Según un experto en armas, Nahir Galarza no disparó accidentalmente

Nahir Galarza, estuvo ayer en el juicio por el asesinato de Fernando Pastorizzo



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Un experto en armas comprometió aún más la situación procesal de Nahir Galarza: «No existió disparo accidental o involuntario», dijo, en la audiencia de ayer, Edgardo Ceferino Crespo, diplomado en Criminalística y Criminología, perito balístico, mecánico armero e instructor de tiro de la Policía Federal Argentina. Así, asestó un fuerte golpe a la versión de la acusada, que dijo que el arma de su padre se había disparado cuando intentó quitársela a Fernando Pastorizzo mientras iban en la moto del joven. Y dio un espaldarazo a la hipótesis que intenta probar la fiscalía entrerriana: que el 29 de diciembre pasado, en Gualeguaychú, Nahir le disparó a matar a su exnovio a sabiendas de lo que hacía.

«De acuerdo a lo expuesto oportunamente por la Policía de Entre Ríos y por el licenciado Lázaro Azcue, junto a las fotografías del lugar del hecho -las cuales fueron anexadas a los informes- puedo concluir con que la herida del proyectil de arma de fuego que presenta la víctima en su espalda, con orificio de entrada de atrás hacia adelante, de izquierda a derecha, y una trayectoria ascendente, fue efectuado cuando la víctima se encontraba sobre el moto vehículo, con el tronco levemente inclinado hacia adelante», desarrolló Crespo, a la vez que afirmó que «el operador del arma» estaba «detrás de él [Fernando Pastorizzo], presumiblemente de pie, no sentado sobre el rodado, ya que el disparo está direccionado y con contacto débil, y sería el que se indicaría como el primer disparo».

«La herida del proyectil de arma de fuego, en el pecho de la víctima, con orificio de entrada de adelante hacia atrás, de izquierda a derecha, fue efectuado cuando la víctima se encontraba en posición de cúbito dorsal, ya que habría solución de continuidad con el orificio de salida y el proyectil recuperado en el lugar del hecho, en el que hubo un desplazamiento del tirador con respecto a la posición de este con el primer disparo, al igual que una leve inclinación sobre el cuerpo de la víctima, atento a que lo determinado por la distancia de disparo no supera los 50 centímetros entre la boca del cañón y el tórax del occiso», explicó.

En cuanto al arma dijo que corresponde a una «pistola semiautomática marca Browning, calibre 9mm, que se encontraba cargada con los nueve cartuchos secuestrados. La celosidad del disparador, conforme a lo expuesto por los especialistas, es normal, según se constató en su posición por el licenciado Azcue».

Asimismo dijo que «al momento de ser examinada por los peritos intervinientes no presentaba anomalías en el mecanismo constitutivo y que era apta para efectuar disparos». «Al respecto se puede decir que no existió disparo accidental o involuntario ya que el primer disparo fue realizado a una muy corta distancia a quemarropa, y desde atrás de la víctima», consideró el experto.

«El arma estaba sostenida firmemente ya que el ciclo del disparo se efectuó sin interrupciones aparentes, y el segundo disparo se efectuó a no más de 50 centímetros del blanco, con lo cual el autor tuvo que adelantarse desde la posición inicial del primer disparo e inclinar su cuerpo sobre la víctima, quien tenía su mano apoyada en el pecho como signo acto de reflejo por el dolor ocasionado en la primera herida», infirió el consultor.

«Habiéndose secuestrado en el lugar del hecho una vaina servida y un proyectil, que presentaban correspondencia de haber sido disparados por el arma incriminada y una impronta de acción de un proyectil de arma de fuego en la pared de una vivienda ubicada a 50 metros aproximadamente, cuyas según características se corresponderían con las balas del cartucho secuestrado, existen tres hipótesis sobre el faltante de la segunda vaina: que ésta nunca fue encontrada, que alguien se la llevó del lugar o bien, que quedó trabada en la recámara del arma en cuestión», teorizó.

«En el caso de que la vaina nunca fuera encontrada o que alguien se la llevara de la escena, el mecanismo de disparo cumplió su ciclo correctamente, un tercer cartucho debería haber sido alojado en la recámara y posteriormente extraído, ya que ninguno de los 9 cartuchos secuestrados posee marcas características de accionamiento en sus balas conforme dicho en el informe pericial», detalló.

«Al igual que en la hipótesis de la vaina servida trabada en el a recámara, se tiene que haber operado el arma para la extracción de ésta, ya que al momento del secuestro de la misma no había ninguna vaina servida en la recámara», completó.

«Con cualquiera de estas hipótesis la persona que efectuó los disparos, manipuló el arma después de haberla disparado, demostrando los conocimientos suficientes en el manejo de la misma», concluyó.

Fuente: La Nación 

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