana de la persona, ese es mi límite».

Los gajes del oficio

Broitman reconoce haber recibido amenazas por su trabajo, aunque minimiza su efecto. «Del otro lado del caso me han pedido que me aparte, me ofrecieron dinero en una causa de un escribano para que lo deje de defender. Me han perseguido, me han escupido, hace años me apretaron y los querellé. Tuve presiones porque querían que yo dijera algo, pero nunca pasó nada serio», relata.

«Agarraron a una ex novia mía, hicieron como que la iban a violar para que yo dijera algo. Esa fue la única presión grande que recibí. Me mantuve muy bien, llamé a la Policía, querían que yo diera el lugar donde se encontraba un cliente mío», agrega.

Cuando se le pregunta cómo se comunica con sus clientes y si tiene los teléfonos pinchados, se ríe y responde: «Sería ilegal si ocurriera eso. Yo sólo mantengo conversaciones de abogado a cliente. Tengo toda la tranquilidad porque trabajamos con profesionalismo en causas por lavado de dinero, narcotráfico, extradiciones. Me llegan esos casos porque ganamos, porque pusimos límites. Es una cadena, uno se va especializando en la vida».

Fuente: minutouno.com

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