La Bomba de Tiempo: Una celebración percusiva y vital

La Bomba de Tiempo. El colectivo de percusionistas reeditará hoy su fiesta en el Luna Park. Sus directores cuentan de qué se trata y el fenómeno, que a nueve años de su nacimiento sigue creciendo sin techo a la vista.



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La Bomba de Tiempo. El colectivo de percusionistas reeditará hoy su fiesta en el Luna Park. Sus directores cuentan de qué se trata y el fenómeno, que a nueve años de su nacimiento sigue creciendo sin techo a la vista.




Como en la más ancestral de las ceremonias del hombre, los tambores de La Bomba de Tiempo retumban contra las paredes del Konex. En medio de la multitud extasiada, Titillo abre los brazos, cierra los ojos y gira sin parar sobre su propio eje en un viaje por su propia galaxia, esa que late al compás del corazón y los cueros.

“La Bomba es meditación en movimiento; en el momento del baile el pensamiento queda completamente anulado y aparece algo que no sé qué es. Es meditación, no hay materia, y como no tiene explicación es bárbaro”, dice el tipo, que viaja liviano en su bicicleta. Su danza también volará esta noche en el Luna Park, donde el grupo presenta su primer DVD en vivo, La Bomba de Tiempo, El trance del ritmo en estado puro, con invitados de lujo y pista de baile amplificada.

 La orquesta de tambores creada por Santiago Vázquez, hoy dedicado de lleno a su proyecto solista, viene agitando los lunes del Abasto desde hace nueve años. Es un grupo de percusión formado por 16 músicos, de los cuales ocho son directores. A través de un lenguaje de señas improvisan ritmos y van rotando al frente de la orquesta. El último lunes, Virus fue la banda invitada para elevar su música al ritmo de La Bomba. Marcelo Moura, aún agitado tras bajar del escenario, definía así la experiencia: “Son todos músicos de Primera A. Nunca pensé en lo que se vivía arriba del escenario con ellos. Tenés atrás una banda impresionante que lleva la canción a otro lado, a un lugar nuevo. Es todo improvisado, y eso habla de su excelencia. La percusión tiene una cosa muy corporal y arriba del escenario se siente en el cuerpo, te entra por los huesos”, explicaba, dando claves sobre esta fiesta masiva que pone en movimiento cuerpos de todos los idiomas.

“Acá hay que hacer un esfuerzo para no bailar. Cuando me permito que los tambores me afecten, ellos me mueven. Para afuera parece que bailo, pero en realidad son los tambores que me mueven. Lo que me enseñó La Bomba es que para bailar no tengo que hacer nada, simplemente dejar que el ritmo me baile, a mi forma, como yo lo expreso”, agrega Ezequiel, de 26 años, otro de los habitués de los lunes en el Konex.

Y mientras los bailarines preparan el cuerpo y el espíritu, la banda calienta motores para salir a escena. Alejandro Oliva, Andy Inchausti, Richard Nant y Juampi Francisconi, cuatro de los directores del grupo, explican la esencia profunda de su ritmo. “Lo interesante es que en La Bomba no está el estereotipo del percusionista; todos son compositores, tienen sus propios proyectos, muchos cantan, todos tocan otro instrumento; son músicos más que percusionistas”, dice el percu-trompetista Richard Nant.

“La Bomba es un conglomerado de estilos, géneros y orígenes diversos. Hoy somos 16: hay gente que tiene cuerdas de candombe, otros son percusionistas de formación más ecléctica, otros del palo afro brasilero, otros del folclore, hay grandes bateristas, sesionistas que vienen del jazz y de la música culta”, completa Oliva.

“Lo interesante es que el grupo creó un estilo nuevo, con las señas y la improvisación. Ese estilo creció y hoy un montón de grupos hacen algo muy similar, que para mí es el “Estilo Bomba”, dice Inchausti. “Hoy hay más transmisión de los orígenes y del conocimiento. Antes, para saber cómo componía una orquesta, los tangueros tenían que excavar para aprender. Lo mejor que le puede pasar a nuestra música es transmitirla y que se sepa. No atesorar el conocimiento como si fuera un poder especial”, agrega Nant.

Compartir es la clave. Y por las fiestas de La Bomba ha pasado todo el mundo: Calle 13, Café Tacuba, Rubén Rada, Pedro Aznar, Kevin Johansen, Hugo Fattoruso, Lisandro Aristimuño o Gustavo Cordera, entre otros. Pero Richard Nant recuerda uno muy especial. “Uno que marcó un antes y un después, por cómo entró y dónde se puso, fue Ricky Maravilla, que cantó la del Petiso, copó el centro del escenario y la gente explotó”.

Ahí van, se reinventan constantemente. Y a partir de la salida de Santiago Vázquez, el grupo se horizontalizó. “Repartimos las tareas que llevaba Santi, y se cristalizó una realidad que ya existía, porque el aporte siempre fue muy grupal y eso generó un enriquecimiento energético”, concluye Oliva.

Los tambores llegan al Luna

La Bomba de Tiempo acaba de lanzar su nuevo CD-DVD grabado en vivo en los días 24 y 31 de marzo de este año en Ciudad Cultural Konex. Participaron como invitados Los Auténticos Decadentes, Illya Kuryaki and The Valderramas, Los Cafres, Mariana Carrizo, el Chango Spasiuk, Victor Renaudeau, Buenos Aires Brass. Ese trabajo será presentado hoy en el Luna Park.

“El armado no es como el de cualquier show. Hay una platea atrás, y todo es una gran pista de baile, sin sillas ni nada. Es como llevar nuestras fiestas de los sábados a un lugar tres veces más grande”, explica Juampi Francisconi, uno de los directores.

Entre los invitados que ya están confirmados para esta noche, están Los Cafres, Miss Bolivia, Meta Caño -un grupo de diez músicos que trabaja con señas pero sólo con vientos armado por Richard Nant-, y otros más que guardan como sorpresa.

“El Luna es un lugar emblemático; yo hice la cola cuando era un chico para ver ahí Adiós Sui Generis, y ahora voy a tocar por primera vez, después de muchos años. Tiene una carga poderosísima llevar esto, que es tan verdadero, a ese espacio. Es alegría, celebración, ritual y una gran oportunidad para el encuentro con la gente nos sigue todos los lunes en el Konex. Es una locura”, se entusiasma Alejandro Oliva en la previa de la fiesta.

La Bomba de Tiempo; domingo 17 de agosto, a las 23 horas, en el Luna Park, Bouchard y Av. Corrientes. Entradas, $150, a través de TicketPortal.

Fuente: Clarín

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