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Tanto los empleados como los clientes tendrán que usar tapaboca cuando no estén comiendo y sólo se podrá ocupar el 25% de la capacidad de los locales. Esta regla es más estricta en comparación a otros estados del país, en donde la capacidad que se puede ocupar es del 50%.
La medida se tomó como parte de la fase de reapertura económica en la que se encuentra la ciudad de Nueva York. Ha sido posible gracias a que esta mantiene un porcentaje de contagios menor al 1% hace cuatro semanas. Además, con el comienzo del invierno que se avecina en el hemisferio norte, los restaurantes no podrán mantener su actividad en el exterior.
Mientras tanto, los bares, que no se hayan reconvertido en restaurantes, seguirán inhabilitados por la imposibilidad de mantener la distancia social ya que las personas no se sientan alrededor de mesas.