A diez años de la muerte de Yasser Arafat

Esta semana se cumplió una década del fallecimiento en circunstancias todavía poco claras del líder palestino, figura clave de la historia reciente del Medio Oriente. Repaso por su controversial vida.



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Esta semana se cumplió una década del fallecimiento en circunstancias todavía poco claras del líder palestino, figura clave de la historia reciente del Medio Oriente. Repaso por su controversial vida.




Figura controvertida y emblemática, su influencia en el conflicto palestino-israelí es innegable. Activista, guerrillero, líder político, diplomático y jefe de Estado. Para muchos el padre -pobre- de la patria palestina, para otros, el que instaló la corrupción en la Autoridad Palestina y se hizo rico con la causa de su pueblo. Como sea, fue durante décadas una figura destacada para los palestinos. Echemos un vistazo a la vida y el destino de Yasser Arafat.

Muhammad Abdel Arafat al-Husseini (Yasser Arafat) afirmó durante mucho tiempo que había nacido en Jerusalén. Esto es falso: la declaración es parte del tejido del mito y la leyenda dorada construida a su alrededor después de 1970. Lo cierto es que fue el sexto, en una familia de siete hijos. Nació el 24 de agosto de 1929 en El Cairo. El padre de Yasser provenía de la burguesía comercial de Gaza. Su madre, nació en Jerusalén y era descendiente del poderoso clan al Husseini. Así, Arafat fue sobrino lejano de Abdel Khader al Hussein y Amin al Husseini, aunque a veces evocaba una infancia miserable. Eso también es falso: sus padres no eran tan ricos como sus primos de Jerusalén, pero su infancia fue la de un descendiente de la pequeña burguesía urbana. Durante los primeros años de su vida, la cercanía de Arafat con Palestina fue inexistente, pero comenzó a acercarse en su adolescencia. Aunque durante toda su vida hablo árabe con acento y expresión de un egipcio cairota.

Tal vez como consecuencia de su larga estancia en Jerusalén -con el clan familiar- luego de la muerte de su madre, Yasser comenzó a focalizar al sionismo como su enemigo. En El Cairo, sin embargo, las relaciones entre judíos y árabes eran relativamente buenas hasta principios de los años ’40. De adolescente Yasser frecuentaba el Macabeo, un club deportivo judío. También leyó durante este período los escritos de Herzl y Jabotinsky. Pensando, tal vez, en su destino de líder político y para conocer al enemigo.

La llamada a Italia en 1941 por parte de su tío Amin al Husseini, quien invito a todos los árabes musulmanes a unirse a la causa fascista exalto al joven adolescente. Más tarde se afirmó que Yasser Arafat fue parte de los grupos de jóvenes egipcios entrenados en secreto por agentes alemanes de cara a una rebelión contra los británicos. Es posible que haya integrado esos grupos, pero incluso si eso hubiera ocurrido, su participación pudo haber sido relativamente limitada. Cuando a finales de 1943 estas redes fueron desmanteladas, Arafat sólo tenía 14 años de edad.

La guerra de 1947-1948 estalló en Palestina cuando Yasser, de 17 años, ingresaba en la carrera de ingeniería en El Cairo. El abandono sus estudios por un tiempo y se involucró en la guerra de inmediato. Sin embargo, el grado en que lo hizo nunca estuvo muy claro. Ciertamente se sabe que ayudo con el tráfico de armas desde Egipto hacia el Neguev. También participó en la supervisión de los voluntarios del Magreb movilizados a la Franja de Gaza. El resto no es muy seguro. Por ejemplo, dijo más tarde que durante este conflicto estuvo en Jerusalén y sirvió como ayudante de campo a Abdel Khader al Husseini hasta su muerte en combate en Qastel 1948. El jefe militar del clan murió en sus brazos, eso es creíble, y no es imposible en absoluto, pero no hay elementos históricos que confirmen sus dichos ni testimonios que lo confirmen.

El final de la primera guerra árabe-israelí, es visto por Arafat, como un movimiento anti-sionista, como una derrota humillante y un terrible golpe a las esperanzas pan-árabes. Tal vez incluso más que la derrota militar, vio mal que grupos paramilitares palestinos fueran desarmados por soldados egipcios, para él, eso fue una traición de Farouk.

Al volver al Cairo, en 1950, se involucró en la política a la cabeza de la Unión de los Estudiantes Palestinos en Egipto. En la universidad, su profesor favorito se convertiría en su mentor político, Moheidine Khaled, experto en ingeniería militar. Fue a través de él que Yasser Arafat va a hacer, de forma paralela a sus estudios de ingeniería civil, la ingeniería de formación militar que le valió un grado de oficial de la reserva. Al mismo tiempo, coquetea con el islamismo y su compromiso ideológico no estaba todavía muy definido, demoró algunos años en decidirse entre el panarabismo, el nacionalismo palestino, el nacionalismo secular y el islamismo.

