Intercambio de asilos, la nueva forma de hacer turismo entre ancianos

Están en la última etapa de la vida pero se sienten como adolescentes que quieren explorar el mundo.



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Están en la última etapa de la vida pero se sienten como adolescentes que quieren explorar el mundo.




Ella le dejó su habitación con vistas a los bosques eslovenos y él, su cuarto a pocos metros del Mediterráneo y de la Barcelona que Jozica descubrió de joven con su esposo.

Ambos acaban de regresar a sus lugares de origen después de una semana de vacaciones, cargados de fotos e historias que cuentan a sus compañeros de residencia geriátrica como una aventura inolvidable.

El intercambio se gestó a través de Linkedage, una plataforma de comunicación y turismo enfocada a las casas de retiro, e Infoelder, la red de ayuda a la tercera edad y cuidado de mayores de España.

«Fusionamos conceptos como Booking (buscador turístico) y Erasmus (programa de intercambio de estudiantes) adaptándolos a un segmento como el de la tercera edad que cada vez más irá en aumento. Hay residencias que son como grandes hoteles con la diferencia de que ofrecen servicios de salud y saben cómo cuidar a las personas mayores. Lo que se les ofrece es una forma de viajar más segura», explica a BBC Mundo el esloveno Tomaz Lorenzetti, cofundador de la red junto a Marko Gucek.

GERIÁTRICO RESERVADO

En la web se solicita el intercambio. El uso de las habitaciones es gratis, pero los gastos de transporte corren por cuenta de los interesados. La red, por su parte, cobra una tarifa de US$40 para intercambios nacionales y US$80 para internacionales.

«Me ha gustado mucho Eslovenia, no paramos. Subimos a una cascada estupenda entre montañas. Todo el tiempo me filmaba la televisión eslovena, me sentía como el rey. Yo subí caminando. Y luego fuimos a la capital que tiene ese nombre que no soy capaz de pronunciar (Liubliana). En la calle había un grupo de músicos tocando una canción de mi juventud: ‘Bésame, bésame mucho.’ Me puse a cantar, agarré a una de las guías y nos pusimos a bailar», detalla emocionado Miquel a BBC Mundo desde la residencia Voramar, en la localidad catalana de Mataró, donde ha sido recibido como un héroe por sus compañeros de siempre.

Jozica, por su parte, cumplió un sueño: volver a los lugares que había visitado con su esposo cuando eran dos jóvenes enamorados.

«Mi esposo murió hace cinco años, fue un momento muy difícil. Yo llevaba 50 años viviendo y trabajando en Austria como cocinera y decidí regresar a mi país. Quería comprarme un apartamento pero me di cuenta que me había hecho vieja y que nadie estaría a mi lado. No tuvimos hijos», detalla a la BBC mientras recuerda que así llegó a la residencia Zimzelen, donde vive en Topolsica, norte de Eslovenia.

«Fue una buena decisión. Estoy muy satisfecha. Mi vida diaria es rica en actividades: voy al gimnasio, doy paseos, asisto a reuniones. Lo de España era un sueño, soñaba con la idea de volver. Los lugares emblemáticos de Barcelona siguen ahí pero ahora vi más infraestructura, más servicios», agrega la viajera.

HISTORIAL CLÍNICO EN LA MALETA

La preparación del viaje y de la maleta de Miquel fue meticulosa. En ella no sólo llevaba sus objetos personales sino su historial médico y un glosario con palabras en esloveno para hacerse entender.

Hacía mucho tiempo que no sentía la adrenalina de subir a un avión hacia un país desconocido.

«Me siento como cuando subí a un avión por primera vez. Iba a Zurich. Cuando sobrevolamos los Alpes apenas podía abrir un ojo del miedo. Ahora no tengo miedo sino mucha curiosidad», comentó antes del viaje.

«Cuando nos propusieron el intercambio lo tuvimos claro: tenía que ser Miquel, es una persona muy abierta y activa. Para nosotros ha sido una experiencia de apertura porque es un servicio más que podemos ofrecer. Hay personas mayores a las que les da miedo viajar a un hotel por si se caen o se marean. Se sienten más seguros si van a una residencia como la suya, donde los servicios van a ser muy parecidos», detalla a la BBC Gemma Vizcasillas, directora de la residencia Voramar.

«Ahora bien -agrega Vizcasillas- no todas las personas pueden hacer este tipo de viajes por su salud. En el caso de Miquel y Jozica enviamos los historiales médicos de cada uno e intercambiamos información sobre la medicina que toman y los genéricos que hay en cada país. Incluso para tomar el avión fueron acompañados por asistentes de vuelo».

Jozica, no obstante, un día les pidió que la dejaran sola. «Le preparamos un picnic y se fue a caminar a la playa. Creo que era lo que ella buscaba», señala la directora.

La viajera no esperaba el recibimiento que tuvo en Barcelona. «A cualquier lugar que miraba veía carteles de bienvenida. Estuvieron muy pendientes de mí. El primer día fuimos a la playa y cantamos canciones en catalán y esloveno», detalla.

Tomaz Lorenzetti, de la red social de la tercera edad Linkedage, recuerda cómo los intercambios en Eslovenia, país donde comenzó la experiencia, han significado cambios profundos en las vidas de los usuarios.

«Tuvimos el caso de una persona del norte de Eslovenia que hizo un intercambio con una residencia del sur donde vive su hermano. No se habían visto en 10 años porque no tenía dinero para el viaje», detalla.

Aunque la plataforma se enfoca en personas mayores de 65 años que viven en residencias, también contempla a viajeros de 45 a 65 años que quieran reservar una habitación en una casa de retiro de lujo.

«Hay habitaciones tan grandes como un apartamento que cuestan un 30% más barato que un hotel», explica.

COMPAÑEROS DE HABITACIÓN

Miquel y Jozica no se conocieron: sus vuelos y horarios no coincidieron.

«Es una pena», dice Miquel. «Sólo la conocí en fotos. En la habitación de Eslovenia tiene varias con su marido. Es viuda como yo. Un día que salimos a caminar nos topamos con una pareja. Resulta que era el hermano de esta señora, de Jozica. No sé qué me dijo pero se alegró de verme», comenta el hombre.

En Barcelona su hija acompañó a Jozica. «Mi hija es tetrapléjica. Hace poco le pude comprar una silla eléctrica», relata el hombre.

Durante 41 años trabajó en la misma empresa confeccionando jerseys y cuando podía se escapaba con su familia a algún destino en Europa.

Quizás por ello los bosques eslovenos no le deslumbraron tanto como los abetos de la Selva Negra alemana; sin embargo, la afabilidad de los eslovenos lo sobrepasó.

«Es gente muy simpática. En la residencia tienen una capilla. Allí me acercaba todos los días a pensar en mi mujer. Murió hace seis años», apunta.

Aún no sabe si repetirá la experiencia por su edad. Jozica, por su parte, lo tiene claro: Palma de Mallorca y Grecia serán sus próximos destinos.

«El deseo de viajar y seguir viviendo no termina, simplemente requiere de más planificación», subraya.

Fuente: Lanacion.com.ar

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