Rosario Central se dio el gran gusto ante Newell’s y es semifinalista

En la cancha de Arsenal y sin público, el conjunto de Edgardo Bauza se impuso 2 a 1 con goles de Herrera y Zampedri (descontó Torres). En la próxima fase se medirá con Temperley.



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Copa Argentina Newell's vs Rosario Central  a puertas cerradas  Foto Juano Tesone

En cuento tenía que tener un título. Tenía que ser una acción clara, un movimiento reconocible. Como la palomita de Poy. Para que la historia perdurara a lo largo de los años era indispensable encontrar un atajo poético. Y Central lo hizo de nuevo. Deberá saber Germán Herrera que sus hijos y sus nietos le preguntarán por su taco. Hay una nueva jugada que se escribe en la historia grande del fútbol rosarino. Ahí donde estaba el vuelo de Aldo Pedro, ahí donde los hinchas van a recurrir cada vez que tengan que salir de un apuro futbolero, ahí estará el taco de Herrera.

El taco que le puso ruido al silencio. El que rompió con un partido que parecía destinado a penales y rodeado de miedo. El taco que sirvió como primera acción fuera de lo común para un partido fuera de lo común.

Qué le van a hablar a Herrera del Superclásico de Boca y River por la Copa Libertadores si su grito desaforado viaja de un Viaducto al desahogo canalla en las calles rosarinas. Qué le van a decir al Patón Bauza de las falencias en el juego del equipo en la previa a este clásico si ahora se le dibuja la mejor sonrisa que pudo haber imaginado cuando volvió a su querido Central. El cheque grandote con el que posan los jugadores en realidad es un pasaje a la historia.

El remate letal de Fernando Zampedri sentenció a Newell’s cuando al partido todavía le quedaban más de 20 minutos. Ya no había nada más que hacer. La desesperación de los de De Felippe se tradujo en expulsiones. La serenidad de Central se reflejó en la primera combinación de tres pases consecutivos en el partido.

Fue el taco de Herrera el que abrió la puerta.

Antes de ese instante que ya es indeleble pasó poco y nada. Una seguidilla de actos que se irán perdiendo en la intrascendencia.

Central había dado indicios de cuál era su fórmula favorita. El colorado Gil había tirado cuatro córners con rosca al primer palo. En los primeros tres ningún compañero logró conectar en el área. Y en el cuarto llegó el anticipo goleador.

Newell’s no tuvo respuestas. Y es muy probable que de haber sido la Lepra quien abriera el marcador habría pasado lo mismo con su rival. El descuento de Torres, ya en tiempo de descuento, no sirve ni de consuelo.

Celebra el canalla. Y en el vacío del estadio de Arsenal, en esta escenografía que desentona con un partido popular como pocos, retumba el grito desaforado de una mitad de Rosario.

Roberto Fontanarrosa no hubiera tenido que inventar nada. Acá está todo al alcance. El silencio se hizo ruido con una acción poética. El taco de Herrera. El 1 de noviembre. La historia canalla encuentra una nueva excusa para inflar el pecho. Acá hubo “viejos Casale” que tiraron fuegos artificiales desde las vías del tren Roca. Hasta acá llegaron hinchas para intentar ver el partido desde terrazas.

Y el cuento necesitaba un título acorde, una acción inmortalizada. Deberá prepararse Herrera para hacer el taco en lugares inhóspitos. Para contar la escena en peñas y filiales. Porque ahora la palomita no está sola. Llegó el taco de Herrera para seguir escribiendo la historia del fútbol rosarino.
Fuente:Clarin