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La prensa afirma que el plan del presidente  involucra a 4,5 millones de personas. Fuertes críticas republicanas.

Gran revuelo en Washington: la prensa reveló que el presidente Barack Obama prepara un inminente plan para reformar la política inmigratoria por decreto, que incluye el “blanqueo” de unos cinco millones de indocumentados y, aunque la noticia fue luego desmentida por la Casa Blanca, la oposición republicana advirtió que habrá una “explosión” en el país y que Obama “juega con fuego” si avanza en el tema.

Funcionarios del gobierno, citados en forma anónima, dijeron al diario The New York Times y también a la cadena conservadora Fox news que el plan, de 10 puntos, sería anunciado antes del 21 de noviembre. Entre otras cosas, el programa incluiría un indulto (conocido como “acción diferida”) para los inmigrantes ilegales que llegaron a Estados Unidos siendo niños y permitiría además que alrededor de 4,5 millones de sin papeles, con hijos nacidos en los Estados Unidos, puedan quedarse en el país. El plan incluye también un programa de seguridad en las fronteras y la contratación de oficiales especiales para inmigración.

En los últimos meses, en manifestaciones y a través de sus líderes, los hispanos comenzaron a calificar a Obama como el “campeón de las deportaciones”, ya que la cifra de expulsados del país fue récord durante su administración.

Poco antes de las elecciones legislativas del 4 de noviembre, Obama había anunciado la postergación de cualquier medida sobre inmigración para después de los comicios porque dijo que era un tema muy divisivo que podría afectar a los candidatos demócratas. De hecho, el Partido Demócrata del presidente sufrió una derrota histórica y parte de las razones se concentraron en el voto latino. Desencantados con las promesas incumplidas del mandatario, muchos de ellos no fueron a votar (la abstención en general fue récord, solo un 36% fue a votar) o lo hicieron por algún candidato republicano, algo impensado para el electorado hispano que siempre apuesta por los demócratas.

Tras la catástrofe electoral, Obama salió a decir que si los republicanos no avanzaban con una reforma en el Parlamento, él lanzaría un plan por decreto antes de fin de año. En ese contexto se encuadra lo que publicó ayer la prensa, aunque luego Josh Earnest, secretario de Prensa de la Casa Blanca, dijo que el presidente no había tomado aún una decisión final sobre la inmigración.

Pero los republicanos pusieron el grito en el cielo ni bien se enteraron de los supuestos planes de Obama. El presidente del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, Hal Rogers, dijo que si el mandatario actúa antes de fin de año, en el país habrá “una explosión”. “El presidente no tiene autoridad para hacer eso, va contra las leyes”, dijo. El líder de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, dijo que Obama está “jugando con fuego” y que cualquier acción unilateral que adopte eliminará la posibilidad de aprobar una reforma migratoria en el Congreso, además de “poner en peligro” el consenso bipartidista en otros asuntos. Además, un grupo de senadores opositores, entre los que se encuentran Ted Cruz, Mike Lee y Jeff Sessions, amenaza con bloquear la aprobación de fondos para financiar el funcionamiento del Gobierno y la “amnistía ilegal” que según ellos Obama busca llevar a cabo.

En junio de 2013, el Senado aprobó un proyecto de ley bipartidista para una reforma migratoria respaldada por Obama, pero la Cámara Baja, de mayoría republicana, no lo ha sometido a voto y prefiere medidas parciales y condicionadas al aumento de los recursos para reforzar la seguridad fronteriza. Luego de las elecciones legislativas, la oposición pasará a tener el manejo de las dos cámaras y ampliará aún más su influencia en diputados.

No se sabe aún si lo de ayer fue un globo de ensayo del gobierno o es realmente algo que Obama piensa llevar a cabo. Lo seguro es que removió el avispero y metió más presión a los republicanos.

Fuente: CLARIN