Un periodista de Israel intentó incomodar a Martín Jaite por ser judío

El destino quiso que luego de tres temporadas como capitán, su último desafío sea ante un país al que lo unen lazos sentimentales. "No siento contradicciones en mis sentimientos", aclara



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El destino quiso que luego de tres temporadas como capitán, su último desafío sea ante un país al que lo unen lazos sentimentales. «No siento contradicciones en mis sentimientos», aclara




Martín Jaite es judío, pero jamás fue a un colegio de esa religión. Israel nunca fue un lugar más para él, naturalmente; pero tampoco se desvivía por visitar tierra santa, ya que, además, sus padres no eran tan tradicionalistas. Claro que guarda un vínculo familiar con ese sector de Medio Oriente, aunque muy lejos está de tener el corazón partido durante la serie que definirá el futuro de la Argentina en la Copa Davis. Durante la rueda de prensa de ayer del equipo nacional, en el pequeño comedor del Sunrise Tennis Club que actuó de auditorio, un periodista local intentó, una y otra vez, forzar a Jaite decir algo así como que se sentía «entre la espada y la pared», acción que no logró y que el capitán tomó con humor. «Y a mí me ofrecieron un millón de dólares para jugar para ellos; ojo que estoy por agarrar, eh.», bromeó Diego Schwarztman, criado en Náutico Hacoaj y quinto jugador en esta ciudad. De todos modos, no es ajeno que su última serie como conductor del equipo sea ante el país que lo amparó durante cada visita.

En 1982 fue la primera vez que el ex top 10 pisó Israel. Vivía y jugaba al tenis para España (regresó a la Argentina en 1983). «Al principio pasé totalmente inadvertido. Era como un español más. Mi apellido no es judío, por lo que no se dieron cuenta. Después volví en 1985 a jugar el ATP en Tel Aviv, con Beatriz, mi mujer, que por entonces era mi novia. Llegamos y ella estaba muy emocionada, porque su familia es mucho más tradicionalista que la mía, por lejos. Me causaba cierta simpatía, pero era un torneo más. El primer día me vino a buscar el transporte oficial, me dejan en el club; ella se quedó hablando con la gente de la organización y se enteraron de que éramos judíos. ¡Para qué! Cuando volvimos al hotel ya nos habían cambiado de habitación; teníamos una normal y nos dieron una suite espectacular frente al mar. Y pasamos a ser huéspedes de honor para ellos. Estábamos en Herzliya, que es una suerte de San Isidro; por la distancia al centro lo digo», rememora Jaite. Y añade, con una sonrisa: «No me había casado todavía y nos querían casar ahí, en ese momento, o que volviéramos para hacerlo allí después de hacerlo en nuestro país. Todas las noches nos invitaban a comer a sus casas gente que ni conocíamos. Otra noche nos invitó Shlomo Glickstein (ex N° 22 de single), llegamos y estaban todos los jugadores israelíes. Para ellos era un acontecimiento mi presencia, porque yo era un extranjero que no tenían en los planes. Porque por ejemplo, Aaron Krickstein o Brad Gilbert eran conocidos y se sabía que eran judíos, pero a mí no me tenían».

Jaite se prepara para su última serie como capitán de Copa Davis.  Foto: Télam

Como jugador de Copa Davis, Jaite participó del choque frente a Israel por la primera rueda de 1990, en el Baltc. Fue 3-0 y el director del ATP porteño ganó el segundo punto ante Amos Mansdorf por 6-4, 6-3 y 6-2 (Mancini, Frana y Luza completaron el equipo). «Me acuerdo de que llovió mucho. Fue el primer partido en que me sentí cómodo jugando la Davis en Buenos Aires. Después jugamos cuartos con Alemania y no volví a jugar en Buenos Aires. Había buena química en ese equipo», recordó Jaite. En Tel Aviv, además de jugar el torneo en 1985, también lo hizo en 1991 y 1992; siempre cayó en la 2ª rueda. Se jugaba en el Canada Stadium, en Ramat HaSharon, un barrio ubicado en la afueras de Tel Aviv. «En 1991 creo que me pagaron algo por ir y cuando terminé de jugar me explicaron que el estadio era una donación de un canadiense, algo que se repite en Israel con templos, por ejemplo -prosiguió Jaite-. Me llevaron a que dejara una colaboración y que a cambio pondrían una placa con mi nombre, como la de todos los que colaboraban. Lo hice, creo que era el prize money. Pero el tema es que volví al estadio este año, después de Roland Garros, para ver si estaba mi placa y no la vi. Se ve que mi donación no llegaba a ese nivel (sonríe). Había una raqueta donada por Yitzhak Rabin, que era primer ministro israelí, a quien mataron en 1995. Fue muy importante para la paz en Israel, era fanático del tenis, iba a jugar seguido ahí y la mujer la donó. Ahora hablé con el presidente de la Federación, que era el director del torneo en ese momento, Ian Froman, y quedamos en que vería el tema. La va a tener que poner».

No siento contradicciones en mis sentimientos: soy argentino y defiendo a la Argentina

Jaite se retiró como tenista en septiembre de 1993. «En 1992 fue el último año en que jugué bien. Me iba a retirar en Tel Aviv en octubre de 1993, porque era el último torneo en el que entraba directo, pero no llegué». A 21 años de colgar la raqueta, el destino quiso que, luego de tres temporadas como capitán (con dos semifinales y su distanciamiento con Del Potro como focos de resonancia), su último desafío sea ante Israel y de riesgo, con la temida pérdida de categoría en caso de un tropiezo.

«No siento contradicciones en mis sentimientos: soy argentino y defiendo a la Argentina. Tengo una mezcla de sensaciones por la despedida. Es un ciclo que se ha cumplido. No se termina la vida para nadie», concluyó Jaite. El periodista de origen israelí que intentó sacarle un título se marchó frustrado..

Fuente: canchallena.com.ar

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