INVAP por dentro: la empresa argentina del futuro que es un ejemplo a nivel global

Es la empresa estatal más eficiente y mejor gestionada del país. Sus desarrollos compiten y les ganan a potencias de la tecnología como Corea del Sur y Francia.



No Banner to display

En las paredes de estos talleres no hay pósters con imágenes de señoritas exuberantes. Lo que abunda, en todo caso, es la pulcritud, la limpieza extrema. Como diría el polirrubro Fabián Gianola: el blanco de un jabón en polvo.

Estamos en Bariloche, a metros del Nahuel Huapi, en la “sede central” de INVAP, la empresa argentina de alta tecnología que en los últimos días fue noticia  mundial: le acaba de vender a Holanda, a la mismísima Holanda de las bicicletas, los tulipanes y Van Gogh, un reactor nuclear que será usado con fines medicinales, el primero que se exportará a Europa.

En la licitación, INVAP (Investigaciones Aplicadas), compitió con dos firmas de primera línea de Francia y de Corea del Sur. Otra vez será, estimados adversarios. Parque Lezama, con su calesita, es un lugar muy apropiado para mitigar penas.

Definitivamente, INVAP es el «orgullo nacional», como el bife de chorizo o el malbec. Más que eso. Una empresa modelo, eficiente, con proyectos a largo plazo y, algo infrecuente en instituciones estatales, a salvo de intereses partidarios.

Estrenada en el 2011, la planta ubicada a 10 kilómetros del centro cívico, consta de cuatro edificios: el de “integración satelital”, el de “integración convencional”, el de “ingeniería” y el de “servicios comunes”. Es un gran laboratorio de robótica, un sinfín de grúas, pantallas y herramientas de punta.

En total, en INVAP, la única empresa argentina calificada por la NASA para llevar a cabo proyectos espaciales, que cuenta con 1.200 proveedores y factura 200 millones de dólares por año, trabajan 1.420 personas. Entre otras especialidades, hay ingenieros nucleares, químicos y electrónicos. Un batallón de cerebros.

Como si estuvieran en un quirófano, muchos de estos profesionales se cubren con guardapolvos blancos, barbijos y cofias, que impiden vislumbrar si alguno de estos geniecitos lleva el pelo revuelto como el nerd mayor: Einstein.

Creada en 1976 a través de un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica y el gobierno de Río Negro, INVAP es, al fin de cuentas, un lugar donde se exprime la matemática. Sin embargo, también hay lugar para la relajación, la caminata con vista al Cerro Catedral. En los jardines, donde abundan las bandurrias, el pasto está cortado al ras.

“En INVAP somos todos iguales”, explica María Florencia Masoero, encargada de comunicación de la empresa. “Por eso, en el comedor, almorzamos juntos: desde el gerente general hasta el empleado que recién empieza”.

De camisa, pantalón de vestir y zapatos, pero también de remera, jeans y zapatillas, en INVAP se trabaja nueve horas y media por día. Los sueldos, según comentan desde la gerencia, «no son los mejores pero tampoco son bajos». Y a fin de año se reparte un bono. “Si hay ganancia, se distribuye entre todos los empleados”, agrega Masoero. “Es una muy buena motivación para que todos trabajemos con ganas”.

Caminamos por una zona donde hay réplicas de radares y satélites, como el Arsat 1 y  2, que también fueron construidos en esta planta. Y llegamos a la “sala de mantas térmicas” con que se cubren esa clase de dispositivos. El acceso es restringido. Se ingresa con una clave. Nadie toma mate ni come bizcochitos.

Cruzando el “jardín maternal”, en otro taller, donde cuelga una bandera argentina, un grupo de técnicos hace algunas pruebas en el Saocom1A, un satélite que será lanzado en agosto de este año en California y se usará para “fines meteorológicos”.

Ingeniero nuclear egresado del Instituto Balseiro, y con un Master of science en Massachusetts, Juan Pablo Ordónez, de 61 años, trabaja hace 38 en INVAP y es uno de los responsables del reactor Pallas que será construido en Holanda. “Es un proyecto de gran visibilidad”, comenta este porteño radicado en Bariloche.

A su lado, como parte del mismo equipo de trabajo, Claudio Mazufri, también ingeniero nuclear egresado del Balseiro, de 57 años, aporta: “Hasta ahora, en el proyecto del reactor que se armará para Holanda me dediqué a coordinar las diferentes ingenierías. Gran desafío”.

Casado y con dos hijos, Claudio, que también nació en Buenos Aires, trabaja hace 30 años en INVAP y en los momentos de ocio se dedica al “trekking”.

─¿Cómo se hace para entrar a trabajar en INVAP?

─Hay que mandar un currículum al sitio web. Y si se abre un puesto de trabajo… Acá hay gente de todas las provincias argentinas. Y extranjeros. El 20% son mujeres.

─¿Hace falta ser Stephen Hawking para esto?

─No, hace falta pasión. Y esfuerzo.

 

Fuente: Clarín

Publicado en: Destacado, Noticias, Tecnología   Etiquetas: , ,


Articulos relacionados