Cómo se vive en la ciudad de Tailandia que fue invadida por más de 8 mil monos

En Lopburi, lo que comenzó siendo una atracción turística se convirtió en una pesadilla



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Lopburi, la otrora capital de un reino siamés y repositorio de arquitectura antigua, es una ciudad bajo acecho. Los macacos cangrejeros, una especie del Sureste Asiático con ojos penetrantes y una naturaleza curiosa, han abandonado los templos en los que antes eran venerados y han tomado el corazón de la ciudad antigua.

Su creciente población, al menos 8400 en el área donde la mayoría está concentrada en algunas cuantas cuadras de la ciudad, ha diezmado partes de la economía local. Con grupos territoriales de macacos deambulando por el barrio, docenas de negocios —incluyendo una escuela de música, una tienda de oro, una barbería, una tienda de celulares y un cine— han sido obligados a cerrar en los últimos años.

La pandemia de coronavirus se agregó al caos. Los juguetones monos atraían a grandes cantidades de turistas, así como a fieles budistas, quienes creen que alimentar a los animales es una acción digna de mérito. Sus ofrendas favoritas incluían yogur de coco, gaseosa de fresa y paquetes de aperitivos de colores brillantes. Ahora los macacos no entienden dónde ha ido la fuente de su sustento. Y están hambrientos.

A través de los años, los monos se mudaron a edificios abandonados. Rompen exhibidores y sacuden los barrotes instalados para mantenerlos fuera. A menos que los guardias de seguridad estén vigilando, los monos arrancan antenas y limpiaparabrisas de los autos estacionados.

Capturar a los monos para las operaciones es una gran labor, dijo Narongporn, el funcionario de la vida silvestre. El primer día de la campaña de junio, los atrapamonos vistieron uniformes camuflaje y atrajeron con comida a los animales hacia las jaulas. Sin embargo, para el segundo día, los monos sabían que debían evitarlos. Los atrapamonos tuvieron que cambiar su atuendo y vestir pantalones cortos y camisetas florales, para hacerse pasar como vacacionistas.

“Los monos son listos”, dijo Narongporn. “Ellos recuerdan”.

Debido a que el coronavirus evita que muchos turistas y peregrinos budistas visiten Lopburi, los residentes locales se han encargado ellos mismos de alimentar a los monos.

Fuente: Infobae

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