Después de casi 10 años de lucha, logró reencontrarse con su hijo

La madre de Jonathan, de 12 años, se lo llevó en 2005 cerca de Chernobyl. Juan Carlos Ruffier, su padre, consiguió ubicarlo por una red social en el mes de abril



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La madre de Jonathan, de 12 años, se lo llevó en 2005 cerca de Chernobyl. Juan Carlos Ruffier, su padre, consiguió ubicarlo por una red social en el mes de abril




“Estoy en otro mundo. Se me acabaron los problemas. Fueron nueve años de lucha y ahora puedo descansar”, dice del otro lado del teléfono Juan Carlos Ruffier, quien peleó casi una década para recuperar a su hijo, que hoy tiene 12 años.

Después de 24 horas, el avión que traía a Jonathan desde Moscú, acompañado de la abogada Marisa González, aterrizó en Argentina ayer a la mañana. “No hacen faltan palabras para describir lo que nos pasó. Fue un intenso abrazo, algo muy telepático. Él salió corriendo para encontrarse conmigo y de la ansiedad se olvidó de las valijas”, recuerda emocionado Ruffier.

Padre e hijo fueron separados el 19 de diciembre de 2005, cuando la madre del menor se lo llevó a Bielorrusia. Jonathan vivía con su abuela materna en Gómel, una ciudad  ubicada a 132 kilómetros de Chernobyl. Desde entonces, nunca volvió a tener contacto con él, hasta este año.

En abril último, Ruffier, un piloto de aviación, pudo reencontrarse con su hijo, primero a través de las redes sociales. “Le habían quitado todas las formas de hablar conmigo, y con mi hermana lo empezamos a buscar en Google y lo encontramos en una red social. Cuando le hablé, él pensaba que lo había abandonado y le tuve que explicar toda mi lucha”, comenta Ruffier, quien aseguró que su hijo, a pesar de su corta edad,  “armó la revolución” para verlo.

Al mismo tiempo que le explica a Jonathan en ruso el diálogo que mantiene con Clarin.com, Ruffier relata las primeras horas de su hijo en Argentina. Cuando el nene se levantó de la siesta, a eso de las 18, lo primero que hicieron fue a salir a caminar por el barrio de Flores hasta llegar a la Basílica de San José, para bendecir a su hijo.

“Esto que nos pasó es algo muy importante. Es un acto de Dios”.

Aunque antes de ir a la iglesia, entre risas, Ruffier contó que le preparó un asado que le dio a probar mientras su hijo estaba “medio dormido”. “Cuando se despertó, me dice: ‘Creo que soñé que me dabas carne’”, cuenta.

La abogada de Ruffier explicó que el reencuentro fue posible gracias a las acciones del cónsul argentino en Moscú. «Desde el consulado se encargaron de chequear los documentos y de hablar con la abuela. El tema de la restitución y tenencia sigue en la Corte. El caso ya pasó por Lorenzetti y Highton”, cuenta Marisa González, quien tuvo la responsabilidad de ir a buscar al nene de 12 años a Moscú.

Los problemas para Ruffier comenzaron en 2003 cuando viajó a Texas, Estados Unidos, con su mujer, Olga Malkova, y su hijo para visitar a los padres de él e intentar establecerse allí. La experiencia no salió bien porque la pareja decidió separarse y Markova se llevó al nene, sin el consentimiento de Ruffier, a Gómel. La mujer regresó con el pequeño a Estados Unidos para no perder la green card que acreditaba su residencia, pero los inconvenientes no terminaron allí.

Cuando se divorciaron y con un permiso para sacar al nene del país, volvió a la Argentina con su hijo. Pero cuando meses más tarde, sin saber que su ex mujer había presentado una orden de captura en Estados Unidos por sustracción de menores, viajó a Paraguay con Jonathan por temas laborales, fue detenido y enviado 43 días a prisión hasta que demostró su inocencia.

“Me lo arrancaron de los brazos. Su madre lo abandonó de nuevo en Moscú y lo dejó con su abuela. Me separaron de él y la Justicia no hizo nada hasta que una jueza intervino”, explica enojado.

Después de toda la odisea para recuperar a su hijo, Ruffier asegura que está preparado para rehacer su vida junto a él. “Tengo todo listo. Es una responsabilidad emocional y educativa que tengo para con mi hijo. Tengo una señora que me ayuda y en unos días ya va a empezar con clases de español para que el año que viene pueda empezar la escuela. Y si el nene quiere ver a su abuela, ya le dije que compramos el boleto de avión enseguida”, asegura Ruffier al finalizar la conversación.

Fuente: clarin.com

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