Desde el ascenso al poder de Gamal Abdel Nasser, Arafat tomó distancia de la Hermandad Musulmana. La organización islamista era vista por Nasser como retrógrada y medieval. Fue allí que Yasser se definió por el nacionalismo secular, aunque sigue siendo un musulmán practicante y creyente, pero más cercano al Islam cultural que a cualquier radicalismo religioso. Su oportunidad de demostrarle lealtad a Nasser llegó con la crisis del canal de Suez. Allí sirvió en el ejército egipcio como sub-teniente de ingeniería. A pesar de otra derrota militar humillante aprendió mucho sobre cuestiones militares. De hecho, se recuerdan sus declaraciones de aquel momento, cuando dijo que »la fuerza por sí sola no derrotaría a Israel, pero si era posible convertir una derrota militar en una victoria política».

Después de la guerra de Suez, Arafat salió de Egipto con la idea de llevar adelante una guerra de liberación con el apoyo de Nasser quien le prometió apoyo para los movimientos armados palestinos.

En 1957 se trasladó a Kuwait, donde fundó Al-Fatah. Movimiento político que agrupo a varias facciones de la diáspora palestina, sobre todo de la burguesía educada. Con el apoyo de dinero de las monarquías petroleras, Fatah se destaca entre los movimientos palestinos. Su prioridad se centra en la liberación de Palestina, no en la unificación del mundo árabe. Para las monarquías colmadas de petrodólares, la lucha por la liberación de Al-Fatah se convierte en su emblema y el de los refugiados palestinos en la lucha contra Israel.

Para el resto de los países árabes, el programa político original de Fatah era muy vago más allá de la destrucción de Israel y el retorno a la situación anterior a 1948. Definitivamente no apreciaban en el programa de Arafat un propósito claro. Sin embargo, esto resultó suficiente para aglutinar una gran cantidad de voluntad y energía. Carismático y decidido, Yasser Arafat se convirtió en presidente de Fatah en 1959. Fue en este tiempo que escogió su nombre de guerra: «Abu Ammar». Los años 1959-1964 son relativamente calmos, sin embargo, Fatah abre oficinas en todo el mundo árabe, recibe apoyo y financiación a gran escala. Desde 1960, Arafat publica regularmente un periódico, llamando a la lucha armada contra la entidad sionista.

La Organización para la Liberación de Palestina

Arafat seguía siendo, no obstante, una figura menor en la lucha de los palestinos: la conferencia de Jerusalén, que llevó a la creación de la Organización para la Liberación de Palestina en 1964, no lo incluye a él como actor de relevancia, tampoco al Fatah. Los jefes son los egipcios y jordanos. Por otra parte, la OLP no se preocupaba en demasía en esas primeras reuniones por un territorio palestino específico, su objetivo declarado era la destrucción de Israel.

La cumbre de la Liga Árabe en la que se acuerda la creación de la OLP se produce después de la humillante derrota de 1967. Yasser Arafat, allí es elevado políticamente por los Estados Árabes convirtiéndose en la resistencia a Israel y a Occidente en general. Esta es la primera oportunidad en que se revisan los reclamos por la tierra. La primera carta de la organización no planteó ningún reclamo sobre la Ribera Occidental (conocida como Jordania) ni en la Franja de Gaza (considerada egipcia). Ahora, el reclamo se extendía a esas dos áreas. Por otra parte, al Fatah y otros grupos palestinos ingresan a la OLP. Arafat fue elegido secretario general de la organización desde 1969. Tal tarea no fue simple. Arafat debía unir y reunir a grupos que se oponían en todo, con excepción del deseo de destruir a Israel, no había nada en común entre el FPLP de George Habash (Castrista), el FDLP (de inspiración marxista y admirador de Tito), los distintos los grupos islamistas y Al-Fatah (derecha autoritaria). Sus primeros años en la iniciativa fueron difíciles.

Fue durante este período que Arafat se acercó más aun con Egipto. Fue invitado al Cairo por Nasser y se encontró con los miembros de los servicios de propaganda de la KGB. Nasser era, en realidad, «el socio» de la Unión Soviética, que veía la lucha contra Israel como una lucha anti-imperialista y como vehículo para aumentar su influencia en los países no alineados.

Allí es cuando los agentes soviéticos estrechan relaciones con Arafat y facilitan a los palestinos el aprendizaje en el uso de los medios de comunicación ayudando a dar forma a su imagen. Ellos aprendieron de la experiencia de Guevara cómo figura carismática y romántica. Por tanto, se dieron al trabajo de construir la imagen de Yasser Arafat como una especie del «Che árabe».

