La leyenda continúa: un rejuvenecido Roger Federer busca más gloria

A los 33 años, con una estrategia que le permite desgastarse menos, el suizo se renovó, aprovechó los obstáculos de Djokovic y Nadal para encumbrarse como favorito para el US Open y soñar con el 



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A los 33 años, con una estrategia que le permite desgastarse menos, el suizo se renovó, aprovechó los obstáculos de Djokovic y Nadal para encumbrarse como favorito para el US Open y soñar con el 




Roger Federer está hambriento. Corre menos y gana más, oculta mejor sus debilidades y resuelve con inteligencia. Violinista con raqueta, logró que todos hablen de él, que todos lo observen radiante y admiren que a los 33 años luzca, prácticamente, la frescura y el poderío de otros viejos buenos tiempos. Después de lograr su 22a corona de Masters 1000 en Cincinnati, el suizo se transformó en el tercer clasificado para la Copa de Maestros (el serbio Novak Djokovic y el español Rafael Nadal ya tienen sus lugares reservados) y, en el O2 de Londres, conseguirá una marca récord de 13 años seguidos en ese torneo exclusivo, donde ganó seis trofeos (el último, en 2011). Claro, todo ello no lo detiene: es número 3 del mundo, y si conquista el US Open, que comenzará el lunes próximo, superará en la clasificación a Nadal, que se bajó por una lesión en la muñeca derecha. De encumbrar su 6° trofeo en la Gran Manzana, Federer lucharía, con grandes probabilidades y hasta el final de la temporada, por el N° 1. El último año que finalizó en el liderazgo fue en 2009.

Pero la creatividad e inspiración de Federer van más allá de estadísticas magníficas. Existen varios aspectos estratégicos y tenísticos a los que el gran Roger le prestó atención desde hace tiempo y logró profundizar para sacarle rédito a su talento natural, padeciendo lo menos posible la disminución de energía o pimienta lógica por el paso de los años. A diferencia del insulso 2013, hoy Federer compite sin dolores en la espalda y encontró un modelo de raqueta para sus necesidades. Si a ello se le añade que fuera del court está en armonía y celebrando su condición de padre de dos pares de mellizos, todo lo periférico al juego en sí podría decirse que es óptimo. Lo contrario al magullado Nadal y a Djokovic, que parece haberle quitado toda la concentración a su profesión; se casó y espera el nacimiento de su primer hijo, dos hechos muy fuertes en la vida de cualquiera.

En el rejuvenecimiento del juego de Federer también tiene mucho que ver Stefan Edberg, quien se convirtió en un guía medido. Para la leyenda sueca, sumarse al grupo de trabajo del que muchos consideran el mejor tenista de la historia, significó un desafío, porque de ningún modo podía fallar ni engañar a alguien que lo sabe -casi- todo. Javier Frana, ex número 30 en singles y 14 en dobles (finalista en Wimbledon 1991), tuvo un estrecho vínculo con Tony Pickard, quien fue entrenador de Edberg, y cree que habría que empezar a escarbar por allí para entender ciertas decisiones del suizo: «Pickard y Edberg, con quien me entrené muchas veces ya que me llamaba cuando necesitaba un zurdo, son de la misma filosofía de Federer: tienen perfiles lógicos, simples, realistas. Hay un entendimiento entre Roger y Stefan desde el principio sobre cuál es el mejor plan para que la carrera tenga mayor vida útil y tenga suceso en lo inmediato y a largo plazo. Los problemas de Roger aparecían cuando los partidos largos requerían intensidad y ritmo; se le iba la onda, brillaba 15 o 20 minutos, se quedaba sin piernas, tomaba malas decisiones, se descompensaba. Pero se convenció de que debía cortar los puntos para no desgastarse. Claro que para él fue más sencillo por sus virtudes: un saque fenomenal, una volea increíble y una capacidad de improvisación excelente».

 

Hubo un proceso, quizá de dos años, hasta que el suizo logró certidumbre. Porque subía a la red en momentos inapropiados y lo pasaban fácilmente. Ya no tiene esa indecisión. Craig O’Shannessy, analista de ATP y WTA, apuntó que, en Cincinnati, Federer golpeó la pelota un 42 % de las veces dentro de la línea de base, demostrando su agresividad e intenciones de ir a la red. Cuando se vio obligado a luchar desde el fondo, el 45 % de sus tiros fueron en un radio de dos metros de la base hacia atrás. Y sólo pegó el 13 % de sus disparos a más de dos metros de la línea de fondo. Marcelo Albamonte, matemático deportivo que realizó estudios para Juan Martín del Potro, Federico Delbonis y Santiago Giraldo, entre otros, agregó : «Federer tiene un sistema para volver a la lucha por la cima. En vez de mejorar su revés, como hace unos años, está logrando jugar más adelantado en la cancha, mezclando cosas que hacía Edberg, como la volea, o Agassi y Connors, como la posición sobre la base».

Flushing Meadows se juega en un ámbito caluroso, húmedo y con desafíos al mejor de cinco sets, condiciones que no benefician al Federer de hoy. Por ello su búsqueda de economizar recursos, oxígeno, músculos. «Está jugando más lanzado, convencido, subiendo y cerrando. Roger, en sus comienzos, se enfrentó con jugador rápidos y especialistas en canchas veloces, tipos que voleaban, y conoció lo que es padecer los ataques todo el tiempo. Esa condición te genera un enorme estrés y presión, porque te obliga a más, siempre llevás las de perder, porque tenés pocos centímetros para meter la pelota. Y en los momentos cerrados, esa estrategia paga más que quedarse en el fondo de la cancha. Roger se dio cuenta de que así asfixia, intimida, quita ritmo, se desgasta menos. Está disfrutando, parece un niño», detalla Frana.

Federer se está moviendo como un equilibrista y se fatiga menos. En la final de Cincinnati ante David Ferrer corrió 1644 metros contra 2081 del español. Roger dominó los puntos que duraron cuatro tiros o menos, mientras que perdió la mayoría de los intercambios que se prolongaron entre cinco y nueve tiros.

La mente de Federer es la de un artista, pero su cuerpo carente de lesiones y sus movimientos coordinados acompañan. Horacio Ferrer, ex preparador físico de David Nalbandian, actualmente trabajando en la reserva de Independiente, aporta: «Hay un concepto biomecánico en Federer que es ideal; juega fácil, con desplazamientos perfectos. Su centro de gravedad es bajo, nunca tiene una posición erguida, y eso le permite salir fácil para cualquier dirección. Aprendió a saber que hará el contrario antes de que se ejecute el tiro; reacciona antes. Tiene un proceso de visualización diferente al del resto, aun a los 33 años».

La batalla por el número 1 está desatada y Federer quiere seguir acrecentando su leyenda.

Fuente: canchallena.com

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