Cuatro años sin Fontanarrosa

Con personajes como Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra y su perro Mendieta supo ganarse el corazón de todos



No Banner to display

Con personajes como Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra y su perro Mendieta supo ganarse el corazón de todos




«De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nóbel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: ´Me cagué de risa con tu libro´, dijo, alguna vez, Roberto Fontanarrosa. Sí, nos reímos con cada uno de sus cuentos, pero en el alma de cada uno de nosotros dejó mucho más.

«El Negro», como todos afectuosamente lo llamamos, nació en Rosario en 1944. Su carrera empezó como dibujante humorístico y se destacó rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que hacía sus dibujos, protagonizados por el matón Boogie, el Aceitoso y el gaucho Inodoro Pereyra con su perro Mendieta, entre otros.

Su fama trascendió fronteras. Por ejemplo, Boogie, el aceitoso empezó a publicarse en un diario de Colombia, y después fue publicado durante muchos años por el semanario mexicano Proceso.

Se le conocía su pasión por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento 19 de diciembre de 1971 llegó a ser un clásico de la literatura futbolística argentina. Relata el día en que Rosario Central (el club de sus amores) venció a Newell’s Old Boys en la recordada semifinal del Torneo Nacional de 1971.

En él cuenta la historia de un hombre, «El Viejo» Casale, quien jamás en su vida había visto perder a Central en un clásico rosarino. Ante la importancia del partido de la semifinal de ese año, un grupo de amigos del hijo de Casale decidió invitarlo a que concurra al estadio a presenciar el encuentro ante su rival de toda la vida. Pensaron que la presencia del viejo les traería suerte a Central. Pero «El viejo» Casale se negó rotundamente aduciendo enfermedades del corazón. Ante esta negativa, los «canallas» planearon un secuestro y llevar engañado al «El viejo» Casale al Monumental, donde se disputaba el encuentro.

«¡La cara de felicidad de ese viejo, hermano, la locura de alegría en la cara de ese viejo! (…) te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de su vida (…) Y cuando lo vi caerse al suelo como fulminado por un rayo (porque quedó seco el pobre viejo) un poco que todos pensamos: «¡Qué importa!». ¡Qué más quería que morir así ese hombre! ¡Esa es la manera de morir para un canalla! ¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un ropero, basureado por la esposa y toda la familia? ¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle ganado a la lepra por el resto de los siglos, mira hasta lo envidio porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo esa, hermano! Yo elijo esa», relata Fontanarrosa en aquél cuento.

En los años setenta y ochenta, «El Negro» frecuentaba el bar El Cairo y se sentaba a tomar un café en la metafórica «mesa de los galanes», escenario de muchos de sus mejores cuentos. Hoy, sus amigos fueron hasta ese bar rosarino, se sentaron en su mesa, uno de sus lugares en el mundo, y lo homenajearon con el corazón.

Uno de los hechos por los que más lo recordamos a Fontanarrosa es por su exposición en el III Congreso de la Lengua Española que se desarrolló en Rosario, el 20 de noviembre de 2004. En el mismo dio la charla titulada «Sobre las malas palabras» y las defendió con uñas y dientes (ver video).

En 2003 le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica y desde 2006 usó frecuentemente una silla de ruedas.

En toda su vida se casó dos veces. Con su primera esposa tuvo a su único hijo, Franco. A su segunda esposa, Gabriela Mahy, lo conoció en 2002 y contrajeron matrimonio en noviembre de 2006.

El 18 de enero de 2007 anunció que dejaría de dibujar sus historietas porque había perdido el completo control de su mano derecha a causa de la enfermedad. Sin embargo aclaró que continuaría escribiendo guiones para sus personajes. Desde entonces, Crist se encargó de ilustrar sus chistes sueltos, mientras que Oscar Salas hacía lo mismo con sus historietas de Inodoro Pereyra.

El Negro murió el 19 de julio de 2007 a los 62 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio, una hora después de ingresar en un hospital con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda.

A su entierro fueron ciudadanos comunes, escritores, actores y autoridades de la política nacional. La marcha hizo una parada de unos minutos cerca del Estadio Gigante de Arroyito (estadio de Rosario Central), y continuó hacia el norte, hacia el cementerio Parque de la Eternidad en la vecina localidad de Granadero Baigorria, donde fue enterrado.

Cuatro años después, todos extrañamos a «El Negro».

Fuente: TN.com.ar

Publicado en: Espectáculos   Etiquetas: , ,


Articulos relacionados