Ronnie Arias: «Dejé la cocaína porque no tenía plata»

“Fernando Peña era un dolor de huevos porque me traía el dealer a mi casa” recuerda el conductor sobre el momento en el que decidió dejar las drogas y cortó vínculos: “Tuve que separarme de todos mis amigos y encerrarme en mi mismo”



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Esta es la historia maravillosamente ilustrada de un niño de clase obrera de Villa del Parque, que allá por los años 70 (ok, la verdad fue en los 60) alcanzó el podio máximo, el universo exclusivo, la tierra prometida, el edén de las estrellas, o sea: de cómo ese niño ilusionado se transformó en laburante de tv/radio/Online, con la yuga remando y remando, día a día, pero siempre feliz con lo que hubo, con lo que hay y por sobre todo con lo que vendrá.

Esa es la contratapa de FAMA, cómo ser una estrella pop, el primer libro de Ronnie Arias. «Es un hijito: tardé dos años en hacerlo, un año para escribirlo, un año para hacer toda la estética», le explica el conductor a Teleshow sobre el material que se presenta como una mezcla de fanzine punk de los 70 con revista de estrella pop de los 80.

«Tengo un gran sentido del humor sobre mi persona. Lo que traté es que la gente pueda absorber esa pequeña tragedia cotidiana de clase media desde el lugar del humor. Sé que estoy contando cosas que, a lo mejor, para la gente son fuertes. Pero me parece que hacer un grotesco de esa situación hace que la gente pueda asimilar el dolor propio desde otro lugar», dice Ronnie, que en el libro cuenta que a los seis años sus tres deseos más fervientes eran ver famosos, saludarlos y sacarse una foto con ellos.

Ronnie Arias le tomó el gusto a la escritura y ya está pensando en un próximo libro

Ronnie Arias le tomó el gusto a la escritura y ya está pensando en un próximo libro

—En el libro aparece tu infancia, rodeado de tus tías. ¿Eras un mimado total?

—¡No, no! ¡Era un dejado de la mano de Dios! ¿Viste que ahora hay una palabra que habla de cuando las mujeres se juntan para algo?

—¿Sororidad?

—¡Eso! ¡La sororidad! Una de mis hermanas se peleaba conmigo y las otras tres se ponían de acuerdo con ella, ¿entendés? Llegaba mi vieja, ¿y qué versión iba a creer? Cuando cumplí 16 años dije: «Yo me voy de acá». En ningún momento dije que no las quería o que eran malas, pero sucede una cosa con un grupo de mujeres juntas que es muy fuerte. Chicas, pónganse las pilas porque juntas pueden conseguir cualquier cosa.

—¿Cómo estás viendo este momento de las mujeres?

—Conflictivo, porque todavía hay como una especie de confusión y el macho cuadrado no termina de ver para dónde carajo salir rajando. Pero creo que está bien, creo que es hora.

—¿No te asusta el feminismo?

—No. Me asustan las que van y hacen caca en la puerta de la Iglesia porque es una ridiculez. ¿Sobre qué estás protestando? Me asustan las que prendieron fuego a un perro porque era un perro macho. Pero me parece que la mujer se merece, sin lugar a dudas, su lugar, no al lado sino adelante. Porque el mundo es un matriarcado: la que sostiene a la familia es la mujer.

Llevan 25 años de pareja con Pablo. ¿Tuvieron separaciones?

—Dos quiebres en el medio como para tomarse un tiempo. Seis meses uno, seis meses el otro. O sea que estaríamos como en un año menos, pero creo que el secreto es ser amigos.

—¿Pareja abierta?

—No. No lo entiendo. En todo caso, si no me entero, bueno… (risas).

—Eso no sería una pareja abierta ¡Es infidelidad y que no me entere!

—El poliamor me parece una pelotudez. A mí no me vengan… O sea, el «poligarche» es una cosa; el poliamor es otra completamente diferente. Poliamor puede ser a mi madre, a mi hijo, ¿a cuántas personas podés amar? Yo no creo que seamos todos sheiks con 70 mujeres, y siempre hay una favorita. Aparte, ¡mantener dos relaciones al mismo tiempo!

—¡Con lo caro que está todo, Ronnie!

—¡Dios mío! No nos alcanza para mantener a un hijo, imagínate a dos. Bueno, mi padre biológico tenía otra familia en Córdoba.

—¿En serio?

