“After-beach” vs. “Deck-party”: una playa privada de Pinamar lanzó las fiestas en burbuja

Un parador armó espacios delimitados por decks. En los alrededores, otra vez, cientos de jóvenes bailaron sin controles.



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«Dale ahora, antes de que caiga la policía», dice la chica del sombrero de playa e intenta sacarse una selfie con un grupo de amigos. La playa pública, como en los últimos días, está llena de adolescentes que bailan en el after-beach y toman latas de cerveza y vasos de fernet. Esta vez, los uniformados no aparecieron para tratar de dispersarlos, y del parador Boutique organizaron un deck-party, un segundo baile en burbujas para seis personas.

Cada burbuja tiene unos bancos hechos de pallets, que son la tarima para el baile. Los organizadores aseguran que eran para 6 a 8 personas, pero los chicos se mueven de un lado a otro para estar con sus amigos. Alguien para la música: «Chicos, si no se acomodan, tendremos que cortar la música».

Del otro lado del cordón, la fiesta sigue. «Ey, ey, ey», saltan. Una chica de buzo blanco se sube a los hombros de un amigo. Otras la imitan, y los vendedores de chipá mueven sus canastas de mercadería arriba de la cabeza. De uno y otro lado, la fiesta es sin tapabocas, aunque del privado hay más de distanciamiento social. La tarde cae, mientras unos policías charlan con unos turistas y sus heladeritas. El baile en burbujas termina rápido, a las 19. “La Municipalidad cerró todo por ‘incitación a la fiesta’”, cuentan a este diario.

Media hora antes, Gabriela (36), levantaba campamento en el lado público de la playa. Con su hija de un año en brazos, cuenta que los sorprendió la fiesta. “Había cuatro chicos bailando, y de repente fueron llegando más, por eso nos vamos”, explica. “Los protocolos de playa son un chiste y era obvio que iba a pasar esto, si estaban los boliches cerrados”, agrega.

El grupo de Rocío, Emiliano y Tomás es el primero que Clarín encuentra que no es de Rosario. Son de Pilar y la Ciudad de Buenos Aires y tienen entre 24 y 21 años. La explicación: «Estamos trabajando para un parador e invitamos a la gente a tomar algo al barcito. Y de paso aprovechamos para aflojar un poco, porque nosotros también queremos salir», cuenta Emiliano.

Rocío dice que «por el momento» no le preocupa contagiarse, porque está sola en Pinamar, sin la familia. «Si ellos estuvieran acá, sí me preocuparía», aclara y agrega que antes de regresar a Pilar no va a venir por algunos días, para no arriesgarse a contagiarlos.

A unos metros, hay unas veinte mochilas en el piso, alrededor de una heladerita. La mayoría trae malla, pero algunas chicas están en shorcitos de jean y sandalias de plataforma. Muchos se pusieron camisas blancas. No hay un solo tapabocas.

Fuente: clarin.com

Foto: fernando de la Orden



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