Las colonias de vacaciones ahora también son virtuales

Aunque muchos natatorios y polideportivos volvieron a ofrecer el servicio con horarios acotados y chicos agrupados en burbujas, hay familias que optaron por reemplazarlos por actividades artísticas y deportivas realizadas on line. Siempre con un idéntico objetivo: entretenerse sin generar contagios



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Cada año en los últimos días de clase la inscripción de los chicos en la colonia de vacaciones ocupaba un lugar esencial. La necesidad de entretenerlos y que estuviesen cuidados mientras los papás trabajaban provocaba reorganizaciones en la agenda de la familia para determinar quién llevaba y traía a los chicos hasta el micro o el club donde realizaban las actividades de verano.

Pero la pandemia generó cambios en los hábitos de grandes y chicos y aunque en el verano, las tradicionales colonias de vacaciones volvieron a abrir sus puertas con turnos reducidos, participantes agrupados en burbujas y rigurosos protocolos, las actividades virtuales de espacios privados (con precios que van desde los 1.200 pesos por taller a los 15 mil para una colonia de tres horas diarias) o los mismos municipios se convirtieron en una opción para el receso estival.

Actividad física, arte, tecnología y hasta campamentos

“Desde que empezó el jardín de infantes, cada verano, en los días en que no estábamos de vacaciones Malena (12) iba a la colonia de un club de Martínez. Este año trabajamos on line desde casa así que optamos por que haga actividades virtuales. A la mañana hace un taller literario y algunas tardes, clases de danzas”, cuenta Graciela Melillo vía Zoom.

Su testimonio revela que las propuestas 2021 que eligen padres e hijos van desde la actividad física: yoga, danza, expresión corporal, a la artística: letras, artes plásticas e incluyen también la incorporación de recursos tecnológicos. Algunas, combinan todo eso.

“Hace seis años que armamos propuestas de colonias y talleres presenciales y virtuales. Pero este año nos pareció una locura la presencialidad. Era exponer a los docentes que no tienen auto a que viajen en transporte público, buscar un lugar muy grande para respetar el distanciamiento o realizar actividades en plazas o parques en los que es muy difícil, por ejemplo armar un robot”, justifica Leandro Swietarski, director general y fundador de Tecnokids.

Durante todo el verano la escuela de robótica armó una colonia de tres horas diarias en riguroso formato virtual. Los chicos participan agrupados de a seis y realizan proyectos científicos y aprenden a programar, a partir de sus intereses. “Pero la idea es que no estén las tres horas que dura la colonia quietos así que cada 40 minutos hay una consigna. Por ejemplo: el primero que nos trae una media roja, gana y salen todos a correr por sus casas. También hay juegos en los que tienen que saltar o buscar cosas por toda la casa”, cuenta Swietarski, quien aclara que además de armar robots y realizar experimentos científicos el objetivo de Tecnokids es enseñar programación para que los chicos aprendan a pensar y que tienen alumnos que van desde los 4 a los 16 años..

“Los fines de semana y algunas tardes me junto en la pileta con amigas, pero algunas mañanas me aburro y como estuve todo el año con clases virtuales, mi mamá me anotó en un taller literario. Me conecto por Zoom los miércoles a la mañana y leemos cuentos policiales. Después me da una consigna para que yo escriba algo”, cuenta Pilar Berraco, desde su casa en un barrio cerrado de Exaltación de la Cruz.

A las actividades que invitan a mover el cuerpo o viajar con la imaginación en febrero se suman los CampaZooms Magníficos, una transmisión en vivo donde los chicos y sus familias acompañan a los exploradores por escenarios reales, experimentan aventuras en un campamento único. “Desde casa los chicos tienen que seguir pistas escritas en código Morse y transmitirlas con sus linternas, cantar canciones y deducir acertijos escondidos en medio de escenarios naturales con pantanos, bosques, túneles subterráneos y estanques”, resume Silvia Tommarello.

Ventajas y desventajas de la virtualidad

A la hora de seleccionar una propuesta virtual, lo que más pesa en los papás es evitar contagios con la Covid-19. Pero también resaltan la comodidad de que los chicos no tengan que desplazarse ni haya que llevarlos y traerlos al club. Entre las desventajas, mencionan que crecen las horas que los más chicos están frente a una pantalla y que no tienen oportunidades de solicializar.

