River sigue sin tocar fondo: en un final de película, Gimnasia ganó tras 20 años en el Monumental que explotó contra los jugadores

El Millonario se reencontró con sus hinchas tras la eliminación en la Copa Argentina y sufrió un nuevo golpe.



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El final es de terror. Y no porque en el Monumental haya habido una fiesta de Halloween. Pero las escenas son dignas de una película espantosa. Miguel Borja tuvo la chance de empatar con un penal que Nazareno Arasa cobró en el exagerado noveno minuto de adición porque vio un agarrón de Suso a Martínez Quarta pero Insfrán se arroja sobre su palo izquierdo para sacarle el remate al colombiano. Gimnasia festeja la victoria por 1 a 0 como si fuera un campeonato porque los tres puntos le dan alivio en su pelea por no descender y el estadio de River explota. Es ver y no creer.

“Ohhh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, se canta con furia desde las cuatro tribunas mientras los jugadores de River se paran en la mitad de la cancha y levantan las manos para saludar. Sigue una silbatina estruendosa. Y hay insultos. Una secuencia que se repitió desde que el Lobo se puso en ventaja al comienzo del segundo tiempo con el penal que convirtió Torres tras una falta de Portillo a Merlini que el VAR le hizo ver a Arasa.

Por ese gol, y porque otra vez jugó muy mal, River volvió a perder, justo en la previa del Superclásico. Y así, la clasificación a la Copa Libertadores 2026 está cada vez más comprometida. Y el domingo, el conjunto de Núñez deberá ir a la Bombonera a enfrentarse con Boca, que le sacó cuatro puntos en la tabla anual sobre seis en juego.

Las derrotas como local en River antes eran esporádicas. Pero en los últimos dos meses se volvieron habituales. Ya son cuatro los partidos seguidos que el equipo del Muñeco perdió en Udaondo y Figueroa Alcorta. Tres (Riestra, Sarmiento y Gimnasia) fueron por el Clausura y una por la Libertadores (Palmeiras). La crisis no se detiene.

Esta vez, los silbidos se adelantaron. Los hinchas no esperan al final del partido. No bien Arasa pitó el final del primer tiempo, desde las cuatro tribunas del Monumental bajó una silbatina importante para despedir a los jugadores de River antes de que se fueran al descanso.

Y razones no les faltaban a esas 80 mil almas que había en el estadio. El equipo no sale del letargo en el que entró en el último mes y no reacciona. Ya no tiene un patrón de juego, no genera, no llega al arco, ni contagia nada.

En la previa, Enzo Pérez, quien estuvo en el banco de suplentes, dio la cara como capitán del plantel y afirmó que el mensaje de Gallardo “llega claro”. Pero en la cancha no se estaría notando. O, los jugadores no lo comprenden. Los rendimientos son muy bajos y no hay rebeldía para afrontar la adversidad.

Así, los partidos de River son prácticamente iguales. La monotonía se reitera en cada encuentro. Todo es lento. No hay cambio de ritmo ni velocidad. No hay ideas para poder vulnerar al contrario. Y todo se potencia si el rival es Gimnasia, un equipo que está derrumbado.

Esta vez ni siquiera Juanfer Quintero se salvó de la abulia de River. Mientras que Gallardo incluyó a Subiabre para jugar con tres delanteros y el subcampeón del mundo juvenil hizo una buena jugada individual de arranque que terminó con la pelota en las manos de Insfrán y después se diluyó. A los 15 minutos se lesionó Colidio. Entró el pibe Jaime y trató de ser dinámico por la izquierda pero inexplicablemente el Muñeco lo sacó en el segundo tiempo. El técnico hizo cinco cambios y ninguno fue para sacar a Kevin Castaño, de pésimo partido. Esa y otras decisiones en el armado del equipo son incomprebsibles en Gallardo.

Gimnasia se abroqueló bien atrás y cuando pudo asomó la cabeza. Torres había avisado en el primer tiempo y Piedrahita armó una gran jugada individual por la izquierda para ubicar con el centro a Merlini, quien iba a definir y Portillo lo hizo trastabillar. Tras el 0-1, River fue sin ideas y en las pocas que tuvo, Salas y Meza le erraron al arco con sus cabezazos y Nacho Fernández, solo, la tiró afuera. Hasta que llegó esa jugada polémica después de los 9 exagerados minutos que dio Arasa. Y ni de penal la pudo meter River, que el domingo se jugará mucho más que un Superclásico.

Fuente: Clarín

 

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