Jóvenes, científicos y argentinos

Las investigaciones y los descubrimientos realizados en nuestro país adquieren cada vez más protagonismo en el mundo de la ciencia. Una selección de casos que describen el trabajo de aquellos que traspasan las fronteras del conocimiento.



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Las investigaciones y los descubrimientos realizados en nuestro país adquieren cada vez más protagonismo en el mundo de la ciencia. Una selección de casos que describen el trabajo de aquellos que traspasan las fronteras del conocimiento.




Un hallazgo clave que permite entender cómo las plantas regulan la expresión de sus genes en respuesta a la luz; terapias con células madre que proporcionan tratamientos médicos alternativos; mecanismos por los que es posible detectar una enfermedad denominada Inmunodeficiencia Común Variable (CVID); y el desarrollo de un biosensor que detecta la presencia de ciertas entidades biológicas. Estas son algunas de las investigaciones que emprenden un grupo de científicos argentinos con el fin de generar nuevos conocimientos para el desarrollo de la humanidad, según resela la revista Cielos Argentinos.

Son jóvenes y apasionados por su trabajo. La rigurosidad y la dedicación marcan cada una de sus investigaciones. Se enfocan en proyectos que contribuyen tanto a la ciencia básica como a la aplicada aportando importantes cambios para el desarrollo humano. Cada vez son más los investigadores locales que publican en revistas prestigiosas y viajan por el mundo para desarrollar sus conocimientos demostrando la evolución que logró en estos últimos años el sistema científico en la Argentina. Julieta Maymó es doctora en Ciencias Biológicas y se desempeña como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Reivindica el haber estudiado en la universidad pública, que le permitió acercarse al “extraordinario mundo de la biología”. “Cuando empecé a investigar estaba interesada en temas relacionados con el desarrollo de la biología molecular en humanos. Así fue como comencé a estudiar la regulación de la expresión de una proteína en la placenta humana, la leptina, que está relacionada con la implantación y el crecimiento del embrión”, explica la investigadora. A su vez, asegura que las principales ventajas de emplear este tipo de células es que son de fácil acceso y tienen la capacidad de diferenciarse de varios tipos de tejidos.

Instalada en el Laboratorio de Fisiología Molecular Placentaria (IQUIBICEN) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Maymó investiga junto a sus compañeros la diferenciación de las células madre amnióticas para poder transformar las mismas en hepatocitos sanos con el fin de brindar una terapia regenerativa y así poder reemplazar el tejido hepático dañado por tejido sano. Estas investigaciones permitirán, en un futuro, brindar tratamientos que la medicina convencional no logra proporcionar.

Luego de un año de haber comenzado con el desarrollo de su investigación, Julieta viajó a España con el fin de poder adquirir nuevas técnicas. “La colaboración con otros países permite continuar desarrollando y ampliando los conocimientos, lograr unificar los resultados obtenidos en cada investigación, realizar publicaciones científicas y poder compartirlo entre mis compañeros de estudio para después aplicarlos en el país”, señala la bióloga. El interés de María Belén Almejún por la biología comenzó a los 16 años en la escuela secundaria, gracias al excelente trabajo de sus docentes, que le permitieron incursionar en el micromundo de las ciencias biológicas. Apasionada por la inmunología molecular, en 2007 comenzó a investigar en el Hospital de Pediatría P. Garrahan una enfermedad denominada Inmunodeficiencia Común variable (CVID), que se manifiesta en niños que no desarrollan anticuerpos contra patógenos o en respuesta a vacunas. “Lo que intentábamos era encontrar genes que pudieran estar implicados en el desarrollo de esa patología, así como marcadores que nos permitieran detectar la severidad de la enfermedad en el paciente”, explica Almejún, doctora en Ciencias Biológicas de la UBA.

Durante la investigación, los científicos argentinos encontraron una mutación en un gen de una paciente que podría ser causal de esa enfermedad. En ese mismo momento, un grupo de investigadores estadounidenses publicó unos resultados similares en ratones, en los cuales la mutación había sido obtenida de forma artificial pero mostraba la misma patología. Entonces, los científicos argentinos decidieron viajar a la ciudad de Nueva York con las muestras del paciente para adquirir nuevas técnicas y con ellas demostrar que esa mutación era la causante de la enfermedad. Asimismo, los científicos norteamericanos pudieron comprobar que esa patología tenía su correlatividad en humanos. Belén regresó a la Argentina y aplicó en el hospital Garrahan las nuevas técnicas adquiridas. “En Nueva York me dediqué a realizar los experimentos con reactivos que podía adquirir en mi país, lo hice a conciencia para poder repetir la experiencia y que quede como herramienta para futuras investigaciones”, explica la científica.

En ese sentido, resalta que “los perfeccionamientos en el exterior y el intercambio de experiencias sirven para avanzar con las investigaciones en nuestro país, siempre que no se genere una dependencia tecnológica. Es decir, el investigador debe tener presente que las técnicas que adquiere en el exterior tienen que ser factibles de realizar en la Argentina de forma independiente, con posibilidades de desarrollo local”, concluye Almejún.