Así, forjaron una figura mediática, no para seducir al mundo árabe, pero sí a los medios occidentales. Uniforme militar, barba de tres días estilo aventurero, entrenamiento en comunicación, etc. Sin embargo, todavía faltaba algo, una especie de insignia, como la estrella del Che. Y es el propio Arafat que ofrece la keffiyeh. Esta fue la figura mediática completa con la que Arafat fue construyendo una fuerte identidad, una marca y un icono de Palestina.

A principios de 1970, la OLP se embarca en el terrorismo: el auge son los secuestros y toma de rehenes. Nada de eso avanzó su causa, todo lo contrario. Pero permitió que la OLP continuara ocupando los medios de comunicación y la arena política, al tiempo que se reconstruyó en el Líbano, destrozando claro está, la armonía entre las comunidades libanesas y generando la guerra civil en abril de 1975. Todo ello, a pesar que un año antes de incendiar el Líbano, Arafat pronuncia en la tribuna de la ONU un discurso memorable, en el que dice llevar una pistola en una mano y una rama de olivo en la otra, declarando estar dispuesto a continuar la lucha, aunque no descarta la paz. Sin embargo, su intransigencia y violencia discursiva adquirió gran reconocimiento internacional y un apoyo sin precedentes, sobre todo desde el Movimiento de Países No Alineados.

Indudablemente, este hecho marco el momento de la reconstrucción de la OLP. La organización es más poderosa que nunca gracias a la generosa financiación de patrocinadores del Golfo. Arafat reproduce en el Líbano el escenario jordano, el sur libanés cae en manos de los palestinos, lo que lleva a que, a lo largo de las fronteras se genere un estado de guerra convencional contra Israel. Una vez más, la tensión aumenta y la relación con el gobierno libanés es cada vez más complicada. La guerra civil en el Líbano, a diferencia con el escenario jordano dejó en claro esta vez cualquier duda acerca de las responsabilidades, fue Arafat quien decidió que la OLP debía estar involucrada en alianza con la izquierda libanesa y los sunitas árabes contra los cristianos. Los siete años siguientes fueron años de devastadora guerra civil y grandes errores estratégicos. Porque mientras luchaba en Líbano, la OLP lleva a cabo ataques contra Israel.

En marzo de 1978, un comando palestino se infiltró en Haifa, se apoderó de un autobús y tomó como rehenes a los pasajeros. A continuación, ametrallaron al pasaje completo. Las fuerzas de seguridad israelíes abatieron luego de horas de persecución a todos los miembros del comando y más de treinta civiles israelíes murieron en ese ataque terrorista. Después de este evento, Israel exige que el Líbano vigile la seguridad en sus fronteras. El Estado libanés, sin derramamiento de sangre, no era capaz de hacer eso, estaba desbordado por la OLP.

De allí la primera intervención israelí en Líbano en 1978. Y cuatro años más tarde, la segunda, llamada operación Paz para Galilea hace que el ejército israelí se apodere de todo el sur del Líbano para destruir la infraestructura de la OLP. Luego vino el asedio de Beirut y Arafat junto a los cuadros de la OLP huyeron rumbo a Túnez escapando a las bombas israelíes a través de la intervención e inestimable ayuda de Francia. Pero la tropa y muchos refugiados no tuvieron esa suerte en Sabra y Chatila y fueron sacrificados por milicias cristianas en venganza después de siete años de conflicto y por los crímenes que la OLP cometió en suelo libanés.

Arafat emitió entonces pedidos de ayuda a todo el mundo árabe. Pero nadie lo asistió. Los palestinos habían guerreado con los únicos que los habían ayudado. El fracaso de Arafat fue total, y su responsabilidad en el caso de Líbano, absoluta.

Los combatientes que sobrevivieron quedaron dispersos por todo el mundo árabe. La financiación del Golfo se acabo en gran parte y la OLP ya no era invitada a las cumbres de la Liga Árabe. Por dos veces, la OLP había traicionado a sus huéspedes y trató de tomar el poder tanto en Jordania como en Líbano. Arafat había mordido la mano que le dio de comer. Los palestinos ya no fueron considerados interlocutores válidos ni aliados con los que se podía contar.

La Influencia de Arafat en la OLP recibió un golpe duro luego de Beirut, su poder estaba cada vez más en controversia. En octubre de 1985, una incursión de aviones israelíes bombardeó la sede de la OLP en Túnez. Arafat sobrevive de milagro y sólo porque llegó tarde a la reunión programada ese día. Durante los años siguientes vive en la paranoia constante, nunca duerme dos noches en el mismo lugar, sospechaba de todo y de todos.

