«Casualwear»: el arte de combinar moda y funcionalidad

Son prendas y equipos pensados con criterios de confección inteligentes



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Son prendas y equipos pensados con criterios de confección inteligentes




Si hay algo que caracteriza el clima de la extensa Argentina es la amplitud y diversidad térmica. Nuestro país tiene una gran variedad de climas a lo largo y ancho de su territorio. Y la amplitud térmica abarca desde la aridez cálida de La Quiaca hasta el frío polar de Ushuaia.

Y recobra sentido si se lo aplica a la vida en las zonas urbanas, que hoy nos invita a transitar diferencias de temperatura de entre 15 y 20 grados con sólo abrir y cerrar la puerta.

Así, vestirse por capas –»look cebolla»– surge como una clave conveniente para enfrentar el frío y el calor a la vez. Cada capa tiene su propia significación y puede combinarse en forma diferente de acuerdo a la temperatura y a la actividad que se realiza. El «look cebolla» puede combinar las diferentes prendas en función de la temperatura. Las capas básicas son tres:

se aleje de la piel. Hay que usar algún material sintético como poliéster o polipropileno. Se recomienda no usar algodón en la capa cercana a la piel porque el algodón, al ser una fibra natural, absorbe la humedad del cuerpo y demora mucho en secarse.

2. Capa media: Es la que da calor. Su función es atrapar el aire frío que viene del exterior y no permitir que llegue a la piel. Lo mismo que en el caso anterior, se recomiendan prendas de fibras sintéticas porque mantienen sus propiedades aun cuando están húmedas. Esta es la capa en la que pueden agregarse más prendas, de acuerdo a la temperatura. En climas más extremos, o al aire libre, esta capa debe ser «cortaviento».

3. Capa exterior: Es el «caparazón». Cubre y protege las demás capas. Debe ser impermeable para proteger de la lluvia, respirable para dejar escapar la humedad del cuerpo, y cortaviento. En esta capa, aparece la mundialmente reconocida membrana Gore-Tex®. Marcas establecidas en el mercado de indumentaria global como Prada, Tommy Hilfiger y Pierre Cardin entre otros ya

incorporaron la membrana en sus colecciones de casualwear. ¿La razón? La combinación del fashion with function (moda y funcionalidad).

El valor de las etiquetas

No es lo mismo una prenda impermeable que una resistente al agua, ni que una que tenga repelencia al agua.

Impermeable significa que es impenetrable para el agua, durante las condiciones climáticas más severas o en los usos más demandantes. Por eso, las etiquetas que consignan que son prendas impermeables hasta determinada cantidad de columnas de agua, no lo son en realidad.

El usuario quiere adquirir una prenda y olvidarse del tema, no conoce cuánta agua es en realidad 2.000, 3.000 o 4.000 columnas. Además de la tela, la ropa impermeable debe tener cierto tipo de confección, que evite la entrada de agua. Todas las costuras deben estar selladas, y contar con sistemas de cierre efectivos en las zonas críticas (capucha, muñecas y mangas).

Resistencia al agua: las prendas nominadas como resistentes al agua no son impermeables. Ofrecen algún tipo de protección durante lluvias leves, pero no serán efectivas si la lluvia es fuerte o la prenda está sometida a alta presión de agua (por ejemplo, si nos arrodillamos en un área húmeda). Si la idea es hacer trekking o salir de caminata por un período largo bajo la lluvia, estas prendas no brindarán una protección efectiva y el caminante se mojará.

Repelencia al agua: este término se refiere a un recubrimiento químico que se aplica a la tela exterior de las prendas, que hace que el agua «resbale» por la superficie de las mismas en forma de gota en lugar de ser absorbida. Estas «películas» son conocidas como DWR (Durably Water Repellency) y no resultan por sí mismas un método adecuado de impermeabilidad. Sí lo son cuando están combinadas con telas impermeables porque evitan la saturación de agua en la superficie de la prenda.

Para viajeros frecuentes

En la actualidad, viajar es una de las principales actividades del ocio. El crecimiento de las personas en tránsito ha sido exponencial en los últimos 60 años. De 560 millones de viajeros en el año 2000, la cifra crece a 1,5 mil millones en 2010. Lo que indica que alrededor del 20% de la población mundial viaja.

Un fenómeno a destacar es el auge creciente de los viajes cortos: aproximadamente el 47% de los viajes de ciudadanos europeos duran menos de 7 días, con dos fines principales: o son viajes de negocios (denominados «transit»), o escapadas de fin de semana con objetivos vacacionales (categoría «outventure»).

Esta modalidad incrementa la importancia de que el equipaje sea cada vez más pequeño y versátil: la ropa y el calzado ideal son aquellos que resultan funcionales tanto para una reunión de negocios como para una caminata por las calles lluviosas de una ciudad.

Un calzado que funcione tanto para el viaje en avión como para visitar a un cliente, ropa apta para transitar situaciones formales y también para un fin de semana de ocio, y todo esto combinado con la posibilidad de usar el mismo par de zapatos para un minitrekking en la montaña como para una cena informal en un restó, o para trajinar mercados y centros de compras.

La tendencia implica empacar la menor cantidad posible de prendas y zapatos, pero con la seguridad de que lo que se lleve será confortable y apto para diferentes circunstancias.

El auge de la tendencia casual en el mercado de indumentaria es tal, que el negocio de Gore en este segmento ha crecido un 100% en los últimos 3 años, generando un volumen de 750 millones de euros para la compañía.

Las prendas con membrana suman comodidad para todo tipo de clima, funcionalidad por sus capacidades intrínsecas, y versatilidad en el vestir para diferentes situaciones. La consigna es: menos prendas, pero bien seleccionadas.

Los pies también importan

Los pies transpiran y mucho. Hasta una taza completa al día. Si se combinan unos pies sudorosos con agua de fuentes externas (lluvia o charcos, por ejemplo), se tendrá la receta perfecta para producir ampollas al final del día de cualquier actividad.

El calzado tiene que ser tanto respirable como resistente al agua, permitiendo que la transpiración salga al exterior sin dejar que la humedad se filtre. Las medias también crean el microclima en el calzado. El algodón nunca es una buena opción porque atrapa la humedad en sus fibras y tarda mucho en secarse. Cuando hace calor, es bueno elegir medias finas de poliéster.

Fuente: Infobae.com

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