Lucha: «Las chicas me hicieron un gran regalo»

Aymar, feliz ante su último gran partido; será la final del torneo, hoy, frente a las australianas



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Aymar, feliz ante su último gran partido; será la final del torneo, hoy, frente a las australianas




MENDOZA.- La fueron a buscar todas las compañeras ni bien terminó el gran clásico. La rodearon, la abrazaron, la mimaron. El cuerpo técnico también se le acercó. Y ella estaba plena, feliz, pero contenida porque sabe que todavía falta un paso. Lucha , siempre Lucha. El astro en versión femenina que en la noche mendocina festejó junto con las tribunas, esas miles de chicas que gritaban «¡Olé Olé Olé // cada día te quiero más!» Ella saludaba, pero también se acordó del banco derrotado, el holandés, al que tantas veces enfrentó en su carrera. Por eso se dirigió a estrechar la mano con los rivales. «Soñaba con jugar esta final con Australia, las chicas me hicieron un gran regalo. Belén Succi me dijo: «Es para vos». Me siento emocionada, pero ahora quiero ganarles a las australianas. Al estar relajada juego con más soltura. ¿La verdad? Hay una energía muy linda porque el equipo acompaña en lo físico y en el juego.»

Hasta el gran choque de anoche, Luciana Aymar ya venía disfrutando de todo: de ser lisa y llanamente una más de las dieciocho Leonas del plantel, de compartir las sobremesas y los mates en la concentración y de los viajes en ómnibus al estadio, esos trayectos a puro grito. Es un ritual que repitió con un sinnúmero de compañeras a lo largo de casi 20 años, y que su mente pretende retener aquí como un recuerdo eterno. Pese a los diferentes estímulos -de los más distractivos- en esta ciudad pudo focalizarse en las típicas rutinas del torneo y no se proyectó más allá. Lo demostró en la cancha. Por estas horas, su imaginación no contempla cómo será su vida alejada de la cancha sintética. Le falta un partido. Quiere vivir hasta el último minuto en cuerpo y alma de Leona, el envase que le sienta más cómodo y para lo que se preparó desde sus primeras experiencias en Rosario. «Los momentos se pasan muy rápido», suspira, con un dejo de melancolía. Así se le escurrió para ella el último gran clásico ante Holanda, casi de un pestañeo.

Lucha siempre habló en plural en este Champions Trophy ; se preocupó de alejarse de los personalismos. Y confirmó que aquí se recuperó una química colectiva extraviada en el Mundial de La Haya, al margen del desenlace final en este torneo: «En los grupos pasa de todo.

Entonces, para que el equipo funcione, hay que tener buena predisposición. A mí me tocó muchas veces no estar de acuerdo con algunas decisiones, pero tuve que ceder porque la mayoría quería determinadas cosas. Lo importante es que hoy todas tiramos para el mismo lado», había mencionado antes del clásico.

La N°8, capitana hasta junio pasado, descansó en una amiga experimentada como Macarena Rodríguez a la hora de ceder el brazalete. De aquí hasta el próximo torneo, intuye que las jerarquías internas deberán acomodarse solas: «Los liderazgos no hay que imponerlos. A veces una espera que determinadas jugadoras los tomen, pero quizá no lo hacen porque no está en su naturaleza. Con mi retiro, otras chicas tomarán más protagonismo. Ese papel de líder, que quizás estando yo otras no asumían, recaerá en algunas de ellas. A veces te sorprenden las chicas jóvenes que lo toman, porque lo llevan en la sangre y lo van exponiendo en el grupo. Se va a ir notando, naturalmente».

El público la ovacionó cada vez que tocó la pelota y comenzó a driblear. Una música para sus oídos que extrañará horrores, porque ese idilio no podrá ser reemplazado con nada, según le indica su corazón. Falta el último partido: 60 minutos finales para decirle adiós a su colección de engaños y magia con la bocha.

Fuente: lanacion.com

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