La salud mental de los niños: por qué los especialistas creen que hay que replantear el manejo de la pandemia

Un documento publicado por la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica alertó que la emocionalidad de los niños "está siendo afectada" y que se redujeron las tasas de vacunación, entre otros problemas. Qué proponen



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“COVID-19: es necesario replantear la estrategia” es el nombre de un documento difundido por la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (Slipe) y firmado por especialistas de varios países, entre los que figuran algunos de los expertos que asesoran en la pandemia al gobierno argentino.

Pediatras, infectólogos, salubristas y epidemiólogos de la Argentina, Costa Rica, Colombia, Chile, República Dominicana, Guatemala, Perú, Uruguay, El Salvador, Panamá, Venezuela, Brasil, Nicaragua y México sostienen que siete meses después de la aparición de una misteriosa neumonía en Wuhan, China, y con más de 19 millones de casos confirmados, la pandemia de COVID-19 se convirtió en la peor crisis de salud pública en un siglo.

“Más de 700 mil personas han muerto, y ello ha ocasionado un grave daño social, político, emocional y económico, con serias repercusiones en el ámbito personal, laboral y familiar”, señalaron los autores, quienes aseguran que se esperaba “una pandemia por el virus de influenza y, la COVID-19, hoy se sabe que no se comporta parecido a las pandemias tradicionales”.

Aun cuando la afectación del grupo pediátrico es menor, el aumento en los reportes de los casos de Síndrome Inflamatorio Multisistémico asociado a COVID-19 hace suponer a los expertos que no es una infección tan inocua en pediatría, como al inicio se suponía.

Así, para ellos, “el cierre escolar aumenta la inseguridad alimentaria”. “Para muchos niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad socioeconómica, las escuelas no son sólo un lugar para aprender, sino también donde se alimentan de forma saludable”, advirtieron, al tiempo que señalaron que “las investigaciones demuestran que el almuerzo escolar está asociado con mejoras en rendimiento académico, mientras que la inseguridad alimentaria (dietas irregulares o poco saludables) se asocia con bajo nivel educativo y riesgos sustanciales para la salud física y mental”. Asimismo, “la brecha las habilidades matemáticas y de alfabetización entre los niños de niveles socioeconómicos más bajos y más altos se amplía durante los períodos de vacaciones escolares. Aún en países con una amplia conectividad y con capacidad de implementar enseñanza remota, se dan diferencias en desempeño de los hogares de bajos recursos comparados con los de recursos más altos”.

Para ellos, no hay duda de que “en el mediano y largo plazo, la pandemia generará un impacto en la salud de los niños, pues el confinamiento afecta su desarrollo integral, limita el acceso a vacunas y alimentos y coarta su necesaria recreación, así como sus posibilidades de continuar recibiendo educación. Afecta, además, el aspecto emocional, con manifestación de conductas agresivas o de regresión, ambas difíciles de manejar y a su vez compromete los aspectos sociales y de intercambio entre pares”.

Al inicio de la pandemia -consideraron- “el martillo fue un buen recurso para lograr aplanar la curva como una medida de contención”. “Esto permitió ganar tiempo para preparar a los servicios de salud de atención directa a las personas (hospitales, camas en UCI, equipo de protección personal), atención primaria, capacidad de laboratorio, fortalecimiento de la capacidad operativa en el seguimiento y control de los casos y los conglomerados, educación a la población, ajustes económicos para proteger a las personas de los quintiles menos ricos, preparación con protocolos de las actividades productivas y diferentes estrategias para reducir riesgo de contagio (teletrabajo, suspender clases en escuelas, colegios y universidades, cierre de fronteras aéreas y terrestres) -señalaron-. Esta primera etapa de contención se implementó empleando diferentes tipos y temporalidades de las restricciones, algunos más estrictos, otros más laxos”.

La etapa de danza, dirigida a flexibilizar las medidas restrictivas según el comportamiento de la curva, “permitió retomar progresivamente algunas actividades, y, al igual que el martillo, fue heterogénea en términos de tiempos y medidas tomadas cada país”.

“América Latina y el Caribe (LAC) es una de las regiones del mundo con mayores desigualdades sociales, sanitarias y económicas”, consideraron los expertos. Por lo tanto, para ellos, “cuando el virus comienza a circular en la comunidad, afecta a poblaciones en condiciones de pobreza, que viven en hacinamiento, con limitado acceso a servicios de salud y saneamiento básico. Estas poblaciones se desempeñan en empleos informales o están desempleadas, por lo cual, la implementación de restricciones que requerirían una etapa de martillo se tornaron complejas y difíciles de aplicar”.

Por eso, para ellos, “a partir de la experiencia y lecciones aprendidas, la estrategia del martillo y de la danza debe ser replanteada”. “El mismo Tomás Pueyo ha dicho en diferentes entrevistas que la estrategia no incluye martillazos intermitentes, sino más bien propone aprender a danzar de manera inteligente y ordenada”, aseguraron.

Fuente: Infobae

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