Fuertes denuncias por acoso sexual en Greenpeace Argentina: su director bajo la lupa

El principal blanco de las acusaciones es el director ejecutivo Martín Prieto, señalado por episodios de hostigamiento verbal y acoso sexual.



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El movimiento #MeToo, que nació en Estados Unidos buscando exponer los episodios de abuso sexual que son cotidianos en la vida de muchas mujeres, tuvo como primer ámbito de crecimiento el mundo corporativo.

Y, en Argentina, ecos similares comienzan a hacerse sentir. El más reciente surgió de la indignación de varias ex empleadas de Greenpeace al ser testigos de las acciones de adhesión de la ONG ecologista al Paro de Mujeres del 8 de marzo.

La reacción tuvo que ver con algo que ellas conocían bien y que la ex coordinadora Lorena Pujó, una de las protagonistas, le cuenta a BigBang: el ambiente de violencia de género en el que debían trabajar a diario.

«Una de las compañeras lo describió muy bien al decir que no está bueno ser mujer enGreenpeace», explica. El principal blanco de sus acusaciones -y las de muchas otras trabajadoras de la ONG, como la ex directora Eugenia Testa y la ex coordinadora Consuelo Bilbao– es el actual director ejecutivo Martín Prieto, quien mantiene ese cargo hace 24 años.

«Hay un esquema que él le imprime a su dinámica de trabajo basado en el acoso, el hostigamiento y la persecución. Es una forma de trabajar agotadora», resume Pujó. «Tres o cuatro de nosotras hicimos denuncias a nivel interno en el momento de los episodios y terminamos siendo despedidas».

Además del clima opresivo y violento impuesto por Prieto, empleadas de Greenpeace también denunciaron que el directivo solía mostrarse semidesnudo ante ellas y miraba películas pornográficas a todo volumen en su lugar de trabajo.

«Premia a los varones que reproducen esa forma de relacionarse con las mujeres, apañándolos y defendiéndolos», agrega Pujó. «Y si llegás a cuestionar algo y no sos cómplice o no cumplís con sus caprichos, te echan de un día para el otro».

Así, otro director denunciado por actitudes similares fue, según relata la ex coordinadora, aparentemente despedido. «Pero luego nos enteramos de que seguía trabajando paraGreenpeace en Uruguay, usando el mail corporativo y con la obra social pagada por nuestros jefes».

Para Pujó, el manto de silencio alrededor de los casos -que datan incluso de 2010- tiene que ver con el razonamiento implícito de que criticar el accionar de los directivos de Greenpeace»es un daño a la causa ecologista».

«En una organización así, con 40 años de historia, se debe mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y el gobierno democrático: no puede ser que un director ejecutivo como Prieto lleve 24 años en su puesto. La causa justa no tiene que ser un justificativo. Yo quiero que Greenpeace sea una organización fuerte», resume.

Consultadas por BigBang, fuentes de Greenpeace refirieron un comunicado oficial que elaboraron días después de que varias de las ex empleadas relataran en redes sociales los episodios vividos.

«Hemos tomado medidas para investigar estos hechos. Hacemos esto sin comunicarlo públicamente porque debemos respetar la intimidad de las personas que denuncian», explica el texto.

El comunicado asegura que la oficina regional tiene «una estricta política de tolerancia cero sobre el acoso en el lugar de trabajo» e implementó «un sistema de integridad colectivo, incluyendo un código de conducta explícito, y procesos rigurosos y claros para procesar quejas, para investigarlas con equidad y asegurar el cumplimiento de estas decisiones».

Fuente: Bigbang news 

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