¿Cómo será pasar la Nochebuena en una base de la Antártida?

Un total de 51 hombres sin sus familias pasarán la Navidad en la Base Esperanza de la Antártida Argentina, donde funciona la primera escuela del mundo asentada en territorio antártico.



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Un total de 51 hombres sin sus familias pasarán la Navidad en la Base Esperanza de la Antártida Argentina, donde funciona la primera escuela del mundo asentada en territorio antártico.




El contingente reúne a la dotación 2014, que se encuentra apostada en el lugar desde el 28 de diciembre del año pasado y aún no se replegó al continente, y a la dotación 2015, que llegó hace pocos días y que permanecerá hasta fines del año próximo.

«Es un momento particular porque las esposas e hijos de los hombres de la dotación saliente ya regresaron a sus lugares de origen, y los familiares de la dotación entrante recién llegarán en la segunda quincena de febrero», explicó a Télam el Teniente Coronel Alberto Labrousse, jefe de la base antártica.

«Si las condiciones meteorológicas lo permiten, nosotros nos replegaremos el 28 de diciembre, mientras tanto convivimos con nuestros camaradas transfiriéndoles cada uno de los elementos que luego quedarán a su cargo», detalló Labrousse.

En ese contexto, los que están a punto de irse y lo que recién arriban se preparan para compartir las fiestas navideñas sin sus familiares cercanos, en un sitio del mundo donde a pesar del verano todavía sigue nevando y donde, contra lo que podría pensarse, casi no cuentan con tiempo libre.

«Tenemos 38 edificios que requieren mantenimiento casi constante. El trabajo es permanente y se complementa con la otra gran actividad de todas las bases que es brindar apoyo a las labores científicas. En invierno las tareas disminuyen porque aquí hay tormentas con vientos de hasta 225 kilómetros por hora», relató el jefe de la Base Esperanza.

La mesa de Nochebuena ya está organizada: será una sola dispuesta en el sector del comedor de la Base, con comida fría para que todos los integrantes el grupo puedan disfrutarla y ninguno quede abocado a su preparación y a servirla.

«Un sacerdote que nos acompaña dará un oficio religioso y lamentablemente nos han contado que Papá Noel no podrá llegar hasta este lugar», bromeó Labrousse.

El militar contó que todo se desenvuelve en un clima «de mucho afecto y sinceridad», muy necesario porque «en estas fechas, nuestros camaradas reemplazan a nuestra familia más cercana».

De todos modos, los medios técnicos instalados en la Base Esperanza le permiten a la dotación estar en contacto permanente con sus parientes.

«Se hacen llamadas, videoconferencias, chats. Todas esas posibilidades nos ayudan mucho a vencer el aislamiento», reconoció el Jefe de Base.

«Nos refugiamos mucho en el trabajo, y en la gente nueva que necesita que le contemos nuestra experiencia. Y además hacemos esto con mucho orgullo. Vinimos por propia voluntad y tratamos de disfrutar el momento haciendo lo que nos gusta», completó Labrousse.

Fuente: Minuto Uno

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