En noviembre de 1985, trató de recuperar el control, político en la conferencia del Cairo donde da a conocer que la OLP renuncia oficialmente al terrorismo como medio de acción. No es una casualidad, entre 1985 y 1987, se produjeron más de un centenar de ataques terroristas y Arafat quiso desmarcarse de ellos culpando a activistas aislados de la OLP que escapaban a la responsabilidad de su liderazgo.

Comienza entonces un largo viaje para Arafat, visitando gobiernos occidentales en búsqueda de financiación y aliados. En el mundo árabe, Argelia ofrece poco, Yemen menos y nadie lo suficiente. En 1987, Arafat recibe «la sorpresa divina»: la Intifada. El movimiento no fue organizado por Arafat., pero él lo rentabilizó para encontrar apoyo político, dinero y contrabandistas que le proporcionaron armas. Al año siguiente, Arafat intentó un juego de azar: reconoció oficialmente la existencia de Israel, pero proclamando al mismo tiempo la existencia de un Estado palestino. Sin embargo, no le fue tan mal, a pesar de ser un Estado sin territorio unificado, los que reconocen en él al máximo líder que hayan tenido los palestinos, continúan festejando la fecha de proclamación (15 de noviembre) como el día nacional palestino.

El reconocimiento de la existencia de Israel provoca una nueva división dentro de los movimientos extremistas palestinos y plantea la mayor hipoteca hacia el futuro. Ahora, las negociaciones son posibles. Y si hay negociaciones, es con él, no con los extremistas. Esto configura un giro completo desde 1967 pero permite a Yasser Arafat subir de nuevo al ring. En cierto modo, es entonces que Israel debe reconocerlo como el líder de la causa palestina.

Es precisamente en ese momento que Arafat tiene su cuota de realismo político y pide un retorno al plan de partición de la ONU de 1947. Los países árabes y socios anteriores de Arafat quedaron azorados ante algo que no podían creer. Muchos se preguntaron entonces: ¿para que las guerras anteriores con los israelíes?

A finales de 1988, Arafat viaja y conoce en Roma a Juan Pablo II y manifestó su deseo de proteger a las comunidades árabes cristianas. Pocos creían ya en él. La primavera siguiente, viajó a París, donde conoció a François Mitterrand. El presidente francés impuso como condición para recibirlo y para que Francia reconozca a la OLP la renuncia a la violencia. Arafat es ambiguo y evasivo en su respuesta. Tampoco su viaje a Paris le otorga rédito político aunque le recuerda al presidente francés que él mantuvo correspondencia regularmente con De Gaulle en sus años de juventud.

Pero Arafat no sabía que hablar de buenas relaciones con De Gaulle no sería la mejor manera de abrir el bolsillo de Mitterrand. La familia de De Gaulle declaró luego con perplejidad que nunca había oído hablar de esta correspondencia, ni de alguna relación con esa persona, para cerrar el caso declararon que lo de Arafat era pura invención. A pesar de este error, Arafat logró establecer relaciones diplomáticas con Francia. Este fue un tema de vital importancia para él, ya que es la única potencia europea en la que podía confiar: el Reino Unido, sistemáticamente alineado con EE.UU. y Alemania estaría a favor de Israel.

Fue durante este período que, por primera vez, Arafat tomó un poco de tiempo para cuidar de su vida personal. En julio de 1990, a la edad de 61, finalmente se casó con su secretaria, Suha Tawil, una cristiana palestina de 27 años y convertida al Islam sunita para la ocasión. El matrimonio se celebró en secreto en Túnez y sólo contó como testigos a los guardaespaldas de Arafat.

Los Acuerdos de Oslo, y al año siguiente, el apretón de manos con Yitzhak Rabin pudieron ofrecer una idea de que las cosas estaban en el camino correcto. Pero no fue tan simple. El problema más importante para los palestinos no se trató de una retirada unilateral e incondicional de Israel de los territorios capturados en 1967, sino de que por primera vez, ellos debían cumplimentar lo pactado. Por otra parte, los acuerdos se referían a estos territorios bajo la terminología israelí, muchos de los cuales ya no están ocupados pero sí en disputa. La OLP aceptó esta terminología. Además, su eventual cumplimiento debía ser el resultado de un proceso contractual entre Israel y la OLP. En otras palabras: la tierra contra la paz sostenible. Salvo que las condiciones reales de esta paz nunca se materializarían, y Arafat no fue inocente en ello.

Lo que siguió es historia trágica y conocida para el pueblo palestino. Para muchos observadores y adherentes o detractores, la intransigencia de los halcones israelíes lo complico todo. Para otros, el peor enemigo de ese pueblo palestino ha sido y sigue siendo su propia dirigencia.

El autor es consultor experto en Oriente Medio, seguridad y prevención del terrorismo. Su último libro es «La Yihad Global, el terrorismo del siglo XXI».

Fuente: Infobae

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