Piden penas de hasta 15 años de cárcel para la banda del Breaking Bad argentino

Habían instalado un centro de mezclado y fraccionamiento de drogas sintéticas en Olivos, a tan solo 22 cuadras de la quinta presidencial. La mayor producción y comercio de pastillas de éxtasis o alucinógenos se vinculaban directamente con la cercanía de festivales de música electrónica de concurrencia masiva, como Creamfields y Ultra. Además, para vender los estupefacientes, […]



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Habían instalado un centro de mezclado y fraccionamiento de drogas sintéticas en Olivos, a tan solo 22 cuadras de la quinta presidencial. La mayor producción y comercio de pastillas de éxtasis o alucinógenos se vinculaban directamente con la cercanía de festivales de música electrónica de concurrencia masiva, como Creamfields y Ultra. Además, para vender los estupefacientes, organizaban fiestas privadas a las que convocaban por la red social Facebook.

Además, la representante del Ministerio Público solicitó el decomiso de varios autos de lujos secuestrados a los acusados.

Según el procesamiento dictado por el juez Torres en mayo de 2015, «cobró especial relevancia la labor» de Alan González Quintela, uno de los procesados, que «procuraba la obtención de pastillas y demás sustancias para luego comercializarlas de manera coordinada con Claudio Roch y Hugo Cesaroni [ambos también procesados] en las fiestas en casas tipo quinta, que especialmente organizaran luego de los grandes encuentros de música electrónica] y en época estival».

González Quintela tiene 29 años. Su rostro se hizo conocido el 17 de marzo de 2015 cuando salió esposado de la casa de Olivos donde estaba el centro de mezclado y fraccionamiento de droga sintética. Tenía puesta una remera con la imagen de Walter White, el personaje de la premiada serie Breaking Bad.

Quien estuvo señalado durante la instrucción de la causa como el fabricante de las pastillas es Carlos Alberto De Lillo. Conocido como «el Colo» o «el Tano», no tenía conocimientos químicos como aquel apocado profesor de Albuquerque inmortalizado por el multipremiado Bryan Cranston: sí consiguió la fórmula para realizar la mezcla necesaria para elaborar la metilendioximetanfetamina (MDMA o éxtasis) y ganó habilidad para manejar la prensa con la que hacía las pastillas. También tenía otra habilidad: ocultar su verdadera identidad; tras su detención se supo que De Lillo llevaba más de cinco años prófugo, desde octubre de 2009, por haber fletado a una «mula» con tres kilos de cocaína con destino a España, tráfico que fue desbaratado en Ezeiza.

Otro de los acusados tiene un antecedente aún más grave: Sergio Gustavo González, uno de los cuatro «horneros» condenados a prisión perpetua por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, ocurrido cerca de Pinamar el 25 de enero de 1997; González gozaba de la libertad condicional desde 2005.

Para González, la fiscal Baigún pidió una pena de siete años de prisión por la comercialización de marihuana y cocaína, pero como estaba con liberdad condicional en el caso Cabezas, si en este juicio es encontrado culpable deberá cumplir una pena única de prisión perpetua.

La representante del Ministerio Público pidió penas de prisión de entre seis y nueve años para otros seis acusados, entre ellos Roch y Cesaroni.

Después de la feria judicial de invierno comenzarán a alegar los abogados de los acusados.

Fuente: La Nación

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