Las anécdotas de un fotógrafo de besos

Lleva recorridos 12 países y una veintena de ciudades capturando instantáneas amorosas. El proyecto que nació para sepultar la rutina y una historia en Hiroshima.



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Lleva recorridos 12 países y una veintena de ciudades capturando instantáneas amorosas. El proyecto que nació para sepultar la rutina y una historia en Hiroshima.




Ignacio Lehmann es un fotógrafo diferente. Recorre el mundo “en busca de besos”. En una entrevista relizada por Tiempo Argentino, el fotógrafo cuenta como comenzó su proyecto 100 World Kisses, con el lleva recorridos más de una decena de países.

Después de la última visita guiada que Ignacio Lehmann realizó cuando trabajaba en la Casa Nacional del Bicentenario, la incertidumbre de lo que vendría con su improvisado viaje a Nueva York le impidió imaginarse que, en algunos meses, iba a encontrarse en Tokio, rogándole (en japonés) a una pareja de enamorados que, por favor, se dieran un beso delante del lente de su cámara. Ni siquiera en La Gran Manzana, cuando nació –por simple curiosidad de artista, hace dos años– aquel primer retrato de todos los que vendrían, el joven que hoy tiene 31 años vislumbraba que pronto materializaría su búsqueda en un proyecto llamado 100 World Kisses, ese que surgió con la idea de cazar un centenar de besos en cada ciudad del mundo que pudiera recorrer y que, por estos días, ya le permitió visitar 12 países y recabar, en 20 metrópolis del mundo, más de 1000 fotos de gente besándose.

–¿Cómo surgió el proyecto?

–Estaba trabajando en Buenos Aires, un poco aburrido de lo monótono y cotidiano, y decidí irme a Nueva York y fue ahí donde empecé con esto. Me agarró una especie de adicción con la fotografía. El comienzo fue muy impulsivo, desordenado y a partir de una situación de búsqueda, de querer hacer algo con mi vida… Tuvo que ver con varias cosas, pero especialmente con el hecho de buscar un canal de expresión y de estar, en ese momento, todo el día en las calles de Nueva York.

–¿Por qué eligió fotografiar besos?

–En un principio, fue algo más intuitivo que otra cosa. Hoy sí ya tengo más investigada la figura del beso y me parece buenísimo poder congelarlo: me gusta lo que trasmite, eso de la conexión real en oposición a la hiperconectividad en la cual estamos inmersos en estos tiempos, a través de Twitter o Facebook, y que propone una conexión bastante efímera. El beso, además, genera bienestar tanto para quien es protagonista como para quien lo observa y puede inspirarse a partir de eso: son dos personas conectándose de manera real y pacífica.

–Los besos de sus fotos no se reducen a parejas: hay padres e hijos, personas y animales…

–Para mí, era más divertido e interesante, desde el punto de vista artístico, poder explorar la figura del beso en todas sus dimensiones. Porque, además, es una realidad: de golpe, estás sentado en una plaza y ves a una persona en un vínculo cariñoso con su perro, que es real y genuino… Exponer distintas formas del beso habla también de algo más universal y que no sólo se reduce a lo romántico. Lehmann sueña, para el año que viene, con plasmar su trabajo en un libro, con sus fotos y las historias que las subyacen. Aunque, por lo pronto, el fotógrafo porteño le agradece a la gente, «porque este proyecto no es sólo mío: se completa con la mirada del otro. Uno hace esto por eso, también: para modificar, inspirar o generar algo en el otro. Y es absolutamente subjetivo: tiene tantas interpretaciones como personas que se detengan a mirarlo.»

–De las historias que hay detrás de cada foto, ¿hay alguna que lo haya sorprendido?

–Tengo un montón de historias… Pero me quedo con la de una pareja de viejitos japoneses que fotografié en Hiroshima y que habían sobrevivido a la bomba atómica. Un fotógrafo de Hiroshima seguía mi proyecto y me contactó para que conociera a sus padres: Kyoko y Hisao. Los conocí, me contaron su historia e hicimos una foto con la Cúpula Genbaku de fondo, que es el único edificio que se mantuvo en pie después de la bomba. Ese encuentro, y esa foto, los viví con mucha intensidad: todos conocemos o vimos la historia de esa guerra en la escuela o en películas, pero estar con ellos ahí era otra cosa… Y el beso, en medio de todo eso.

–¿Qué mensaje deja el proyecto?

–Para mí, todas las interpretaciones son válidas: tanto la de quien lo toma como un proyecto amoroso y pacífico o la de quien lo ve como inspiración para renunciar a la oficina donde quizá se aburre y activar aquello que realmente quiere. O la de aquel que lo toma como motivación para, después de ver una foto de una abuela con su nieto, decidirse a llamar a la suya. Me gusta que inspire, que modifique, en medio de tanta sobrecarga de información. Creo que estamos viviendo un momento de hiperconexión pero, a la vez, muy poca conexión real con el otro. No sé si ayuda o no, pero es una propuesta.

Fuente: Infonews.com

Publicado en: Curiosidades   Etiquetas: , , ,


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