Perú espera que Ricardo Gareca se quede y no surja un ofrecimiento de la Argentina

SOCHI.- «Gareca no se va, Gareca no se va», cantaban buena parte de los más de 20.000 peruanos que hicieron que su seleccionado se sintiera local en el Fisht Stadium. Se acabó el Mundial Rusia 2018 para Perú con la sonrisa tan anhelada de un triunfo (2-0 a Australia) que no se conseguía desde el 4-1 a Irán en la […]



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SOCHI.- «Gareca no se va, Gareca no se va», cantaban buena parte de los más de 20.000 peruanos que hicieron que su seleccionado se sintiera local en el Fisht Stadium. Se acabó el Mundial Rusia 2018 para Perú con la sonrisa tan anhelada de un triunfo (2-0 a Australia) que no se conseguía desde el 4-1 a Irán en la Argentina 1978, pero lo que dirigentes y público no quieren es que se acabe el ciclo del Tigre, desean que haya una segunda parte para el entrenador que devolvió al país a la gran cita futbolística después de 36 años. Apuestan por la renovación del contrato, por una continuidad del proyecto que lleva tres años y medio.

El agradecimiento de todo Perú no es solo por el resurgimiento deportivo, sino también porque Gareca le dio orden, seriedad y planificación a un fútbol que desperdiciaba el potencial técnico de varios de sus jugadores. El técnico argentino reinstaló al seleccionado, lo cotizó, generó un mayor volumen y movimiento económico, desde el merchandising hasta el acercamiento de auspiciantes. Cuando Gareca asumió, en enero de 2015, Perú ocupaba el puesto 53° en el ranking FIFA; ahora está 11°. En tres años y medio disputó 41 partidos, con 22 triunfos, siete empates y 12 derrotas.

Los equipos de Oceanía terminaron siendo un puente a la alegría para Perú. Si frente a Nueva Zelanda había conseguido la clasificación en el Repechaje, contra Australia obtuvo un triunfo mundialista después de ocho encuentros. Y encontró la efectividad que le había faltado contra Dinamarca y Francia, en derrotas no lo mostraron futbolísticamente inferior. André Carrillo (volante de Watford) abrió la victoria con un remate de aire desde fuera del área. El último gol que había marcado Perú en un Mundial ni había merecido festejarse: Guillermo Larrosa anotó el descuento en el 5-1 de Polonia en España 1982.

Estos dos tantos sí que hicieron explotar a la hinchada peruana y lo llevaron a Gareca a abrir la boca lo más que pudo para gritarlo, con los brazos en alto. Sin el premio mayor de la clasificación a los octavos de final, los goles evitaron la pena que el bueno juego peruano no se viera coronado por algún festejo.



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