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Donald Trump está dispuesto a poner a prueba todos los límites. Quiere ir a fondo, romper barreras, dar vuelta todo. A simple vista, nada ni nadie está en condiciones de ponerle un freno en Washington. Su popularidad está por las nubes.
Pero su discurso y ciertas medidas radicales, como quitarle la nacionalidad a los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en el país, generan fuertes cimbronazos internos en una sociedad dividida. La grieta es cada vez mayor. Los demócratas ya salieron a denunciar “abuso de poder” en ciertas disposiciones anunciadas en sus primeros días de gobierno.
Incluso, desde dentro de su propio partido republicano, hay voces disonantes sobre medidas polémicas como los indultos a los asaltantes del Capitolio el 6 de enero de 2021. Pero más allá de esos cuestionamientos, no parece haber fuertes contrapesos al poder cuasi absoluto que tiene hoy el presidente estadounidense, que goza de un gran apoyo ciudadano, un control total legislativo y una Corte Suprema de mayoría conservadora. Se trata de una trifecta perfecta.
Desde la Casa Blanca minimizan las críticas. Se trata, dicen, de defensores de la “agenda woke”, los “boluprogres” como suele graficar el presidente Javier Milei en la Argentina, o los “zurdos de mierda” en la visión libertaria.
En general, los presidentes suelen gozar de una luna de miel de al menos 100 días, en los que la oposición aguarda expectante. Pero en el nuevo Estados Unidos, los demócratas solo tardaron dos días en salir a denunciar “abuso de poder”.
Fuente: Tn