Los ataques de ciberacoso, o acoso sexual virtual, «tienen efectos duraderos, repetidos y prolongados; se producen sin necesidad de contacto ‘cara o cara’ protegiendo con el anonimato a los agresores; se realizan con gran rapidez y registran una gran amplitud de audiencia y ‘viralidad’; poseen durabilidad y permanencia», se enumeró.
Así como los casos de violencia de género y los femicidios no cesaron desde el 20 de marzo, cuando el Gobierno estableció el aislamiento social preventivo y obligatorio, los ataques anónimos (o no tanto) a mujeres y disidencias tras el escudo de internet tampoco cesaron.
MuMaLa publicó un informe realizado en 17 provincias argentinas por su observatorio de Mujeres, Disidencias, Derechos el año pasado que reportó que el 58% de las encuestadas «recibió comentarios sexuales no deseados, no consentidos a través de Internet» y que el «65% fue contactada por un desconocido a través de las redes sociales».
En ese estudio también saltó a la vista que el 75% de las adolescentes de entre 16 y 19 años fue contactada por un desconocido vía web, y encima un «un 25%» de estos hombres «buscaron un encuentro no virtual falseando nombre y edad».
De hecho, el estudio abarcó a mujeres, adolescentes e identidades sexogenéricas feminizadas, y la edad promedio a la que vivieron los primeros episodios de acoso sexual cibernético fue a los 9 años.
Por eso desde MuMaLá insistieron con la concientización sobre la posibilidad de que el aislamiento social vuelque a los acosadores al mundo virtual para seguir invadiendo la privacidad de sus víctimas.
Fuente: Minuto Uno