Los impuestos, clave en los altos precios de hoteles y restaurantes

La carga impositiva total en el precio final de esos servicios llega casi al 40%, según un informe; Ingresos Brutos y Ganancias son los principales causantes



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El papelito verde es un «recibo ambulatorio». Cualquier turista, argentino o extranjero, se hace dueño de ese certificado apenas sale del aeropuerto misionero y toma el camino a Puerto Iguazú, uno de los núcleos turísticos del país. A mitad del trayecto, un grupo de trabajadores municipales pertenecientes a esa intendencia frenan obligatoriamente los autos sobre la ruta nacional 12 para cobrar $ 20 a cada turista en concepto de «tasa eco turística municipal». Es un impuesto nacido de la ordenanza 54/2015. Los taxistas recomiendan guardar el papelito verde. Si se vuelve a pasar por ese punto, es necesario mostrarlo. Si no, la «oficina de recaudaciones» volverá a cobrarle.

El mundo del turismo y del esparcimiento es también un mundo de impuestos. Y no sólo por esas insólitas tasas municipales, sino también por la pesada carga impositiva total sobre hoteles y restaurantes. Casi el 40% del precio final de los servicios que los turistas pagan en un hotel grande son impuestos. Algo similar pasa con los restaurantes: de cada $ 100 gastados en uno de esos establecimientos $ 40 corresponden a impuestos. Viajar y comer afuera son gustos caros.

La carga tributaria legal sobre restaurantes y hoteles (no efectiva), según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), llega al 39,3% en hoteles grandes. Es el porcentaje que representan los impuestos nacionales, provinciales y municipales sobre el precio final que paga el consumidor por los servicios prestados. Si el hotel es pequeño, la carga llega al 36,7%.

En cuanto a los restaurantes, el peso de los impuestos en el valor final de la cuenta llega al 39,7% si el establecimiento es grande. Para los pequeños, baja al 37,9%.

Entre 2005 y 2015, la presión tributaria efectiva -recaudación impositiva como porcentaje del PBI- en la Argentina pegó un salto de 31%, según los analistas del Iaraf. Pasó de representar 26,5% al 34,7% en una década. Los factores que explicaron ese avance fueron principalmente los impuestos a los ingresos brutos y Ganancias.

Muchos bienes y servicios de producción nacional sufren ese dilema: los autos tienen una carga impositiva del 54% en su precio final; alimentos, un 40%; bebidas, un 50%, y los electrónicos de Tierra del Fuego, un 30%, el mismo porcentaje que la ropa.

«Analizando cómo se compone esta carga tributaria total, surge que el tributo de mayor peso es el IVA, que explica un 17,4% del precio final por los servicios de restaurantes y hoteles, seguido por los impuestos al trabajo; aportes y contribuciones a la seguridad social, cuyo peso oscila entre un 10 y un 14% del precio, según el caso; en tercer lugar en importancia se ubica el impuesto a los ingresos brutos (de carácter provincial), con una incidencia de entre 4 y 5% del precio que paga el consumidor, lo que llega a superar la importancia que tiene Ganancias en el sector», sentenció a LA NACION la economista del Iaraf Sofía Devalle.

Pero además existe otra vía de impacto de los impuestos sobre el sector, que no es tenida en cuenta en las cifras anteriores. Se trata de la carga tributaria que contienen los insumos que utilizan estas firmas. Allí aparecen alimentos, energía eléctrica, gas, bebidas y servicios de publicidad, que también pagan Ingresos Brutos y diferentes tasas, entre ellas la de Seguridad e Higiene. «Una de las consecuencias más graves de la elevada presión tributaria argentina es la pérdida de competitividad y los mayores incentivos a la evasión», afirmó Devalle.

«No te quepa la menor duda», respondió Rafael Miranda, responsable del Departamento Tributario de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la Argentina (Fehgra) cuando LA NACION le preguntó si los impuestos hacen más caras las salidas a comer o el hospedaje. «Pero además el punto de equilibrio del comerciante está altísimo. Si te bajan las ventas, muy rápidamente entrás en quiebra», agregó.

El Gobierno reconoce el problema, pero cuenta con poco margen fiscal para solucionarlo rápidamente. Según se consigna en el anexo del texto del Plan Productivo Nacional, nacido del Ministerio de Producción y del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, la presión tributaria promedio llega al 137,4% de las ganancias comerciales en la Argentina. Esto significa que las compañías privadas locales pagan por impuestos una cifra que más que duplica lo que efectivamente ganan.

Incluso a fines de septiembre, el Ministerio de Turismo, que conduce Gustavo Santos, anunció el reintegro del IVA en servicios de alojamiento a los turistas extranjeros. Ese sistema (que regirá dentro de un mes y medio) permitirá que esos clientes paguen una tarifa menor por el servicio de alojamiento en el país. Es decir que el costo de alquilar una habitación de hotel en la Argentina será más económico para esos turistas. El reintegro será automático y directo para el extranjero que adquiera estos servicios y, según información oficial, la medida abarcará a la totalidad de la cadena de comercialización del alojamiento. Sin embargo, en Fehgra aclararon que no es un beneficio para los hoteles, ya que alivia al turista, no al empresario. Menos aún para los restaurantes, que no están en la resolución.

El turismo es en la actualidad uno de los pocos «brotes verdes». Por primera vez en agosto, tras 18 meses, creció la cantidad de visitantes del exterior. Australia, referencia oficial en el sendero de transformación productiva, tiene a este sector como eje de su economía.

Fuente: Lanacion.com.ar

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