Llegaron para quedarse: extranjeros en Buenos Aires

Son muchos los extranjeros que vienen Buenos Aires de visita, se enamoran de la ciudad y de su gente, y deciden quedarse y armar sus propios emprendimientos. Historias de “expats” en la capital argentina que decidieron hacer de esta, su segundo hogar.



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Son muchos los extranjeros que vienen Buenos Aires de visita, se enamoran de la ciudad y de su gente, y deciden quedarse y armar sus propios emprendimientos. Historias de “expats” en la capital argentina que decidieron hacer de esta, su segundo hogar.




Buenos Aires encierra miles de historias. Quizá por ser una ciudad que geográficamente está alejada de todo, resulta el lugar perfecto para muchos que buscan escribir la propia fuera de su lugar de origen. Aquí encuentran, muchas veces, más de lo que pensaban: una ciudad que nunca duerme, buena comida y la personalidad inconfundible de los argentinos, con sus ventajas y contradicciones. A veces, todo ese combo indescriptible es suficiente para plantar bandera y animarse a emprender lo que en tierra propia nunca imaginaron hacer. Los próximos casos relevados por la revista Cielos Argentinos dan cuenta de ello y celebran el espíritu internacional de una ciudad que es tierra fértil para aventurarse a cumplir sueños y emprender.

Celebrar el amor

La historia de Laetitia Orsetti es cosmopolita como pocas: una chica norteamericana, de sangre francesa, nacida en Texas que encontró su hogar en Buenos Aires. Cuando en 1999 decidió hacer un intercambio universitario, pensó en aprovechar para aprender español y conocer un destino que en aquel entonces le pareció lejano y poco común. Tenía 19 años cuando llegó a Buenos Aires sola, pero ya cuando aterrizó en Ezeiza, dice que algo la hizo sentir en casa. “Venía por seis meses y ya hace quince años que estoy acá”, cuenta, orgullosa de su segunda patria. Para ella, quedarse fue la mejor decisión de su vida. Aprendió a hablar español enseguida, y en eso tuvo que ver un novio argentino de aquel entonces, que también la acercó a la cultura local: empezó a vincularse con argentinos, ir a fiestas y casamientos. Algo que le llamó la atención fue que la estructura de las bodas aquí era distinta a las que ella conocía. Después de hacer carrera en una multinacional, y habiendo sumado experiencia en eventos de gran envergadura, vio la oportunidad del emprendimiento propio cuando en 2010 se aprobó en Argentina la ley del matrimonio igualitario –fue el primer país en Sudamérica y el décimo en el mundo–. Así creó Fabulous Weddings (www.fabulousweddings.com.ar), la empresa con que ayuda a parejas –del mismo sexo en su mayoría–, que vienen de todo el mundo a casarse en Argentina. Ella se encarga de todo: desde organizar la parte legal –muchos bajan directamente del avión a hacerse los análisis prematrimoniales–, conseguir los testigos, organizar el evento –sea para unas pocas personas o cientos–, la luna de miel y todos los detalles para que la boda sea soñada. En la historia de su Fab, ya ha casado a ingleses, texanos, dominicanos, australianos… pero una de las historias más divertidas es la que une muchas banderas: un colombiano con un uruguayo, que viven en Chile y trabajan en Costa Rica… y se vinieron a casar a Argentina, en una fiesta con 120 invitados de distintos lugares del mundo. Laetitia adora celebrar el amor, y Argentina le permitió hacerlo a su manera. “Este país tiene algo muy único para ofrecer, y estoy orgullosa de ser parte de su crecimiento”, cierra, y agrega que hasta escribió una lista de 250 razones para vivir acá, donde la gente, el clima y la vida nocturna están entre las principales.

