Presionan a Puigdemont para que declare «ya» la independencia

El frente independentista catalán da muestras crecientes de fisura y confusión; la Unión Europea volvió a descartar cualquier tipo de mediación entre Madrid y Barcelona.



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Cumplidos cuatro días de «independencia en suspenso», las presiones acorralan al frágil gobierno de Carles Puigdemont, el hombre que declaró la república catalana y, apenas segundos después, paralizó sus efectos para abrir una negociación que hoy no parece clara.

El presidente en apuros mantenía contactos ayer con su resquebrajada alianza para intentar elaborar una respuesta al gobierno español.

El primer plazo vence pasado mañana y, al parecer, no se le hace fácil responder qué es lo que hizo el martes pasado. Esto es: si declaró o no la independencia de la próspera región sobre la que gobierna.

Mientras, el cerco se cierra sobre el sueño independentista. Sobre todo, desde la Unión Europea (UE), a la que tanto mira Puigdemont en busca del salvavidas de una mediación.

Una vez más, se le dijo que ni lo sueñe. «Si Cataluña se independiza, otros harían lo mismo y no quiero una Europa de 98 Estados», dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en un fuerte alegato en contra del proceso independentista.

Juncker reiteró su apoyo al presidente del gobierno español, Mariano Rajoy , e insistió en que la crisis con Cataluña «es un asunto interno de España». Por tanto, la «única» vía en que la UE podría intervenir como mediadora sería por efecto de un pedido expreso de Madrid.

Dicho lo cual, ya puede ir despidiéndose Puigdemont de la idea. Porque ni el gobernante Partido Popular ni la oposición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) están dispuestos a conceder esa vía.

En lo interno, las cosas no van mejor. El llamado «frente independentista» catalán da muestras crecientes de fisura y confusión.

El partido de izquierda antisistema CUP (Candidatura de Unidad Popular) pidió formalmente a Puigdemont que «declare ya» y de «forma definitiva» la independencia de Cataluña.

«Sólo a través de la proclamación de la República seremos capaces de respetar lo que la mayoría expresó en las urnas», señaló la agrupación en una carta al presidente regional.

Se trata de una presión en toda la línea para Puigdemont, que necesita de ese conglomerado antisistema para poder gobernar.

Es curioso que el ex presidente y predecesor de Puigdemont, Artur Más, haya dicho ayer que la CUP «no gobierna» en Cataluña.

Porque lo cierto es que, sin ellos, su partido, el PdeCat, no va a ningún lado. No tiene votos suficientes para sostenerse.

De hecho, la coalición que lo mantiene a flote es una de las paradojas de este tenso capítulo político.

Puigdemont proviene del nacionalismo moderado, apoyado por industriales y la burguesía catalana. La CUP la integran los antisistema totales. No les importa romper con la Unión Europea y quieren una banca «que trabaje para el pueblo». Mientras, los bancos y grandes empresas siguen huyendo de la región.

Apoyado en tan frágil equilibrio, Puigdemont teatralizó el martes pasado una declaración de independencia para «suspenderla» de inmediato. Pero eso no tranquilizó a nadie y, por el contrario, generó dudas crecientes.

«Hay una confusión deliberada y debe aclararse», reclamó el gobierno español, con el apoyo mayoritario del Congreso.

Puigdemont tiene hasta pasado mañana para contestar si declaró o no la independencia.

Siendo una pregunta tan fácil, no debería ser difícil contestarla. Pero no lo es. Porque, a esta altura, ya nadie entiende lo que realmente ocurrió en la teatralización del martes pasado.

Las consecuencias son graves. Si responde que no la declaró, todo queda en nada.

Pero si no responde o lo hace por la afirmativa, se le dará plazo hasta el jueves para que rectifique. Si no lo hace, ese mismo jueves o, a más tardar, el viernes, se activarán los mecanismos constitucionales que permiten la intervención de la autonomía y un nuevo llamado a elecciones.

Mientras decide qué hacer, la CUP, su aliado estratégico, lo pone contra las cuerdas.

Fuente: La Nación

Foto: DPA

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