No Banner to display
El jueves pasado, a los 96 años, falleció la escritora tucumana Elvira Orphée, autora de libros memorables como Dos veranos (1956) y Aire tan dulce (1966). Orphée había nacido en 1922 en San Miguel de Tucumán. En la década de 1940 viajó a Buenos Aires para estudiar Letras. Casada con el pintor Miguel Ocampo, con quien tuvo tres hijas, viajó a Roma cuando él fue destinado a un cargo diplomático. En esa ciudad, conoció a escritores como Elsa Morante, Alberto Moravia e Italo Calvino.
Desde la infancia supo que quería ser escritora. «Las enfermedades del calor las he tenido todas: malaria, paludismo… En una de esas fiebres, me acuerdo, mi madre penaba a un lado. Yo no entendía por qué. Yo veía pasar los angelitos sobre mi cama, me inventaba dinosaurios que eran sólo para mí, conversaba con las plantas… Me habían regalado los cuentos de Calleja. Y después otro libro que se llamaba El tesoro de la fantasía. Eso había despertado mi pasión y ya inventé un cuento», contó en una entrevista con Leopoldo Brizuela. Gran conversadora, sus comentarios sobre escritores argentinos y extranjeros se volvieron célebres: «No me llevé bien con Manucho, que era muy de humillar»; «Natalia Ginzburg no quería a las mujeres», «Bioy Casares ni quiso leerme». Luisa Valenzuela consideró a Orphée una escritora de ruptura.
Dos veranos, la primera novela de la escritora, fue elegida por María Teresa Andruetto para la colección Narradoras Argentinas del sello cordobés Eduvim. Aire tan dulce fue reeditada por Bajo la Luna. A esas dos obras de la autora, se debe mencionar una tercera novela, publicada en 1977: La penúltima conquista del Ángel. También publicó libros de cuentos, como Las viejas fantasiosas (1981) y Ciego del cielo (1991). Su última novela, de 1996, fue Basura y luna.
Si bien fue una gran escritora, su obra aún no ha sido debidamente reconocida, estudiada y leída. «A mí me han gustado muchos libros como lectora común y silvestre, pero me han importado pocos libros como escritora. Como escritora, a mí me han importado los que alcanzan poesía. No me interesan ni las tramas ingeniosas, ni los frisos sociales, ni los pensamientos profundos… Yo lo que les pido es poesía», dijo Orphée. Para los lectores y escritores que buscan lo mismo que buscaba ella, quedan sus novelas y los relatos en los que creó un universo propio, poblado de seres desclasados y excepcionales.
Fuente: La Nación