Los partidos importantes, el karma de Rodolfo Arruabarrena

El técnico de Boca muestra un promedio alucinante en toda su carrera como entrenador, pero tiene cada vez deudas cada vez más gruesas: no suele imponer condiciones en los encuentros decisivos.



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Hay una estadística que se repite en todos los equipos que dirigió Rodolfo Arruabarrena. Tanto en Nacional, como en Tigre y Boca, el Vasco tiene buenos números. Acumula un 58% de eficacia en toda su trayectoria como entrenador. En términos cuantitativos, la cifra es interesante: un técnico que gana más de lo que pierde, que suma más puntos de los que deja escapar.
Pero esos encuentros donde cae suelen ser decisivos.
En Boca, sus dificultades para ganar los clásicos son conocidas. Desde que asumió, disputó once partidos contra los denominados grandes. Ganó dos, empató cuatro y cayó en cinco choques. De hecho, el par de triunfos fue en La Bombonera: lejos de La Boca, su equipo no cosechó más que dos empates.
En algunos cotejos, como la ida de la Copa Libertadores frente a River, la responsabilidad podría caerle directamente al entrenador. Para visitar el Monumental cambió a la mayoría de los futbolistas que habían ganado el Superclásico tres días antes. El planteo que había sido efectivo un domingo, parecía obsoleto el jueves siguiente. Confundió a su plantel y perdió por un penal infantil de Leandro Marín, que perdió consideración después de esa noche.
Más allá de las series internacionales, donde fue eliminado por River en los dos certámenes que disputó, el domingo, en la caída ante San Lorenzo, fue otro caso. El «Xeneize» no incomodó a los de Edgardo Bauza, que respetaron un libreto a rajatabla y tuvieron su premio al final del partido: el «Ciclón» le arrebató la punta a Boca, en su casa.
Los malos resultados en cotejos determinantes empezaron en Tigre. Si bien durante el Clausura 2012 estuvo con la soga al cuello por los promedios, con un Chino Luna inspirado logró meterse en la pelea por el título. Llegó a la última fecha con una doble obligación de ganar, para salvarse del descenso y asegurarse el primer puesto. Recibió a Independiente. E igualó 2-2. Finalmente, otros resultados lo salvaron de jugar la promoción.
En Nacional de Uruguay lo recuerdan como un técnico que no ganó partidos importantes. Perdió los dos clásicos ante Peñarol. El primero, por 3-0, categórico. El segundo parecía que iba a ser un trámite: el «Manya» venía en una mala campaña y su equipo lideraba el campeonato. Salió derrotado por 3-2, con un rendimiento apático que despertó la furia entre los hinchas.
De todos modos, logró recuperarse y llegó con chances de título a la última jornada. Tenía que ganar para, nuevamente, asegurarse el primer lugar: compartía la cima con River y necesitaba quedarse con los tres puntos. Recibía a Fénix, un equipo de bajo presupuesto, sin historia. Arrancó ganando 1-0, y como River no conseguía la victoria, era campeón. Pero se durmieron, Fénix lo dio vuelta y Danubio, tercero en discordia, el único que sumó tres puntos, dio la vuelta olímpica.
Arruabarrena, automáticamente después del desenlace, presentó su renuncia como técnico de Nacional.
Ahora, el Vasco tiene un abanico de desafíos. En primer lugar, superar a River en el Monumental, donde de las tres veces que fue, empató una y perdió dos. Después, mostrar que su plantel está fuerte luego de perder ante San Lorenzo y dejar la punta. Y por último, sacarse el karma: ganar un partido trascendental para la lucha por el campeonato e intentar seguir en la pelea.



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