Por qué sube el dólar el día después

El peso sigue depreciándose. La cotización del dólar en pesos alcanzó las 40 unidades sólo algunas horas después del anuncio de medidas por parte del Gobierno. ¿El objetivo? Bajar la ansiedad, edificar algo de la horadada confianza en la gestión económica. Sin embargo, subyace aquí y allá un sabor extraño. ¿Realmente el Gobierno hizo su mayor […]



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El peso sigue depreciándose. La cotización del dólar en pesos alcanzó las 40 unidades sólo algunas horas después del anuncio de medidas por parte del Gobierno. ¿El objetivo? Bajar la ansiedad, edificar algo de la horadada confianza en la gestión económica. Sin embargo, subyace aquí y allá un sabor extraño. ¿Realmente el Gobierno hizo su mayor esfuerzo por despejar los nubarrones de una tormenta que se cierne ineludiblemente en el horizonte socioeconómico de los argentinos?

Habrá que recordar que el epicentro donde se originó la incertidumbre financiera tuvo su núcleo duro en las dudas sobre el financiamiento de la Argentina para los próximos meses. Esas dudas no nacieron de la nada, sino que dieron sus primeros pasos en una dinámica que mostraba menor entrada que salida de dólares producto del déficit comercial, fuga de capitales y compras sostenidas para atesoramiento de parte de bancos y empresas.

Paradójicamente, son hoy las mismas dudas las que se agitan impúdicas e inquietan la conciencia de club de fondos de inversión que manejan buena parte de la deuda emitida por la Argentina. Templeton, Blackrock, Allianz, FMR, Goldman, Schroeder, SUN Life, Santander Rio, T Rowe, ICBC, JP Morgan, Galicia, Capital Group, etc, son solo algunos de los numerosos bancos de inversión y naves financieras que tienen bonos argentinos en cartera por miles de millones de dólares y esperan, en rigor, algún tipo de precisión, no sólo sobre la cantidad de dólares que adelantará el FMI, sino principalmente algún detalle de la dinámica de ingreso y egreso de dólares que la Argentina buscará registrar de ahora en más. Dicho en criollo: si el Gobierno piensa ponerle algún tipo de marco regulatorio a la liquidación de divisas producto de la exportación en la plaza local.

Hoy los exportadores no tienen fechas límite para traer esos dólares al país lo que resulta paradójico teniendo en cuenta que la falta de dólares hizo que, una vez cerrados los mercados por la suba de la tasa de EEUU, el Gobierno tuviese que recurrir al prestamista de última instancia: el FMI.

Por supuesto, el flamante ministro de Economía deberá medir cuál es la respuesta del FMI a esa inquietud, como también qué podría pasar con la calificación de Argentina como «mercado emergente» si el Gobierno se aviene a ponerle límites al laissez faire del dólar.

El resto del cuestionario que propios y extraños se hacen es fácilmente intuitivo. De hecho, gran parte del futuro del tipo de cambio en la Argentina probablemente encuentre su vector en la respuesta a esta pregunta: ¿podrá usar sus dólares el Banco Central de ahora en más para frenar la devaluación desmedida del peso argentino?

Quedan para el final otros interrogantes. ¿Cómo hará el Gobierno para financiarse una vez que se licúe el impuesto a las exportaciones por vía de la inflación y la devaluación? ¿Se va a negociar con el FMI el respaldo del organismo a la política monetaria y cambiaria para estabilizar el peso? ¿Cuál es el plan económico para salir de la estanflación que afecta a la Argentina? ¿Será necesario reestructurar la deuda local antes de fines de 2019? ¿Qué pasará con las necesidades de financiamiento para 2020 si no hay desembolsos previstos del FMI? ¿Por qué las metas de déficit cero no contemplan la creciente ponderación de los intereses de la deuda para los próximos meses?

Fuente: Ámbito.com

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