La argentinidad, contada por extranjeros

Hace seis años, Leon Lightman siguió el mandato familiar: se recibió de abogado en su Londres natal pero decidió que, antes de ejercer, quería viajar y estudiar español. Eligió aprender en Guatemala y lo que sería un viaje breve terminó en 19 meses de andar de mochilero por América Latina, viajando y haciendo voluntariados. Descubrió que más que las leyes, lo suyo era la hospitalidad, cuando consiguió trabajo como tour leader en una agencia de turismo para toda Sudamérica. Así llegó a Argentina, y de esa experiencia de manejar grupos y hasta crear programas a su estilo, nació lo que desde hace poco más de tres años es su empresa, The Argentine Experience (www.theargentineexperience.com). La propuesta es una verdadera experiencia: pensada especialmente para extranjeros, está diseñada para que, en el transcurso de cuatro horas, el visitante pueda entender cuestiones básicas de la argentinidad, que atraviesan los sabores –como hacer una empanada, comer un buen bife de lomo con vino tinto y tomar mate con alfajores– y también lo cultural –hay una clase de gestos y frases típicas argentinas que es un verdadero show de stand-up–. Su sueño empezó en su propio departamento y hoy tiene espacio en una bellísima casa en Palermo, donde trabaja con un equipo de doce nacionalidades diferentes, todos amigos que fue conociendo en sus viajes. Entre ellos, una de las más nuevas en el equipo, la australiana Amie Ryalls, que decidió dejar su trabajo corporativo después de años de vivir en Londres para sumarse al sueño de su amigo. Los dos coinciden en que no hay una sola cosa que los enamore de la ciudad, pero que la actitud de la gente es parte del encanto. Para Leon, el caos porteño es, inclusive, parte del secreto para todo joven con una buena idea, paciencia, determinación y ganas de emprender.

Pedalear la ciudad es, quizá, la manera más rápida para entenderla desde adentro, o al menos así lo creyeron William Whittle y Robin Gerlach cuando crearon Biking Buenos Aires (www.bikingbuenosaires.com), el emprendimiento de estos dos amigos norteamericanos, que hace cuatro años llegaron a la ciudad a divertirse y no quisieron irse nunca más. Desde 2010 ofrecen distintos tours en bicicleta para conocer la ciudad, y están en el top del ranking de Trip Advisor. Según su propia pasión bicicletera, las dos ruedas son la mejor manera de descubrir un lugar, y la combinaron con conocer la historia argentina a través de uno de los tours más novedosos, “Caught in the act”, creado por un argentino, Jonathan Mizrahi. Junto con la Compañía FÅRÖ, ofrecen una propuesta de teatro inmersivo donde no solo el espectador forma parte de la obra, sino que la ciudad es la escenografía misma. La obra en vivo exige trasladarse en bicicleta y a la vez, transportarse en el tiempo, atravesando momentos de la historia del país en sus locaciones originales.

Buena comida y buena bebida, en clave local

Anne Reynolds es australiana, pero vivía en Londres cuando decidió venir a Argentina con la excusa de aprender el idioma. Finalmente lo logró instalándose en un pueblito en Córdoba, pero fue en Buenos Aires donde conoció a Marina Ponzi, su socia argentina en el emprendimiento que las dos tienen desde 2011, Fuudis (www.fuudis.com). Las unió la amistad y una afinidad particular: el gusto por la buena comida y la buena bebida. Así arrancaron con tours gastronómicos por lugares que ellas mismas elegían en distintos barrios, y hoy el proyecto inicial se amplió con otros eventos gastronómicos. En septiembre lanzan la cuarta edición de Buenos Aires Food Week –donde 40 de los mejores restaurantes porteños ofrecen un menú a precio especial–, y el último jueves de cada mes organizan los Aperitours, donde recorren tres bares de algún barrio porteño probando cocktails y tapas. “Llegué pensando en quedarme dos años y ya voy seis”, dice Anne, esta sibarita experta y aporteñada, y agrega que se enamoró de la ciudad y la siente un lugar de muchas oportunidades, donde todo está por hacerse.

Johnnie Deutsch cumplió su sueño del bar propio no en Vancouver, Canadá, donde nació, sino en pleno Palermo SoHo. Ya había estado en Buenos Aires de vacaciones en 2006 y en 2009, volvió decidido a quedarse, fascinado con la onda argentina. Aunque viaja permanentemente, su corazón está en Magdalena’s Party (www.magdalenasparty.com), el bar que comparte con su socio local, Agustín García. Sin pensarlo, la esquina de Thames y Costa Rica se convirtió en un punto de encuentro para los expats en la ciudad. El destacado es el brunch del fin de semana –bien neoyorquino, en menú y ambiente–, y el Bloody Mary, que, según dicen, les llevó tres años de pruebas y es el mejor de la ciudad.

Fuente: Infonews

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