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Miguel Ángel Russo fue un hombre de fútbol. Casi 1600 partidos entre los que disputó como jugador y aquellos que dirigió. Estuvo 50 años consecutivos en el ambiente, en los primeros planos. Tuvo muchos éxitos y consiguió campeonatos. También atravesó frustraciones y hasta dolores profundos. Murió este miércoles a los 69 años, como consecuencia de un cáncer.
Hombre de una sola camiseta como jugador y con decenas de escudos como director técnico. Logró ser respetado por un ambiente muy complicado en el que los afectos y las valoraciones son en extremo inestables. En cuatro clubes llegó a ser muy querido y en varios de ellos es ídolo: Estudiantes, Lanús, Rosario Central y Boca.
Su carrera como técnico tuvo una extensión y una continuidad inusual: 36 años consecutivos, casi siempre en equipos relevantes. Otro indicador de su valía como técnico y de la opinión de dirigentes e hinchas es que en la mayoría de los clubes por los que pasó tuvo más de un ciclo, (casi) siempre quisieron que regresara.
Fue tan extensa, permanente y exitosa su campaña como director técnico que muchas veces se menosprecia su carrera como futbolista. Debutó en 1975 en Estudiantes de la Plata y allí se quedó hasta el retiro 14 años después.
Fue un cinco clásico, de los de antes. De marca, con propensión al roce y mucha personalidad. Sin tanto manejo, con características defensivas era el encargado de darle equilibrio a sus equipos. Con Estudiantes salió campeón dos veces: en 1982 con Bilardo como técnico y en el 83 con Manera. Era el obrero en una línea media excepcional y exquisita: Trobbiani, Ponce y Sabella.
Fuente: Infobae