Festival de cine de Gramado: «A luneta do tempo», candidata a los Kikitos

La ópera prima de Alceu Valença, músico y cantante puesto a cineasta, es en su desmesura un ejemplo de cine que aspira a la totalidad y con su estreno en el 42o. Festival de Cine de Gramado se transformó en firme candidata a obtener el premio en varias categorías.



No Banner to display

La ópera prima de Alceu Valença, músico y cantante puesto a cineasta, es en su desmesura un ejemplo de cine que aspira a la totalidad y con su estreno en el 42o. Festival de Cine de Gramado se transformó en firme candidata a obtener el premio en varias categorías.




Nacido hace 68 años en Pernambuco, Valença fue un huracán anoche sobre el escenario del Palacio de los Festivales, donde se lamentó por la trágica muerte del candidato presidencial del PSB, Eduardo Campos, para luego entrar en una verdadera euforia por mostrar al público su obra.

Trailer de «A luneta do tempo»

Demoró más de la cuenta en enumerar las virtudes de todos y cada uno de los miembros de su equipo que lo acompañaban, pero su alocución no molestó a la platea que conocía previamente su actividad artística, y que en «A luneta do tempo» (El telescopio del tiempo) se extiende al guión, la dirección, la música, la actuación y otros menesteres.

Esa característica de tumultuoso es la que invade su primera obra cinematográfica, que es en esencia un relato coral pero que se referencia en la figura verídica de Virgulino Ferreira da Silva, un «cangaceiro» conocido como Lampiao, y su compañera Maria Bonita, pareja romántica y guerrillera.

Los cangaceiros integraban una suerte de protoguerrilla que recorría el Nordeste brasileño en las décadas de 1920 y 1930 desafiando a la policía y a los «milicos» que actuaban en defensa de los grandes hacendados de la región en momentos de injusticia y hambruna.

«A luneta…» es una gran ópera sobre lo popular, con infinitos personajes episódicos, humor picante, diálogos pronunciados en octosílabos y un lirismo que no cae en la demagogia Allí están los personajes de «Antonio das Mortes», de Glauber Rocha, y el ambiente de «Macunaima», de Joaquim Pedro de Andrade, pero Valença no se queda allí porque también hay un circo cuyos artistas enamoran a las mujeres del pueblo y que bien podrían nacer de Federico Fellini.

«A luneta…» es una gran ópera sobre lo popular, con infinitos personajes episódicos, humor picante, diálogos pronunciados en octosílabos y un lirismo que no cae en la demagogia; con notables intérpretes y un protagonista, Irandhir Santos, que el año pasado ganó el Kikito como mejor actor por «Tatuagem», de Hilton Lacerda.

En la muestra competitiva de largos extranjeros se vio «Las analfabetas», del chileno Moisés Sepúlveda, que sobre una obra de teatro de Pablo Paredes narra la relación entre una mujer de alrededor de 50 años, analfabeta, y una joven profesora de letras que al principio viene a leerle los diarios y posteriormente a enseñarle a leer y escribir.

La situación es básicamente poco verosímil, porque nadie se explica cómo esa mujer llevó una vida más o menos normal de clase media como iletrada y por qué debió esperar a la llegada de esa chica para conocer la lectura, entre otras cosas como el acercamiento humano entre ambas.

Hay varias virtudes en el filme, sin embargo, como una dirección mesurada y una ambientación con detalles cuidados, pero además hay una actriz enorme (Paulina García, conocida en la Argentina por «Gloria») junto a Valentina Muhr, un compendio de talento y frescura.

En una ciudad de Gramado donde el frío no cesa aun en horas de sol y con una media de 2 grados por las noches, hay un lugar privilegiado para los cortometrajes que se exhiben dentro de la «Mostra competitiva de curtas brasileiros».

Así hubo mucho interés por «O coração do príncipe», del paulista Caio Ryuichi Yossimi, el primer corto abiertamente gay de la compulsa, en el que prevalece una estética de caja de bombones que le debe mucho a los trabajos de Henry Selick y Deane Taylor para Tim Burton, como «El extraño mundo de Jack».

La anécdota se reduce a la imposible convivencia del Príncipe del Día con el Príncipe de la Noche, aunque el segundo está perdidamente enamorado del primero y termina cometiendo un acto de suicidio, sin saber que el otro también lo quería.

Lo particular es que Caio apareció en  escena transformado en una exultante señorita de largo cabello rubio, ropa de alta costura y altísimos zapatos, curiosamente sin tacos, que desplegó uma enorme simpatía frente a un público complacido por su llaneza.

En cambio «Compêndio», de Eugenio Puppo y Ricardo Carioba, tuvo momentos infranqueables, con una duradera lluvia torrencial al principio que transformó la pantalla en una suerte de obra cinética de Gyula Kosice, para luego vagar en planos largos por distintas torres de una ciudad.

Tan sólo entonces apareció un ser humano (el actor Jean-Claude Bernardet), como un hombre en silla de ruedas que hace violentas acrobacias con una pelota de goma em lo que podría entenderse como el paso de la autosuficiencia a la frustración.

Otro corto de la competencia fue «Sem titulo # 1: Dance of Leitfossil», de Carlos Adriano, que es una curiosa forma de homenajear a otros apropiándose del material: aquí se ve a Fred Astaire y Ginger Rogers cumpliendo uno de sus vertiginosos bailes, aunque con un fado portugués de fondo.

En sus 5.30 minutos de duración por momentos la pantalla pasa a negro y en otros aparece un señor mayor que sonríe a cámara, en tanto el simpático Adriano cumple también las tareas de guionista, productor, fotógrafo, director de arte  y montajista.

Existe uma marcada expectativa por parte del periodismo por la llegada a Gramado del franco-argentino Jean-Pierre Noher, que esta noche debería recibir el Kikito de Cristal por su carrera, que en los últimos tiempos cumple en Brasil, pero versiones de la organización afirman que por razones profesionales arribará 24 horas más tarde.

Fuente: Telam.com

Publicado en: Espectáculos   Etiquetas: , , ,


Articulos relacionados