Tenía síndrome de down y murió al caer de un 7° piso: investigan si el padre lo arrojó por la ventana

La madre de Renzo había denunciado al padre por violencia doméstica varias veces. "Le dije a la jueza: esto va a terminar en tragedia", contó a Infobae.



No Banner to display

Hace 10 días, mientras Argentina jugaba un partido decisivo contra Ecuador, Ángela miró el celular y vio que tenía cuatro llamadas perdidas. Se desesperó: Renzo, su hijo de 7 años, estaba con el padre, a quien ella había denunciado varias veces por violencia familiar. Fue en el Hospital de Niños de La Plata donde le dijeron qué había pasado: el nene había caído del séptimo piso y, cuando ingresó a la guardia, ya estaba muerto. Ángela sostiene que lo mató el padre y dice que ella se lo había advertido a la jueza pocos días antes: «Esto va a terminar en tragedia».

Angela Donato (44) y quien era su pareja se conocieron en una feria en la que ambos trabajaban. Estuvieron dos años juntos «con idas y vueltas, porque la relación no iba por buen camino. Me controlaba lo que compraba, no le gustaba cómo me vestía, era cruel con los clientes. Pero cuando le decía que me quería separar se ponía a llorar, y yo le daba otra oportunidad», cuenta a Infobae. El 8 de marzo de 2009 le dijo, finalmente, basta. Dos semanas después se enteró de que estaba embarazada.

Volvieron. «Durante el embarazo tuvimos discusiones terribles. Se enojaba, me decía ‘vos amás más a ese bebé que a mí’, lo cual era obvio, pero no mostraba ningún tipo de interés en su hijo. Cuando estaba de 7 meses, volvimos a separarnos. Ahí le pedí que hiciéramos todo legal y que acordáramos una cuota alimentaria. Me dijo que él tenía más plata que yo y que, si le ponía un abogado, él iba a poner tres y me iba a destruir».

Las ecografías mostraron que había un exceso de líquido y algo extraño en los riñones del bebé, por eso sospecharon que podía ser un niño con síndrome de down. «Él me dijo: ‘voy a presenciar el parto, si tiene algo y se le nota, lo estrello contra la pared'», asegura ella. Renzo nació el 18 de noviembre de 2009. Una enfermera, un largo rato después le dijo: ‘mamá, es down el bebé’.

Apenas le dieron el alta, Ángela se comunicó con ASDRA (Asociación Síndrome de Down de la República Argentina) para que la orientaran y los «papás viajeros» de la entidad fueron a conocerlos. «En ese entonces, yo no quería que perdiera el contacto con su papá, quería que construyeran un vínculo, que mi hijo tuviera un padre». Habían vuelto a estar juntos pero tres meses después del nacimiento, volvieron a separarse.

«Un día fue a casa a ver al nene fuera del horario que habíamos acordado. Nosotros ya nos habíamos ido. Me llamó mi hija desesperada (tenía 14 años) para decirme que estaba ahí y estaba loco, que había arrancado los cables de Internet y había roto todo». Ángela le hizo la primera denuncia por violencia doméstica y le dictaron una orden de restricción de acercamiento.

Cuando se venció, establecieron un régimen de visitas que, según ella, cumplió a medias: «A veces se lo llevaba, otras pasaban tres meses y no aparecía. Pero cuando Renzo ya iba al jardín maternal empezó a venir golpeado. El me decía: ‘se habrá caído en el jardín’ pero la maestra decía que no era cierto. El sabía que ésto iba a pasar: me decía ‘no proyectes tu vida con Renzo porque va a morir chico’. Yo se lo dije a la jueza y me contestó que yo me estaba victimizando porque tenía un hijo discapacitado».

Las sospechas no se diluyeron. «El año pasado, cuando tenía 6 años, vino con hematomas en la cara, el ojo morado y un derrame. El pediatra lo revisó y dijo que tenía petequias por compresión, es decir, pequeños hematomas que se le habían hecho porque le habían apretado con fuerza la cara». Ángela decidió, sin autorización judicial, no permitir que Renzo volviera a ver al padre.

Pero la violencia siguió creciendo. «Un día, a fin del año pasado, me empezaron a avisar que me estaba buscando. Me siguió y, cuando me encontró, me pegó una piña en el hombro. Fui a denunciarlo a la comisaría y me dijeron que no me podían tomar la denuncia, que tenía que ir a la Comisaría de la Mujer. Les dije, ‘por favor hagan algo, mi hijo está en la escuela, es capaz de irse para allá y hacerle algo’. Le volvieron a dictar una restricción de acercamiento, que venció en febrero de este año.

Como Ángela no tenía más dinero para pagar abogados, fue a la Defensoría del departamento judicial de La Plata y pidió al abogado que le asignaron que le renovaran la medida de restricción. «Me dijo que si no había un hecho nuevo de violencia, no se podía. Y que si seguía quejándome me iban a sacar la tenencia. Le dije que si me obligaban a revincularlo con el padre Renzo iba a volver golpeado, que me lo iba a matar. Me recomendó que no dijera eso, que me iban a terminar internando por loca».

Hace cuatro meses, la jueza estableció un nuevo régimen de visitas. Pero en julio, Ángela volvió a suspenderlo sin autorización. «Renzo amaba su pelo, quería tener el pelito largo, y el padre se lo cortó. Estaba harta de que no lo respetara, de que sólo viera el síndrome, que me dijera ‘no entiende, no es inteligente, es down’. La jueza me llamó furiosa y me dijo que era una irresponsable. Yo estaba protegiendo a mi hijo, ¿por qué mierda no me dejó proteger a mi hijo?».

Volvieron a dictar un régimen de visitas. «Y otra vez se borró; un día me llamaron del colegio porque nadie había ido a buscarlo. El nene ahí solo, esperando a su papá. Apareció unos días antes de la audiencia, para hacer buena letra. Se lo dije a la jueza: ‘esto va a terminar en tragedia’. Me contestó: ‘no seas dramática'».

El martes del partido entre Argentina y Ecuador, Ángela llevó a Renzo al colegio, le dio un beso y le dijo «te amo, hijo». Iba a segundo grado. A las 17.30 el padre fue a buscarlo. Fue a la noche, durante el partido, que ella vio las cuatro llamadas perdidas. Renzo había caído por la ventana desde el 7° piso a un patio interno.

Al día siguiente, los vecinos denunciaron que del departamento del padre de Renzo salía un fuerte olor a gas. La Policía entró por la fuerza: había tomado sedantes y abierto las hornallas pero las ventanas estaban abiertas. Según confirmaron fuentes judiciales a Infobae, la investigación para determinar si fue o no un accidente gira en torno a dos personas: el padre de Renzo y su pareja, los únicos que estaban con el nene esa noche.

Si bien ninguno de los dos está imputado, la causa sigue en la Fiscalía de instrucción n°6 de La Plata. El dato encierra otro dato. La causa no pasó a la Fiscalía especializada en delitos culposos, que es la que investiga accidentes. Tampoco pasó a la Fiscalía especializada en violencia de género, que es la que podría determinar si se trató o no de un femicidio vinculado: es decir, padres que matan a sus propios hijos para golpear a las mujeres donde más les duele.

Fuente: Infobae

Etiquetas: Destacado, Noticias, Sociedad. Bookmark the permalink.


Articulos relacionados