Sin embargo, el psicólogo, tallerista y especialista en niños y adolescentes Flavio Calvo desmiente ese estigma: “No es tan difícil para un niño o adolescente la experiencia de una colonia virtual. Muchos pueden creer que cuando un chico está en la computadora se encuentra aislado, cuando en realidad hoy en día tanto niños como adolescentes replican de manera online las formas en que los adultos socializábamos cuando teníamos esa edad. Se hacen amigos por las redes, se juegan deportes por las redes, muchos roles que aprendemos jugando de niños o adolescentes o se realizan de manera virtual (con sus beneficios y sus peligros). Por lo que una colonia de vacaciones virtual no sería algo extraño para los niños, y en este tiempo de pandemia puede ser un espacio de seguridad para los padres”:

“Es importante que estos espacios no conviertan a los niños en simples espectadores para que la experiencia sea real para ellos, cuando hay un espacio de interacción es realmente constructivo para ellos”, aconseja el especialista. Y deja otra recomendación: “Es importante también que se fomenten los encuentros “cara a cara” ya que estos aumentan el grado de empatía de los niños, por lo que aunque las colonias virtuales sean una realidad, es bueno que los padres encuentren un espacio cuidado, donde los niños puedan interactuar con otros de su edad para aprender empáticamente las relaciones con el otro”.

En la colonia de Tecnokids, por ejemplo, propician que los pequeños grupos de seis chicos se reúnan algunos momentos con otros grupos en un gran encuentro virtual en el que a veces hay competencias y desafíos, y otras, se presentan las creaciones de cada uno para que los demás las vean.

“Nuestra idea siempre fue crear un espacio de encuentro para la gente, y no que cada uno esté en su casa. Pero la ventaja más importante que notamos en la virtualidad es que no existen los kilómetros. En las clases de yoga hay un grupo de Córdoba que hubiese sido imposible que viniese a las clases de la gente de Olivos. En el taller literario la profesora tiene alumnos de Comodoro Rivadavia. Al de fotografía llegan imágenes de Jujuy, la Patagonia y la Ciudad de Buenos Aires. Y el intercambio de distintas miradas y distintas realidades enriquece mucho la clase. De otro modo hubiese sido un microclima de gente que vive en las cercanías”, cuenta Mariana Añon de la Comunidad Expresiva Espacios.

Las actividades on line deben ser más concretas y precisas. Quizás con una consigna y materiales acotados”, describe Añon que aclara que sumaron talleres en esa modalidad para chicos y grandes y recuperaron algunos de los que se hacían presenciales con menos alumnos y más ratos dedicados a la higiene.

En Tecnokids agregan otra ventaja: los chicos suelen armar grupos de Whats App con chicos de otros lugares y llegan a ser grandes amigos. “Este verano tuvimos casos de familias que se fueron de vacaciones al Norte o al Sur y aprovecharon para que el hijo se encontrase con un amiguito del taller”, apuntan.

Los docentes aseguran también que la virtualidad les permite a los chicos que tienen dudas con las consignas ver de nuevo el video o resolver dudas por el chat privados y que en muchos casos quedan las grabaciones de los encuentros para ver una y otra vez.

“Pipi”, la creadora de Tiny Makers, comenzó realizando encuentros de cuentos y arte en vivo, en el Centro Cultural Recoleta y los salones de actos de los colegios que la invitaban. Avanzó con la virtualidad, a pedido de las mamás de algunos participantes, primero en vivos de Instagram y después en talleres. Además de evitar contagios, asegura que los encuentros on line desafían la creatividad de los chicos. “Tienen que usar lo que hay en casa, lo cual permite a los peques a desarrollar un pensamiento creativo, porque muchas veces se utilizan materiales que normalmente no utilizarían, o usamos objetos cotidianos de una manera diferente”, cuenta y apunta a que al no necesitar un espacio determinado puede trabajar con un cupo mayor de chicos, y el taller tiene un precio menor que si fuese presencial.

fuente: telam

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