—Claro, con una mujer e hija. Estaba mi madre y mis hermanas, y en el velorio de mi padre cae una mujer con una nena igual a mi hermana Sandra a retirar el cuerpo, porque era la mujer oficial. Estamos hablando de la década del 60. O sea que nosotros eramos hijos naturales.

—¿Tu mamá no sabía?

—No. Y es más, estaba casada con libreta: todo el mundo sabía. Lo loco es que mis abuelos también sabían que mi viejo estaba casado y no se hablaba.

—¿Él qué hacía? ¿Iba de casa en casa?

—No, mi viejo ya la había dejado a esta. Ya vivía directamente con mi vieja en la casa de mis abuelos.

—Y hoy con esa hermana, ¿tenés relación?

—Es que no tengo idea, perdí contacto. La única información que tengo es esa. Después desaparecieron. Se llevaron el 75 % de la herencia y desaparecieron. El tema es que era un momento en que la otra mujer no tenía ningún valor. Él era bígamo, estaba casado con dos mujeres, y el segundo matrimonio perdía valor inmediatamente, y los hijos pasaban a ser hijos naturales reconocidos.

—Hoy sería imposible porque los hijos son iguales ante la ley.

—Ante la ley. Aparte con un quilombo, porque mi vieja alquilaba la casa para poder comer y nosotros íbamos a vivir a lo de mi abuelo. Entonces, querían que mi vieja pague los años que había alquilado la casa. ¡Un desastre, un desastre!

—No solo se moría tu papá, sino que perdió todo.

—Perdió todo, ¿me entendés? Se le vino el mundo abajo. 23 años, imagínate.

—¿Y cómo resurgió?

—Creo que es de familia. Nosotros tenemos un agarre con la vida muy importante.

Ronnie Arias junto a uno de sus perros (Foto Instagram)

Ronnie Arias junto a uno de sus perros (Foto Instagram)

—¿Apareció ese agarre cuando te enfermaste?

—Supongo, pero nunca tuve miedo de morirme. Nunca tuve miedo de que sea algo peor. Sí tuve miedo de no hablar. La primera vez que me dicen que lo más probable es que tenga cáncer, lo primero que hago es sacar pasajes y llevar a mis sobrinos a Disney. En Disney es donde pierdo el 100% de la voz. Ahí empiezo a escribir porque ya no hay manera de recuperar el habla. Pensá que yo ahora hablo con la cuerda derecha, ¡y mirá qué divino que te estoy hablando! (Risas).

—Te operaron e hiciste rayos, las dos cosas.

—Exacto. 42 sesiones de rayos. No falté un solo día. En el mundo, hoy, el 70% de la gente que tiene cáncer sobrevive. La detección temprana funciona. 42 sesiones de rayos son cinco por semana, de lunes a viernes sin faltar un solo día, de entrada no sentís nada. Pero, de golpe, cuando empezás a tragar, primero empieza como un dolor de garganta y se empieza a quemar todo y a poner en carne viva. Yo creo que los tres peores meses de la enfermedad los pasé recuperándome.

—¿Y a qué te aferraste?

—A la vida, a la felicidad.

—Y el alta definitiva, ¿cuándo fue?

—Me lo dieron hace dos años.

—Y se festejó…

—¡Sí! Yo festejo cualquier cosa. Para mí festejar vale la pena siempre. Dejé de ir a los controles, ahora hace como dos años que no voy, pero hago fonoaudiología. Una vez por mes hago una hora de fonoaudiología, respiración, hago los ejercicios.

“Nunca tuve miedo de morirme” manifiesta Ronnie Arias que superó un cancer (Foto Instagram)

“Nunca tuve miedo de morirme” manifiesta Ronnie Arias que superó un cancer (Foto Instagram)

—En otra charla me dijiste: «A los 30 cambié la cocaína por la solución fisiológica».

—Es verdad. Porque sufro de alergia. Mirá cómo tengo los ojos ahora… ¡No estuve fumando porro antes de salir al aire sino estaría riéndome cada dos palabras que digo!

—¿Seguís fumando marihuana?

—No puedo fumar. A lo mejor darle un beso en alguna fiesta, ¿viste? Pero no puedo. Son cosas que ya no puedo. Es más, descubrí que hay un montón de cosas que me dan acidez y que tampoco puedo comer porque me afectan a la voz.

—¿Te costó dejar la cocaína?