Son jóvenes y apasionados por su trabajo. La rigurosidad y la dedicación marcan cada una de sus investigaciones

Entre los distintos aportes que brindan las ciencias biológicas, están también aquellos que se hacen desde las ciencias físicas, como es el caso de Cecilia Laborde, quien investiga una técnica de detección para desarrollar un biosensor que permita, por medios ópticos, eléctricos y químicos, detectar en una muestra la presencia de ciertas entidades biológicas como enzimas, proteínas y anticuerpos. Cecilia es licenciada en Ciencias Físicas y actualmente trabaja en Holanda. “La experiencia de estar trabajando en el exterior es muy positiva. Mi investigación se basa en la física experimental y hay cuestiones que son más fáciles de resolver en Europa, como la disponibilidad de recursos (equipos y financiación) e intercambio de información entre los distintos laboratorios y universidades”, explica Laborde. Sin embargo, asegura que le gustaría desarrollarse como investigadora en Argentina y que espera que su formación en el exterior pueda contribuir, aunque sea un pequeño aporte, al desarrollo de la ciencia en el país.

Por otra parte, Ezequiel Petrillo dedicó gran parte de su carrera profesional a investigar el funcionamiento y el comportamiento de las plantas ante la presencia o ausencia de luz. La investigación comenzó hace seis años, cuando Petrillo, doctor en Ciencias Biológicas, propuso a Alberto Kornblihtt –director de laboratorio en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE)– estudiar el “splicing alternativo”, un mecanismo desarrollado en células vegetales para regular la expresión génica y la adaptación a los cambios en el entorno. “Al estudiar estos procesos moleculares, me involucro con la fisiología y el desarrollo de las plantas desde esa perspectiva, y puedo abordar algo más general como es el estudio de las respuestas de las plantas a la luz”, explica el biólogo. Y destaca que “si bien la luz es una fuente de señales del entorno, para las plantas es también la base de la obtención de energía, ya que a través del proceso de fotosíntesis transforman la energía lumínica en energía química, generan azúcares, es decir su propio alimento. Sin fotosíntesis y sin plantas verdes no habría el resto de la vida sobre la Tierra”. En ese sentido, destaca la importancia de entender cómo las plantas interpretan y utilizan la luz, y cómo la expresión de sus genes es regulada por tal factor.

En 2006, Petrillo –junto a su grupo de investigación– comenzó a interactuar con otros científicos que también estaban interesados en la temática y se creó un grupo de trabajo integrado por argentinos, escoceses y austríacos. Dos años más tarde, Ezequiel viajó a Austria para realizar algunos experimentos en el laboratorio en que se encuentra trabajando en la actualidad. “Esta etapa en el exterior me servirá para aprender nuevos métodos y técnicas, generar vínculos, obtener más conocimiento y poder formar mi grupo de investigación en la Argentina”, cuenta el científico.

Por otra parte, el biólogo recuerda que cuando comenzó sus estudios, en 2000, el panorama era bastante oscuro y en la Facultad de Ciencias Exactas se planteaba el cierre de cátedras por la falta de recursos y los estudiantes avanzados se querían ir del país, ya que el sistema científico estaba “cerrado”. En esa línea, Petrillo explica que “en la década del ’90, el Estado argentino invirtió mucho dinero en retiros voluntarios para investigadores, los mandaban a “lavar los platos” porque representaban un “gasto inútil”.

Por suerte, hoy la situación es distinta ya que la ciencia esta mejor posicionada, se creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva, se promueve la repatriación de los científicos y se establecieron nuevos centros de investigación. Y agrega: “Hoy el científico en Argentina es una figura que está integrada a la sociedad”. El avance de la ciencia es fundamental para lograr el crecimiento de los países y la mejora de la calidad de vida de las sociedades. En la Argentina, en 2007, se creó el ya mencionado Ministerio de Ciencia.

Según datos publicados por este organismo, la base científica aumentó casi 60% desde 2004, presentando un escenario de 59.683 personas abocadas a la investigación y al desarrollo, de las cuales cerca de 44.000 eran investigadoras y becarias en 2009. Lo que significa que la Argentina cuenta con 2,9 investigadores por cada mil integrantes de la PEA (Población Económicamente Activa).

Para el desarrollo de la ciencia, los recursos humanos son fundamentales. Por eso en 2008 la repatriación de científicos fue declarada política de Estado, a través del programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior). En esa línea, los datos brindados por el Ministerio dan cuenta de 1.030 científicos que han regresado a ejercer labores de investigación al país, al tiempo que se desarrollan redes de científicos en el exterior.

Cada vez son más los jóvenes que se sienten interpelados por la ciencia y se dedican a investigar. Hoy la Argentina cuenta con investigadores reconocidos a nivel internacional que desarrollan su trabajo con dedicación, responsabilidad y excelencia. Por eso, es preciso seguir profundizando políticas transformadoras, promover espacios de debate, incrementar la divulgación del trabajo científico y continuar acercando la ciencia a la sociedad para consolidar un país con futuro, innovación y bienestar social.

Fuente: info news

Publicado en: Sociedad   Etiquetas: , ,


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