Ricardo Darín y Mercedes Morán: la pareja más esperada

Si se trazara el mapa de las carreras de Ricardo Darín y Mercedes Morán habría que dibujar dos líneas paralelas, dos caminos profesionales con similitudes y diferencias que comenzaron casi al mismo tiempo y que fueron ganando kilómetros de experiencia, reconocimientos y popularidad entre la TV, el teatro y el cine. Dos caminos que se cruzaron brevemente hace catorce […]



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Si se trazara el mapa de las carreras de Ricardo Darín y Mercedes Morán habría que dibujar dos líneas paralelas, dos caminos profesionales con similitudes y diferencias que comenzaron casi al mismo tiempo y que fueron ganando kilómetros de experiencia, reconocimientos y popularidad entre la TV, el teatro y el cine. Dos caminos que se cruzaron brevemente hace catorce años en algunas escenas de Luna de Avellaneda y que los trajeron hasta acá, hasta El amor menos pensado, la comedia romántica que los tiene como indispensables protagonistas. Como si se tratara de esos encuentros predestinados de los que abundan en el cine romántico, la película -que se estrena el jueves 2- los reúne simplemente porque era el momento preciso.

Si Darín y Morán fueron la inspiración para los personajes de Marcos y Ana -matrimonio de más de veinte años mirando de frente al abismo del nido vacío-, la historia que cuenta el film parece provenir directamente de las comedias románticas del Hollywood clásico. Relatos de amor y humor que se tomaban el tiempo necesario para presentar lo que querían contar y que confiaban en la construcción meticulosa de cada uno de sus personajes.

Cuentan los actores que, puestos a hacer «el trabajo de escritorio» antes de la filmación, encontraron otra feliz coincidencia en el modo en que querían contar la historia de Marcos y Ana, dos personas maduras, aparentemente más cerebrales que emocionales, que en un buen día comienzan a hacerse preguntas que no saben cómo -o siquiera si deben- contestar.

«Tranquila, tenemos toda la vida por delante», dice Marcos. «Eso es lo que me asusta», le contesta Ana, sumida en un crisis existencial que comienza cuando el hijo de ambos se va a estudiar al exterior y la casa que comparte el matrimonio parece estar llena de cosas a las que ya no le encuentra sentido. Unas máscaras decorativas, un arpón empotrado en la pared, esa taza que sostiene entre sus manos porque no puede hacer otra cosa, pequeños recordatorios silenciosos de que algo -mucho- no va bien.

«Lo que pasa es que todo el trabajo que pudimos hacer se consiguió porque hubo un encuentro, coincidencias. Para mí trabajar con Ricardo fue muy placentero y cuando te pasa eso todo resulta más fácil. Rodás una escena donde tenés que mirarte con amor después de veinte años de casados y no es sencillo, aunque tengas al lado un actor al que admirás, a una persona a la que querés como es nuestro caso, sino que además en la instancia de actuar y construir ese vínculo necesitás mucho entendimiento. No se puede hablar de un trabajo individual, es un ida y vuelta que construimos entre los dos», dice la actriz, y Darín se ríe. E insiste: «Dice todo eso porque no me acepta el cumplido. Es cierto que es más facil construir una historia cuando admirás lo que está haciendo el otro, cuando te das cuenta de que estás tocando la nota adecuada. Porque en definitiva es todo una partitura y cuando escuchas que los instrumentos están afinados, que todo está en su lugar y la interpretación lo eleva, sentís que formás parte de algo que está ocurriendo. Y eso es muy estimulante. Va en contra del cansancio, de que se te caiga la energía, de que hace diez horas que estás en el set, que hace calor, hace frío, que tenés hambre, no importa nada». Es que a veces, en el mejor de los casos y con los mejores compañeros de ruta, una película se parece bastante al amor.

Darín, sobre las acusaciones de maltrato: «El tiempo pondrá las cosas en su lugar»

Desde que se conocieron la declaraciones de Valeria Bertucelli y Érica Rivas en las que ambas, con diferencias, hablaban de la mala experiencia que habían tenido trabajando con Darín en la obra Escenas de la vida conyugal, el actor sabe que se le va a preguntar sobre el tema. Y también sabe que todo lo que diga generar más polémica y malos entendidos.