—No. Fue una decisión inmediata.

—¿Por qué? ¿Cómo fue?

—Porque no tenía plata (risas). Hay un momento que tiene que ver con esto de los 30 que vos decís, en el que uno tiene que tomar una determinación. Yo puedo ser un eterno adolescente. Pero una cosa es que el eterno adolescente esté a flor de piel, y que adentro haya un chabón que sabe que tiene levantarse para ir a laburar. No me quedaba otra.

—Valoro la honestidad de decir: «Dejé la cocaína porque no tenía plata», porque podrías hablarme de la salud, la madurez…

—¡No! ¡Tenía que laburar, tenía que hacer algo con esta puta vida, con este talento que Dios me había dado! Lo que hice fue separarme de todos mis amigos, encerrarme en mí mismo.Tenía una perra, en terapia me habían dicho que me tenía que hacer cargo de algo externo. Entonces tenía una perra kuvasz hermosa que se llamaba Zsa Zsa, como Zsa Zsa Gabor, y… A veces pienso lo que le habré hecho parir a ese animal…

—¿Tenías una conducta muy adictiva en la vida, en general?

—Yo tengo una conducta muy adictiva.

—¿Sí? ¿Sos adicto?

—Soy adicto. Soy adicto al ejercicio, a la comida, a las drogas. Soy adicto a todo. Lo que pasa es que uno tiene que tomar la decisión…

—Y cuando lo decidiste, ¿pudiste salir solo? ¿No tuviste que internarte?

—No, no. Soy un tipo que va para adelante siempre.

—Sí hubo que cortar vínculos.

—Sí. No hubo, hay que cortar vínculos. Me pasaba con Fernando Peña: era un dolor de huevos porque me traía el dealer a mi casa. Entonces yo le decía: «Fer, soy un ex adicto. ¡No me jodas!». No sabés el nervio que me daba.

—¿Y por qué creés que lo hacía?

—¡Porque era un hijo de puta que le gustaba ponerte en situaciones! No quería que yo me drogue, ¡él quería que yo me vuelva loco!, que me ponga nervioso. Creo que es lo que sucede con la gente que se empieza a drogar de grande: pierde el control de la realidad. Y como fue siempre un provocador, él no solamente provocaba desde los medios, provocaba desde lo más pequeño. Por otro lado, era la persona más cariñosa del mundo. Tengo una anécdota hermosa de Fernando. Él no tenía perros. Fernando al final de su vida empezó a tener perros. Yo estaba con mi perra Zsa Zsa muy enferma. 3 de la mañana me levanto a hacer pis y veo a la perra en un charco de sangre. ¿A quién llamo? A Fernando. Se vino en el auto a las 3 de la mañana, cargo a la perra porque yo estaba desesperado y fuimos a MAPA (Movimiento Argentino de Protección al Animal), y me la operaron ahí, y le salvaron la vida. Le debo a Fernando Peña la vida de mi perra, que fue la perra que me ayudó a recuperarme. Así como te cuento una cosa de Fer, te cuento la otra. ¡Demencia total!

—¿El sexo fue una adicción en algún momento?

—No. Tuve un momento de sexo loco en los 80, después de una separación, porque me gusta el sexo y me parece que todo el mundo tiene que disfrutarlo. Pero después de haber estado seis años en pareja con un judío religioso, la famosa anécdota de «me hiciste tocar el timbre…».

—Recordémosla para quienes no la conocen.

—Yo estaba de novio con un chico judío, súper religioso, gay, todo bien. Vivíamos en un departamento y yo llegaba de trabajar; cadete, me levantaba 6 de la mañana, y me acosté a dormir la siesta. Era viernes; él me tiraba piedras a la ventana, yo no escuchaba. En un momento suena el timbre, abro, sube corriendo los dos pisos y me dice: «¡Es Sabbat y me hiciste tocar el timbre!». Era la madre, ¡¿me entendés?! ¡Era la madre! (Risas).

—Después de esa separación sí descontrolaste un poco en lo sexual.

—Ahí descontrolé. Eran en los 80, la época de la disco gay.

“Tenemos un star system pedorro del año del pedo” dice Ronnie Arias a solas con Teleshow (Foto Instagram)

“Tenemos un star system pedorro del año del pedo” dice Ronnie Arias a solas con Teleshow (Foto Instagram)

—¿Y nunca sentís que hayas estado en peligro?

