Cinco se nace y se hace

Kranevitter un fiel reflejo de la escuela de mediocampistas de River, capacitados para ser la columna del equipo. 



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Kranevitter un fiel reflejo de la escuela de mediocampistas de River, capacitados para ser la columna del equipo. 




Matías Kranevitter es una de las figuras de este River, de gran momento. El Colo es el motorcito del Millo en el medio. El encargado de otorgar equilibrio entre el ataque y la defensa. De cortar y distribuir rápidamente para que sus compañeros construyan las jugadas ofensivas. Tiene apenas 21 años, pero juega como si tuviera más calendarios sobre sus espaldas. Un prototipo de la eterna e histórica escuela millonaria de mediocampistas centrales. De Pipo Rossi al propio Kranevitter, hay varios nombres de peso y en Olé hacemos un repaso de cada uno. ¿Cuál fue el mejor de todos?

Pipo fue el primero de los grandes cincos que aparecieron en el mundo River. Gritón, con voz de mando, era el encargado de darle firmeza al poderos equipo de la década del 40. Una máquina de otorgarles indicaciones a sus compañeros. Caudillo con todas las letras, se marchó un tiempo a Colombia y luego volvió en los ’50 para ganar más títulos. Fueron cinco en total, con 155 partidos. Una gloria.

Otro que dejó una huella insustituible fue el propio Reinaldo Merlo. El famoso Mostaza, que jugó 15 años en River, debutando en 1969 y retirándose en 1984. Recordadísimo por su entrega y capacidad para recuperar en el talentoso mediocampo de los ’70 conformado por el Beto Alonso y J. J López. 562 partidos disputados por Merlo, con siete títulos. Otro hombre surgido de la cantera millonaria que triunfó.

A la hora de hablar de vueltas olímpicas, el que sobresale entre los históricos volantes centrales es el Leo Astrada, con doce títulos, siendo el más ganador de todos los tiempos. Presencia, quite y una inolvidable regularidad en el Negro en la década del 90. Reconocido por el pacman conformado con el Chapa Zapata en la época de Passarella como DT (lo llevó a la Selección) y emblema del equipo súper campeón de Ramón Díaz. Se retiró en 2003, ganándose el cariño completo de la hinchada, al igual que sus antecesores.

Un querídismo guerrero en la mitad de la cancha también fue Matías Almeyda, que debutó en los ’90. “Pelado, Pelado”, el clásico grito de la tribuna para destacar la garra del oriundo de Azul, que se marchó a Europa tras ganar la Libertadores de 1996 y, luego de una gran carrera por el Viejo Continente, el Seleccionado, y de un retiro anticipado, volvió en 2009 para dar una mano en un momento de vacas flacas. Si bien fue partícipe del descenso (lo ascendió ya como DT), la gente siempre lo reconoció por su amor hacia el club y se convirtió en otro referente de la institución. Un verdadero líder.

Otro enorme cinco, que no alcanzan las palabras para explicar lo que representa, es Javier Mascherano, actualmente en Barcelona y también surgido de la cantera riverplatense. Formidable mediocampista central y baluarte de la Selección. Embleba en el último Mundial por todo lo que entregó. Aunque claro, el primero que lo disfrutó fue River, donde debutó en 2003. El Jefecito lo apodaron enseguida por su parecido con Astrada. A mitad de 2005 se marchó a Brasil y luego pasó al Viejo Continente. Un todoterreno, sin dudas y verdadero león del círculo central, aunque hasta a veces haya jugado de zaguero. Prometió volver alguna vez a Núñez. Su contrato con el Barsa vence en 2018 y, quién dice, que sus últimos años los transite con la Banda.

A todos los une esa causa común. El de haber surgido y vestido la cinco de River con éxito. Un producto 100% millonario. Y Kranevitter quiere transitar un camino similar a ellos, esperando que sea unánime el “Colo, Colo” en el Monumental.

Fuente: Ole.com.ar

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