«Con toda esta controversia que se generó recibí opiniones muy diversas, recomendaciones muy distintas, consejos de todo tipo. Y atento y respetuoso del momento de movilidad social, sobre todo en el colectivo femenino, he entendido algo claramente: hay que ser muy prudente con lo que digas porque puede parecer que te querés victimizar para defenderte o que se entienda mal y que parezca que estás ofendiendo o atacando para defenderte. O sea la clave es que siempre es defenderte. Y lo que a mí me cuesta mucho es tener que defenderme de algo de lo que no me siento culpable. Para ser claro y concreto, creo que necesariamente tengo que confiar en que el tiempo ponga las cosas en su lugar. Por supuesto, nunca va a ocurrir lo que yo quisiera que suceda, que es que alguien salga a decir «No es verdad, me equivoqué», pero sí confío en que a la larga la verdad generalmente aparece», dice Darín de la situación, de «la nube de lluvia» que tiene sobre la cabeza por el tema que, para sorpresa de nadie, se tornó en un tópico que recorrió y recorre las redes, donde la especulación y la manipulación mandan.

«Lo pernicioso es que las cosas queden flotando, y se vaya modificando y tergiversando. Entonces lo que aparecía como un destrato ahora, como leí en alguna red social es un comentario tipo «No puedo creer que Ricardo Darín sea un abusador». Cuando ves que esas cosas ocurren, se te paran un poco los pelos de la nuca y no sabes muy bien qué hacer ¿A quién le hago caso? ¿A los que me dicen que esto es para hacer una demanda o esto es para esta otra cosa?. Yo no quiero hacer nada de todo eso. No tengo intenciones revanchistas ni le deseo daño a nadie, lo único que me gustaría es que en algún momento mi nombre quedara un poco más en paz», razona el actor, a sabiendas de que es poco probable de que esa paz llegue en lo inmediato. «No es un buen consejero sentirte herido, sentirte calumniado. Creo que necesito que pase más tiempo, donde se pueda hablar sin que las cosas sean malinterpretadas».

El film, debut como productor de su hijo Chino

Si El amor menos pensado muestra el esperado encuentro entre Darín y Morán en pantalla, otra reunión existió fuera de cuadro. «La productora es una idea descabellada del Chino que yo seguí. Fue una inquietud suya con la que me taladró el cerebro durante años. Aunque era una necesidad más de él que mía, nobleza obliga: si el tipo decidió ir por este camino de la actuación influenciado por lo que vivimos juntos, mínimamente lo que yo podía hacer era devolvérselo con confianza y acompañarlo en esta gestión. Hay un momento de la vida en que lo que querés es laburar menos, no más. No estoy hablando de jubilarme, pero sí de tomarse las cosas con más calma, disfrutar de la vida, desprenderse de ciertas cosas. A mí no me ocurrió, todo lo contrario. Estoy contento por él y por mí».

Morán, premiada en el exterior

Cuando le contaron que Sueño Florianópolis, la película de Ana Katz que también protagoniza, iba a competir en el festival de Karlovy Vary, confiesa Morán que tenía una idea equivocada, prejuiciosa de lo que se encontraría en el festival de cine checo, en la que ella ganó el premio a la mejor actriz y la película, otros dos galardones.

«Fue una experiencia hermosa. Nos encontramos con un festival maravilloso, con una programación fantástica, con una organización espectacular. Uno se imagina un festival de Europa del Este con una cierta solemnidad, y nada estuvo más alejado de lo que vivimos», recueda Morán que se fue del lugar con un consejo muy valioso. «El premio en sí mismo es una escultura preciosa pero enorme, y ellos mismos se ríen de eso. Me dijeron enseguida que no me olvidara de despacharlo porque si lo llevaba en el equipaje de mano me lo iban a sacar por ser un objeto contundente».

Fuente: La Nación



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