—Solo estuve en peligro durante la Dictadura. Ahora digo que tengo «la capita de Juan Castro», pero siempre tuve como un ángel guardián que me hizo ver a tiempo por dónde no tenía que ir o con quién no tenía que ir.

—¿Qué te pasó en la Dictadura?

—No fue por una cuestión política, sino por una cuestión de que siempre me vestí muy llamativo. En ese momento caminar por la avenida Santa Fe, que era por donde se hacía el ligue gay, menor de edad, vestido de raso azul eléctrico con puños blancos, era complicado. Una vez me agarraron de un Falcon, me pegaron; una situación muy tensa.

—¿Te soltaron ahí mismo?

—Después de darme una muy buena paliza, romperme el labio y otras cosas… Yo estaba con un amigo, que se ve que era más masculino porque estaba haciendo el Servicio Militar, le decían: «¿No te das cuenta que tu amigo es un enfermo?», y ese tipo de cosas. Nunca me voy a olvidar la oración: «Tu amigo es un enfermo».

—El pánico y el no poder responder en ese momento.

—¿Y qué podés decir? No sabés lo que me temblaba todo. Igual yo creo que cometí un error porque tenía una muñequera tipo la Mujer Maravilla y me la arranqué del susto. Como si el traje de raso no hubiera sido suficiente farol. Me arranqué la muñequera y la tiré al piso; ahí me empezaron a dar, para que tenga y para que guarde.

Ronnie Arias (Foto Instagram)

Ronnie Arias (Foto Instagram)

—Ronnie, todos están obnubilados pero a vos no te gusta cómo se está tratando el tema de diversidad sexual en 100 días para enamorarse.

—¡Me encanta que esté el tema! Lo que no me gusta es que la nena (Juani, el personaje de Maite Lanate) sufra, o el nene, porque ya está casi nene. Me parece que no estamos dando un mensaje de libertad a todos los chicos que están pasando ese momento. Estamos asustándolos. Mi problema no es con la mina, que es un genio lo que está haciendo. Creo que el tema es un tema de guión. Así como yo en Kaos era una marica quemante que iba al frente y que la gente aceptaba a esa marica quemante porque era la marica a la que estaba acostumbrada a ver, ¿se entiende? Hoy pasa con Lizy Tagliani. Lizy Tagliani es el, la, letravesti que los heterosexuales quieren ver; no quieren ver a una travesti que se cree mujer. A los tres putos que le pegaron en la pizzería. ¿Hace falta tanto? ¡Igual los amo! ¿Sabés cuáles digo, no?

—Sí, los de Barrio Norte.

—Los de Barrio Norte. No me gusta que seamos víctimas. Si la mujer dejó de ser víctima, el gay, el trans…

—¿Qué le criticás a ellos? ¿Qué no te gustó?

—No te podés poner en víctima. O sea, ¡si te rompen la boca, pegale una patada en los huevos! Eran dos contra cuatro, a lo sumo un ojo le arrancás a uno. Empecemos a defendernos porque no nos va a defender nadie.

—Pero no pueden ser cuestionados por besarse en público ni pueden ser echados de un restaurante.

—¡No, no es eso! No hablo de esa primera parte. Hablo cuando viene el lavacopas y le pega. ¡A mí no me vas a tocar! ¡Sabés cómo me planto! ¡Yo me saco un taco y te lo parto por la cabeza!

—¿Cómo sigue el año? ¿Disfrutando Fama?

—Disfrutando el libro. Quiero que se venda, quiero que funcione. Quiero dedicarme a escribir y hacer otro libro. En algún momento me gustaría hacer algo en tele. Estoy contento con la radio. Me gustaría ganar más. ¿A quién no en este momento?

—Hay una gran polémica por Pampita en la conducción de los premios Martín Fierro a la radio.

—¿Existen? ¿Querés que te diga algo? Los Martín Fierro a la  radio los vota gente que no sabe lo que es una radio. ¡Te juro por Dios! Votan gente que no va a retirarlos porque lo ganan todos los años. Me encantan los Martín Fierro de la tele. Y ya llegó un momento que deberían dejar de ir Susana (Giménez), Mirtha (Legrand), (Marcelo) Tinelli. ¡Hace 60 años que van! ¡Dejémonos de joder! Tiene que haber un recambio. Dejemos que Pampita brille un poco.

Fuente: Infobae

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