Putin empujó a Finlandia y Suecia a la OTAN: las consecuencias para el orden de Europa

La brutal agresión rusa a Ucrania redibujó el roden mundial, pero no como el Kremlin esperaba



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Con el anuncio de los dirigentes finlandeses de que quieren que el país se incorpore a la OTAN, y todos los indicios que apuntan a que Suecia haga lo mismo, está más claro que nunca que el intento de Vladimir Putin de reestructurar fundamentalmente el orden de seguridad europeo ha funcionado. Pero no ha funcionado como el presidente ruso había previsto en lo que se refiere a las relaciones OTAN-Rusia o Rusia-EEUU.

La neutralidad como estatus en el derecho internacional y como postura en política exterior ya no se consideran formas viables para que los países más pequeños naveguen por las zonas de peligro de las rivalidades entre grandes potencias. El antiguo imperativo constitucional de ser neutral no ha protegido a Moldavia de las amenazas rusas de que podría ser el siguiente en la lista de territorios que el Kremlin quiere conquistar en sus intentos de restaurar una esfera de influencia rusa al estilo soviético.

Pero la brutalidad de la guerra en Ucrania, su proximidad a las fronteras de la UE y la OTAN, y el peligro de que el expansionismo de Rusia no se detenga allí, hacen que sea fundamental para la supervivencia de los Estados cercanos replantearse sus acuerdos de seguridad. Eso es lo que están haciendo Suecia y Finlandia, y la respuesta que se les ha ocurrido es unirse a la OTAN.

La neutralidad ha funcionado, especialmente en el caso de Finlandia, tanto en la guerra fría como en la posguerra. Sobre la base del tratado de paz aliado con Finlandia de 1947 y el acuerdo finosoviético de amistad, cooperación y asistencia mutua de 1948, la neutralidad finlandesa significaba que el país no debía “concluir ni unirse a ninguna coalición dirigida contra” la Unión Soviética a cambio de una garantía aliada de la soberanía e integridad territorial del país.

Por lo tanto, la solicitud de Finlandia de ingresar en la OTAN podría considerarse un incumplimiento de la obligación que le impone el tratado. La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 es muy específica sobre el hecho de que “todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”. A menudo se hace referencia a esto con la noción de pacta sunt servanda (los acuerdos deben cumplirse).

Sin embargo, la convención también establece que puede invocarse un “cambio fundamental de circunstancias” como razón para retirarse de un tratado si “la existencia de esas circunstancias constituía una base esencial del consentimiento de las partes en obligarse por el tratado”. Está claro que la agresión de Rusia contra Ucrania constituye un cambio fundamental de circunstancias.

Fuente: Infobae

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