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Y nada indica que la situación vaya a mejorar pronto ya que los huelguistas votaron seguir la protesta al menos hasta el 7 de febrero, según Julien Lambert, del sindicato CGT, el más movilizado contra la controvertida reforma del sistema de pensiones francés.
«Francamente es un asco… ¡Horrible! ¡Horrible!, dijo a la AFP Joël Bonnet, un jubilado, frente a una montaña de basura que se alzó en una esquina del prestigioso distrito VI de París.
«¡Es huelga tras huelga tras huelga… ¡Es insoportable! Y lo preocupante es ver a las ratas viniendo para el open bar en las calles», se quejó Catherine Lemoine, una mujer de unos 40 años.
Los comerciantes se quejan también de la situación que se vuelve cada día más difícil de manejar.
«Conservamos una parte de nuestra basura en el sótano porque ya no hay dónde ponerla. Si la huelga sigue, va a ser complicado», comenta León Castro, empleado en un restaurante parisino.
En la ciudad portuaria de Marsella (sureste) se vive una situación similar. Los empleados en huelga bloquean desde hace diez días los centros de clasificación de residuos y en las calles se amontonaron unas 3.000 toneladas de residuos, según las autoridades locales.
Los recolectores de basura se alzaron en armas ante la intención de Macron de fusionar los 42 planes de pensiones diferentes y que permiten a algunas categorías de trabajadores, incluyendo los funcionarios, jubilarse anticipadamente.
Fuente: Ámbito